“Al final los niños se adaptan a todo”, declaraba hoy la ministra de Educación, Isabel Celaá, en la rueda de prensa en la que ha dado a conocer esta medida que pretende reactivar la economía. “No se puede paralizar un país por un contagio en una clase”, insistía.
Esta ley, aprobada hoy mismo por el comité de expertos, pretende evitar que los progenitores se vean obligados a abandonar su actividad laboral para cuidar de sus hijos, y al mismo tiempo frenar así el contacto con un posible positivo.
“Los queremos con locura y les echaremos de menos, pero están infectados. Y el PIB también es muy importante”, aseguraba Foncho Rodríguez, padre de dos adolescentes en Madrid, tras conocer la noticia.
Las asociaciones de madres y padres alertaban hoy de que las aulas prefabricadas donde se encerrará a los niños aún no están habilitadas para los meses de invierno y carecen de sistema de calefacción y agua caliente, “aunque es cierto que al final los niños se adaptan a todo”, afirmaba una de las portavoces.
Cristina Torralba, madre de dos niños de seis y nueve años de Valencia, relativizaba la reacción de algunos padres recordando que “a estas edades socializar es muy importante y allí van a estar todos juntos, hay que verlo como una oportunidad para su crecimiento personal”, y celebraba además que ahora tendrá más tiempo para ver series. “No todo es malo”, zanjaba.
Las Comunidades autónomas serán las responsables de seleccionar al personal adecuado para vigilar a los niños durante el confinamiento y cambiarles la comida y el agua tres veces al día. Cada centro deberá proporcionar a los cuidadores un equipo de protección individual para evitar posibles mordiscos de niños contagiados.
“Mi hija es lo que más quiero en el mundo, pero tampoco creo que sea necesario vernos todos los días”, declaraba la madre de una niña de cuatro años a este medio, concluyendo que “al final los niños se adaptan a todo”.
