1.
Que tengas cajas de caca en casa y al final tragues un poco de caca de gato de vez en cuando porque hay caca por todas partes, flotando en el ambiente, en tu sofá y en tu ropa. ¡Es lo que hay! También será típico que la gente reconozca que tienes gato porque vas con un ñordo seco colgando del abrigo.
2.
Que, sin ser consciente de ello, acabes odiando a todos los perros y planeando asesinatos imaginarios de perros en tu cabeza para luego, en algún momento, cumplir tus fantasías perricidas acompañado de tu gato.
3.
Que tu gato se haga famoso y te abandone por una persona capaz de gestionar mejor sus redes sociales.
4.
Que se trague la estatuilla del niño Jesús cuando montes el Belén en Navidad y, por ello, vayas al infierno para siempre. ¡Jajaja, tortura eterna por culpa de tu minino!
5.
Que te despiertes en mitad de la noche y veas a tu gato encima de tu pecho, pegando su cara a la tuya y susurrando “Ya queda menos, el momento es propicio y todo se teñirá de rojo”.
6.
Que, tras ser mordido por tu gato, te conviertas en una persona-gato y te veas obligado a patrullar la ciudad por las noches, escuchando el murmullo de los coches, las ambulancias y los criminales con tus supersentidos de gato.
7.
Que todo el mundo te ha dejado y estás muerto en el salón de tu casa. Tu gato se ha comido tus ojos y los ha vomitado. Resucitas. ¿Dónde están tus ojos? Oh, están aquí. Puaj, qué asco, están llenos de pelos.
8.
Que tengas 20 gatos.