Un equipo de 15 observadores internacionales de Naciones Unidas aterrizó ayer por la tarde en España y se dirigió a la localidad de Burgos para asistir a las maniobras de estacionamiento de Clara Ribas, una conductora de 24 años que llevaba más de dos minutos intentando meter el coche en un hueco bastante estrecho de la calle Tetuán. Pasados los treinta segundos de maniobras, la comunidad internacional considera que una mujer al volante requiere la asistencia inmediata de uno o varios hombres, por lo que se pusieron en marcha los mecanismos internacionales de supervisión.
«Vas bien, vas bien. Ahora ve enderezando… no, al revés, derecha, derecha», gritaba desde la acera uno de los observadores, procedente de Israel y con más de doce años de experiencia ayudando a aparcar a mujeres de todo el mundo. «Atrás, atrás, para, para», matizaba otro compañero búlgaro que tomaba notas en un cuaderno.
Ribas intentó ignorar la presencia de los 15 hombres que le daban instrucciones no solicitadas, pero sus gritos le impedían concentrarse, lo cual dificultaba el estacionamiento y envalentonaba aún más a los observadores. A ellos se sumaron también varios espontáneos, que discutían entre ellos y gritaban órdenes contradictorias.
Pasados diez minutos desde la llegada de los observadores, la conductora decidió rendirse y se fue en busca de otro hueco más ancho.
«Suele pasar, a veces no se dejan ayudar, ya sea por orgullo o por la falta de costumbre. Pero hay que insistir. Lo que intentamos evitar es aparcarles nosotros el coche, que es lo que nos pide el cuerpo, pero es mejor que les enseñemos y que lo hagan ellas mismas», reflexionaba uno de los expertos, ya de camino a la sede central de la ONU.
«El coche cabía perfectamente, es una pena», lamentaba otro de los especialistas.