Viendo que la miraba con mucho amor, y para evitar que el muchacho se hiciera ilusiones, Georgina Ballarín le susurró ayer a su novio «no te puto pilles» cuando ambos se encontraban en el altar de la iglesia para contraer matrimonio. «Es solo sexo, chaval, no te flipes», agregó el cura para apoyar a la joven.
Juan Antonio Martín, el cura que tuvo que ayudar a la novia a «dejar las cosas claras», asegura que las nuevas generaciones «se vienen arriba enseguida, se flipan». Lamenta que una boda se interprete «como que la chica quiere algo serio», pues la experiencia demuestra que no siempre es así.
«Hay que dar espacio a la otra persona, también en el altar. Yo os caso, os dais un beso pero del beso no tenéis que pasar necesariamente a mayores. Hay gente que va a saco y es normal que el otro se eche atrás, porque no son formas», argumenta Martín.
Explica este cura que el ímpetu de ciertos novios provoca que muchas veces la pareja, en vez de tirar el ramo hacia atrás, lo que tire sea precisamente el novio.
«Y luego están los que pretenden pillar en la misma noche de bodas. De estos sobrados es mejor ni hablar, pero realmente hay chicas que para no quedar mal con ellos los soportan veinte años o más», dice.