«Venga, tíos, joder, ¿dónde está la puta vocación periodística?». Con estas palabras se quejaba el director de la revista Vice, Ryan McCarthy, tras comprobar que ninguno de sus redactores estaba dispuesto a inyectarse el coronavirus para escribir un reportaje sobre la experiencia a cambio de 49 dólares. «¿Os sobra el dinero, hijos de puta?», añadía furioso esta mañana en la sede neoyorquina del medio.
Según el responsable de esta revista, defensora de un periodismo atrevido y provocador, «ya no hay periodistas de raza de estos que viajan al quinto coño para meter la cabeza en el culo de una trans bipolar puesta de LSD que alquila vientres en la clandestinidad». Lamenta que la profesión se haya «apoltronado» y que los redactores se conformen «con la comodidad de un sueldo de trescientos euros».
«Voy a tener que traerme de China a alguna becaria que me lo haga gratis, putos vagos de los cojones», amenazaba a gritos McCarthy mientras la plantilla miraba avergonzada al suelo o se escondía en el baño. «Eso, a ver si un poquito de farlopa os devuelve las agallas, putos ‘millennials’ de los cojones», chillaba el director aporreando la puerta del excusado.
Después de quejarse durante más de veinte minutos, el directivo ha pillado desprevenida a la recepcionista de la redacción y le ha clavado una aguja infectada en el brazo. «Hala, ya está, ahora acompañáis a la muchacha de compras por Brooklyn y anotáis su evolución en las notas del iPhone, mamones», ha exigido a los periodistas.