La talentosa y reputada integrante de la Filarmónica de Berlín, Anne-Marie Stabrawa, ha tenido el detalle de ponerse a tocar esta mañana en el metro de su ciudad como si fuera una muerta de hambre para mostrar que la gente, totalmente incapaz de apreciar su virtuosismo, seguía con su vida gris y monótona como si nada. ¡Algún desgraciado ha arrojado incluso una moneda al suelo! Qué inútil es el personal y qué poco sabe la gente de música, ya no digamos de tocar el violín.
Con este gesto totalmente altruista, la instrumentista ha podido demostrar que el arte verdadero, que la Belleza en mayúsculas, pasan por delante de nuestras narices sin que seamos capaces de advertirlo. ¡Tal es la ignorancia del hombre de a pie!
Ahora que la noticia se ha hecho viral sí que se pueden ver grupos de diez y de hasta quince personas admirando la brillantísima ejecución de Anne-Marie -toca algo de un compositor famosísimo alemán cuyo nombre ni nos sonaría-, fijándose, ahora ya con atención, en el violín que cuesta lo que nosotros ganamos en diez años. ¡Demasiado tarde, ya hemos sido retratados!
Anne-Marie también cobra una mierda porque del arte no se vive, pero al menos sabe leer una puta partitura. ¿Sabrías tú distinguir una partitura de un ticket del Mercadona, puto imbécil?
Espera: ¿Es posible que lo que toca esta virtuosa sea una viola y no un violín? Ah, ¿que no son lo mismo? Jajaja. ¡Damos pena!