«En Rusia había mucha necesidad de yoga», comenta la «influencer» y profesora de yoga Naty Lips, de Barcelona. Desde que empezó el confinamiento, la joven, que se define como experta en «wellness», ha ofrecido diariamente clases a distancia de yoga a través de su cuenta de Instagram. La audiencia de estas sesiones la integran 147 usuarios: su novio Juancho y 146 «bots».
Naty Lips se refiere a sus seguidores como «mis yoguis» y agradece que hayan superado la barrera del idioma para atender a sus clases. Lamenta, eso sí, que a veces opinen sobre política «porque no hemos venido a eso», dice en referencia al elevado porcentaje de bots del PP y de Vox que en los comentarios publican proclamas incendiarias refiriéndose al presidente del Gobierno como «el sepulturero». Concede esta «influencer» que «es verdad que Sánchez lo está haciendo fatal», pero insiste en que le gustaría que sus sesiones fueran «un sitio libre de crispación».
«Cuando todo esto acabe, tenemos que hacer clases presenciales y conocernos, aquí o en Rusia», propone Naty Lips.
Lo que la joven ignora es que su novio Juancho ha empezado a flirtear por privado con una de las compañeras de clase, una rusa llamada Irina que quiere conocer a un hombre sensible y caballero con el que casarse.