Pablo Casado fue el ganador del debate de anoche. Al menos, eso es lo que dicen todos los sondeos. Los encuestados opinaron a lo largo de la noche (mientras discurría un larguísimo y farragoso debate) y también durante toda la madrugada. Ni uno solo de los otros líderes se mostró tan convincente como el candidato popular.
Pablo Iglesias -hay que agradecérselo- empezó mostrándose como es: populista, totalitario y peludo, con su tradicional aspecto desaliñado trasnochado. El de Podemos empezó exigiendo que los debates fueran obligatorios y exaltando a las señoras de la limpieza. Sánchez estuvo mirando el atril todo el rato y Rivera se mostró nervioso, dubitativo y con una agresividad que le aleja, no ya de La Moncloa, sino de la política profesional. De Abascal, ni hablemos.
¿Quién sí estuvo centrado, tranquilo y convincente? Pablo Casado.
El primer bloque, titulado «Cohesión territorial», acogió las discusiones más vehementes acerca de la cuestión catalana. Ahí Casado estuvo brillante planteando una pregunta contundente que el presidente en funciones no fue capaz de contestar: “¿Cuántas naciones hay en España?”.
El segundo bloque -política económica- también dio a Casado como vencedor, según las encuestas. Mientras Rivera insistía en sacar papeles y objetos de detrás de su atril, Iglesias sacaba a relucir datos falsos y Sánchez intentaba esquivar los envites, Casado hablaba de los auténticos problemas de la ciudadanía: crisis, vivienda, empleo…
En el tercer asalto -políticas de igualdad- también ganó Casado, según las encuestas.
Y también en el cuarto y quinto bloque.
Y en el sexto.
En definitiva: si el resultado del debate fuera vinculante, España ya tendría presidente.