«Contágialo tú, anda, no lo dejes ahí». «Que no, que yo ya me he puesto hasta arriba». Así se han pasado la mañana de hoy el virus de la gripe y el coronavirus, insistiendo para que fuera el otro el que contagiara al último madrileño de la vergüenza.
«Las cepas víricas tienen también sus normas de etiqueta», explica el epidemiólogo Pau Ortiz, que insiste en que «es una mala noticia que se respeten tanto porque lo ideal sería que los virus se enzarzaran entre ellos y nos dejaran en paz a nosotros».
Finalmente, al descubrirse que el último madrileño de la vergüenza se había vacunado contra la gripe, se ha resuelto el problema y ha sido el coronavirus el que ha hecho los honores. «Aprovecha que el año que viene probablemente ya no habrá buffet libre para ti tampoco», ha señalado la cepa A (H1N1).
«Me encuentro bien y solo espero ser el último de verdad», ha declarado el último madrileño de la vergüenza, que pide que no lo llamen «madrileño de la vergüenza» porque «los madrileños de la vergüenza son el señor Sánchez, la señora Ayuso y todos los que están permitiendo esta barra libre con su falta de coordinación y su incompetencia.