Los emblemáticos monumentos al coronavirus erigidos en distintos puntos de la geografía española han amanecido hoy derribados o con pintadas después de que una ola de concienciación y revisionismo esté planteando que quizá no es bueno mantener estatuas en honor a algo que ha provocado, y sigue provocando, tanto dolor a la humanidad. “Es increíble que siga habiendo una calle del coronavirus en casi todas las ciudades de este país”, protestaba hace unos días el activista Álvaro Olea Rojas frente a la imponente estatua en honor al Coronavirus que hay en su ciudad, Mataró.
“¿Por qué nos empeñamos en ensalzar la figura de algo que no tenía nada de bueno? No entiendo por qué no podemos abrir un debate sobre si queremos homenajear o no a un virus”, explicaba Olea. Este ciudadano también es partidario de derribar la estatua de Colón de Barcelona, una figura histórica controvertida y que en el monumento situado en Las Ramblas está señalando a Estados Unidos como diciendo “el virus va a por vosotros, viva el virus”.
Pese a las protestas, en su mayoría espontáneas, las distintas administraciones municipales son partidarias de conservar las esculturas del coronavirus y el callejero que lo conmemora o, en todo caso, y para no herir sensibilidades, poner una placa que dé contexto aclarando que el coronavirus “no siempre fue del agrado de todo el mundo”.