Aunque los 40 millones de españoles han asegurado que estaban en casa entre la franja horaria de 11 a 12 de la mañana, el repartidor que venía de China con 550 millones de mascarillas se ha marchado alegando que nadie le contestó al telefonillo. El repartidor afirma que timbró en varias ocasiones pero nadie le abrió la puerta.
Al ver que no podía efectuar la entrega, el repartidor acudió a Francia, el país vecino, para pedirle si podía recoger las 550 millones de mascarillas y dárselas a España cuando volviera a casa, pero los franceses se han negado a hacerlo porque no se fiaban. “No conocemos tanto a los españoles y no vamos a guardar una mercancía que ni sabemos para qué es”, han argumentado.
De los 550 millones de mascarillas, 460 millones eran para los vicepresidentes del Gobierno. Pedro Sánchez ha dicho que no repartirá todos esos millones de mascarillas hasta que no las haya contado una a una personalmente para asegurarse de que no falta ni un solo ejemplar, ya que para eso “hemos pagado una pasta”.
El jefe del Ejecutivo también ha convocado una sesión extraordinaria en el Congreso para decidir con las otras fuerzas políticas la cantidad exacta de propina que habrá que dejarle al repartidor cuando vuelva con las mascarillas. “No queremos quedar de tacaños delante de otros países”, ha declarado.