Los partidarios de que se regule la posesión de armas en Estados Unidos celebran esta semana una pequeña victoria: siguiendo las indicaciones de la «Consumer Product Safety Commission», y en virtud de la norma internacional de seguridad IEC62115, los niños menores de tres años tendrán prohibido el uso armas de fuego de pequeño formato que contengan piezas que puedan tragarse accidentalmente, poniendo en riesgo su vida.
La medida, impulsada por el Partido Demócrata, se enfrentaba hasta ahora a la oposición de la Asociación Nacional del Rifle (ANR), cuyo segundo vicepresidente, Willes Lee, lamentaba en su cuenta de Twitter esta mañana que «a partir de ahora los niños en Estados Unidos no tendrán forma de defenderse en una etapa de la vida en la que son más vulnerables que nunca».
La opinión de los padres y madres norteamericanos está muy polarizada. Algunos defienden que ahora, al fin, los hogares con niños muy pequeños que aún no tienen el pulso y la estabilidad necesarios para manejar armas de fuego podrán mantenerse a salvo de los disparos accidentales (un 69% de los disparos caseros no son intencionados, según datos facilitados por el lobby demócrata, una cifra que la ANR pone en cuestión). Otros dan la razón a Lee e insisten en que las guarderías pasarán a ser «un entorno de vulnerabilidad crítica con los más pequeños totalmente desarmados».
Coincidiendo con la puesta en marcha de la nueva regulación, la compañía Fisher Price ha anunciado el inminente desarrollo de armas de fuego con capacidad de matar sin piezas potencialmente peligrosas para los menores. Habrá que ver si superan las exigentes pruebas de seguridad a las que se someten los juguetes infantiles.