La salud dental se resiente si se dan mordiscos esporádicos a un muslo de pollo durante el cepillado dental. Esto es lo que se desprende de un informe publicado esta semana por el Consejo General de Dentistas, que alerta de que no sirve de nada cepillarse diariamente si al hacerlo no se interrumpe la ingesta de pollo asado. “Hay gente que se cepilla dos o tres veces al día pero sin dejar de comer pollo y no es un buen hábito, por muy normalizado que esté”, explica Óscar Castro, presidente de la institución.
“Hay gente que se limpia los dientes varias veces al día pero lo hace sin soltar la pierna de cordero que se está comiendo, así que todo ese esfuerzo se queda en nada”, explica Castro. “Hay que soltar el trozo de carne, cepillarse los dientes y dejar que la limpieza haga efecto durante unas horas, pero hay gente que se niega a soltar el muslo de pollo, por lo que es inevitable ir dándole mordiscos; es mejor dejarlo en un cajón o sobre la mesita de noche”, añade.
Los dentistas también advierten de que la salsa alioli en contacto con el dentífrico prácticamente anula toda la efectividad de este hasta el punto de que no previene ni la caries ni el mal aliento.