“Nada, es ir a Wuhan y volver”, insistía ayer Víctor Lozano, de Valencia, mientras llenaba las mochilas de sus hijos con víveres y ropa para sacarlos a la calle por primera vez desde el inicio de la cuarentena. «Ya era hora, los pobres han tenido mucha paciencia pero yo quiero que conozcan Tailandia, Marruecos o China», comentaba saliendo ya del portal de su edificio. «Un paseo por el mundo y luego para casa a cenar», prometía revisando los pasaportes de todos.
Lozano aseguraba esta mañana, desde Praga, que «con mascarilla y respetando la distancia de seguridad no hay ningún problema». Horas más tarde, en dirección a Moldavia, argumentaba que «la gente que tiene perros lleva días saliendo y no veo por qué los padres no podemos sacar a los críos».
«Quiero que conozcan el mercado en el que empezó todo, que sepan lo que está pasando de primera mano», declaraba por vía telefónica ya en Pekín. «Se nota que lo necesitaban, ya no podían más», explicaba a primera hora de la tarde, retenido por la Policía de Wuhan. «Aquí son más estrictos pero es normal», aclaraba.
Cuando regresen del paseo, los hijos de Lozano tendrán que esperar a mañana para volver a pisar las calles «porque es una única salida al día, se han puesto serios». Saldrán entonces con su madre, que tiene la intención de ir a visitar con ellos a la abuela a la residencia italiana donde vive desde hace dos años.