«Quiero conocer a mis verdaderos accionistas». Con estas palabras expresaba ayer Felipe Soriano, un niño nacido por gestación subrogada hace diez años, su deseo de reunirse con el Consejo de Administración de GestLife, la compañía que eligió, preparó y pagó a la mujer rusa que lo trajo al mundo.
«Es normal que tengan esa inquietud, al final la filosofía de la empresa se transmite al niño, es lo que los expertos llamamos epigenética», comenta el psicólogo Raúl Vercher Gómez. Admite Vercher que en el caso de Felipe la inquietud se ha manifestado muy pronto, pero «ahora todo va muy rápido, compras, vendes, alquilas y esos bebés nacen ya con instinto emprendedor».
Los padres de Soriano, a quienes el niño prefiere llamar «partners», confiesan que su hijo les ha llegado a proponer «ampliar la familia y crear franquicias a nivel internacional para que Soriano sea un apellido de referencia mundial». Con algunas faltas ortográficas comprensibles por la edad que tiene, Felipe ha redactado una propuesta de contrato anual para encargar a GestLife un «pack de hermanitos premium», aunque su idea a largo plazo es que los Soriano sean capaces de alquilar sus propios vientres para no depender de proveedores externos.
«Es muy ambicioso. Mucho. Un tiburón de las finanzas. No sabéis lo que es negociar con él la asignación semanal. Iba a decir que hemos creado un monstruo, pero en realidad lo compramos ya hecho», explica uno de los «partners» del niño.
En cuanto alcance la mayoría de edad, Felipe se cambiará el nombre a «Felipex», pues considera que «es un ‘naming’ mucho más competitivo».