Tras más de un mes de confinamiento, el encierro comienza a pasar factura a gran parte de la población, pero especialmente a los colectivos más vulnerables, como pueden ser los hámsteres o los galápagos, de los que, según denuncian desde la APM (Asociación de Protección de Mascotas), “nadie está hablando”.
Los psicólogos alertan sobre la ansiedad, el estrés y la obesidad que muchos animales de compañía están sufriendo estos días y por ello exigen medidas urgentes para evitar secuelas psicológicas “irreversibles”.
“Tengo dos galápagos que necesitan correr”, afirmaba con clara preocupación una de las afectadas a este medio, “no podemos más”.
Álvaro Díez, portavoz de la Asociación de la APM, denuncia que hay hámsteres que llevan confinados más de seis años y que “esto es insostenible”.
La prohibición de que los niños salgan a la calle, inevitablemente, está generando un controvertido debate que Díez ha querido zanjar con contundencia: “Los niños pueden ver la tele o hacer manualidades y los galápagos y hámsteres no, entre otras cosas porque carecen de manos”, apuntaba.
El Gobierno está siendo asesorado por expertos para diseñar un régimen que permita salir también a los peces, siempre en su pecera y manteniendo las distancias con otros peces. Seguidamente iría el resto de los vertebrados, como los anfibios y reptiles, y de forma escalonada les llegaría el turno a los invertebrados, incluyendo por supuesto a los equinodermos, moluscos, crustáceos y miriápodos.
Y finalmente se levantarían las restricciones a los niños, que, según los cálculos del Gobierno, seguirán confinados hasta mediados de 2038, ya que para entonces habrán dejado de ser niños y “no supondrán un peligro para nadie”.