El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha pedido hoy al Congreso autorización para prorrogar por tercera vez el estado de alarma. La petición saldrá adelante pero esta vez el estado de alarma consistirá en una «sensación permanente de alerta que nos acompañará toda la vida».
Que el estado de alarma sea a partir de ahora «una constante sensación de peligro y consciencia de la inevitabilidad de la muerte» agiliza, según el Ejecutivo, el protocolo de actuación frente a la crisis del coronavirus y permite contar con el apoyo permanente del Parlamento, sin necesidad de debatir cada quince días con todas las fuerzas del Congreso.
La petición de este estado de alarma saldrá adelante pero con menos votos a favor, porque en esta ocasión JxCAT se sumará al ‘no’ de Vox y la CUP, partidos que consideran que «asimilar como un ‘factum’ el carácter permanentemente vulnerable de la condición humana es una forma de rendirse ante el infortunio y no lo podemos aceptar».
Sánchez ha recordado que «vivir es mantenerse en un precario equilibrio» y, aunque concede que «es imposible la felicidad si la conciencia trágica forma parte siempre de nuestros pensamientos», argumenta que la situación actual «nos obliga, por responsabilidad y realismo, a incorporar al menos esa necesidad latente de constante cautela y desconfianza, siendo el mundo hoy más que nunca un lugar hostil y permanentemente amenazado por fuerzas que no siempre alcanzamos a comprender y mucho menos a controlar».
La consecuencia inmediata de la aplicación de este estado de alarma para la ciudadanía es la prohibición de las actitudes que apoyen acríticamente el hedonismo y «el epicureísmo que, entendido de forma superficial, nos lleva a negar irresponsablemente los aspectos más oscuros de nuestra existencia».
El Gobierno no descarta decretar pronto, con el apoyo de todas las fuerzas parlamentarias, el estado de permanente irritabilidad.