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Un gato empieza a sospechar que está castrado porque ya no se excita con la vecina de al lado

"YA NO SIENTO ESE CALOR QUE ME RECORRÍA TODO EL CUERPO", DICE

«Ya no siento ese calor que me recorría el cuerpo, la veo pasar al otro lado de la calle y no siento nada». Así expresaba esta mañana un gato su desconcierto por los cambios que está percibiendo en su forma de reaccionar ante la presencia de las gatas del barrio que otrora le excitaban. «Ella sigue siendo preciosa y deseable. Yo, en cambio, estoy engordando», señala el felino.

El gato, de nombre Trasto, asegura que el aumento de peso y la falta de deseo sexual son compatibles con la castración. «Yo no recuerdo nada y dudo que alguien fuera capaz de hacerme algo así. Pero tampoco creo que esté deprimido, así que en estos momentos mi principal sospecha es que me han cortado las pelotas», señala.

Trasto reconoce que la falta de libido es en realidad una liberación. «Entiendo ahora perfectamente lo que decía Luis Buñuel en ‘Mi último suspiro’, donde describía como una liberación la desaparición del deseo sexual y de todos los demás deseos. En su caso era por la vejez y en el mío… yo creo que a mí me han castrado y, aunque no tengo pruebas, si localizo al culpable habrá algo más que bufidos», declara.

El gato ha dedicado la mañana a lamerse los genitales con la esperanza de detectar algún cambio en su volumen y consistencia. No ha obtenido resultados concluyentes tras la exploración. Únicamente un sabor tan amargo como su indiferencia ante los placeres de la carne.

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