Riéndose de tus gritos de alerta, mamá te ha tranquilizado hoy asegurándote que la bandeja que acaba de sacar del horno con las manos desnudas “casi no quema”, pese a que tiene los brazos en llamas y el horno claramente está a una temperatura más alta de la que el electrodoméstico puede soportar, pues la goma de la puerta se ha fundido completamente. “Está calentito, pero vamos… quemar, no quema”, ha dicho con la piel burbujeando y justo antes de poner la bandeja sobre la mesa, que se ha carbonizado al instante.
“¡Vamos, vamos! ¡Hay que comérselo antes de que se enfríe!”, ha dicho señalando la bandeja de canelones, que está varios pisos por debajo, pues se ha ido abriendo paso por el edificio, convirtiendo en magma todo lo que toca.
Mamá te ha recordado también que te toca fregar a ti pero ha pedido que uses agua en su punto de ebullición para desengrasar bien la bandeja. “Y no a hirviendo a 100 grados, sino a 200, que si no la grasa no sale”, ha especificado, pues ella consigue desafiar a la física y no solo no quemarse a ninguna temperatura sino también doblar la temperatura máxima a la que puede estar el agua.
Luego ha añadido que tiene muchas ganas de que sea agosto para cocinar un buen cocido.