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Interrumpe una primera cita en un restaurante para preguntar alarmado si hay algún poeta en la sala

"¡NECESITO AYUDA! ¡SE ME VA!", GRITÓ DESESPERADO AL RESTO DE COMENSALES

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«Por favor, ¿algún poeta en la sala? ¡Necesito ayuda! ¡Se me va!». Gritando estas palabras de auxilio se puso en pie ayer Sergio Macias Barrantes en medio del restaurante en el que estaba teniendo una primera cita. El hombre, asustado, requirió la asistencia de «un filólogo o alguien que sepa de poesía» para evitar que la conversación con su acompañante se atascara y perjudicara gravemente el encuentro romántico.

Varios clientes levantaron el brazo y se acercaron a la mesa en la que estaba la pareja. Aunque ninguno de los comensales tenía obra poética publicada, uno de ellos había asistido a un taller de escritura recientemente y pudo socorrer al amante «con cuatro descripciones poéticas del rostro que, aunque improvisadas y un poco manidas, sirvieron, al menos, para dar un poco de aire a la cita». La pareja de Macias se desmayó emocionada con las palabras de urgencia que le fueron administradas.

«Hemos logrado recuperar la atención y cierta expectativa amorosa pero con esto no hemos hecho más que ganar un poco de tiempo, la situación requiere un chequeo completo del lenguaje y diría incluso que una revisión emocional exhaustiva», advirtió el cliente que acudió al rescate.

«No sé cómo expresar mi agradecimiento», aseguró Macias. «Exacto, es parte del problema. Si no se trabaja esto, volverá la crisis», apuntó el voluntario.

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