Esta mañana, en un domicilio del centro de Madrid, Antonio de Dios ha pasado del cielo al infierno en apenas un minuto. Cuando a las 10:45 horas su pareja entró en la habitación con una bandeja con chocolate a la taza, churros, zumo de naranja y tostadas con mantequilla, De Dios nunca imaginó que la ilusión de recibir el desayuno en la cama se convertiría en un calvario al intentar comérselo sin mancharlo todo.
A las 10:46 horas, ya incorporado, Antonio empezó a entender que llevar a cabo la ingesta de todo el desayuno que su pareja le había preparado con mimo iba a resultar muy difícil. “Tienes que hacer equilibrio todo el rato con los muslos para que no se caigan el chocolate y el zumo”, ha expresado. “La cama se llena de migas y te empieza a picar todo”, relata. “Con los nervios he comido tan rápido que tengo ganas de vomitar”, reconoce.
Fuentes cercanas a la pareja han confirmado que las sábanas se han manchado tanto que han quedado inservibles y que Antonio ha sufrido quemaduras de segundo y tercer grado en una pierna a causa de un derramamiento del chocolate a la taza. El detalle romántico se ha convertido en una terrible experiencia para olvidar y ahora la pareja atraviesa su mayor crisis de los últimos cinco años.
Ahora, ambos confían en que el polvo en la ducha ayude a mejorar las cosas. “Después de esta carnicería que se ha vivido en la cama nos tenemos que duchar sí o sí”, declara el afectado con el pijama goteando zumo. “Esperemos que el sexo en la ducha sea más cómodo que el desayuno en la cama”, ha dicho sin imaginar la que se le viene encima.
