Ayer por la noche, el vuelo FR294 de Ryanair que cubría el trayecto Dublín-Londres aterrizó de emergencia en la pequeña localidad de Howth porque al piloto del avión le había parecido ver una moneda de euro en el suelo. El incidente, según reconoce un portavoz de la compañía, ha llevado a la empresa a plantear «una mejora de las condiciones laborales» de sus empleados.
«Ya es habitual que la tripulación pase la gorra después del aterrizaje, especialmente si los pasajeros aplauden», comenta Antonio Cruz-López Claret, trabajador del aeropuerto de Bilbao y testigo de la progresiva degradación de las aerolíneas de bajo coste. «Muchos pilotos piden vuelos transoceánicos para poder dormir en el avión y no tener que hacerlo debajo de un puente», añade.
Después de aterrizar en un campo y asustar a decenas de ovejas y varios vecinos, el piloto del vuelo FR294 estuvo buscando por el suelo hasta que encontró una lata de refresco que, según él, fue lo que desde el aire le había parecido una moneda. «Me la quedo igualmente para empeñarla», aseguró.
Ryanair reconoce también que debe extremar la vigilancia porque, de un tiempo a esta parte, varios pilotos se llevan trozos de avión para venderlos al chatarrero.
«Siempre se ha dicho que los pilotos cobran mucho dinero, así que cuando ves a uno de ellos tumbado en uno de los motores del avión y bebiendo de un cartón de vino, te das cuenta de la crisis que está sufriendo el sector», explica Cruz-López Claret.