El líquido ardiendo ha dejado de ser el principal peligro al que se enfrentan los clientes de la cadena de cafeterías Starbucks. Ahora, por un cambio en el material de los vasos, éstos pueden propinarle un guantazo a su portador en cualquier momento, incluso estando ya vacíos. «Es verdad que lo pone en la tapa, pero vas con prisas y no lo lees. Me ha saltado un diente», protestaba esta mañana en Dublín uno de los primeros afectados.
Desde Starbucks se disculpan por el inconveniente pero argumentan que «son las nuevas regulaciones, el material homologado es así; la tapa, por el calor, se dilata y te puede pegar una hostia en toda la cara, por eso avisamos». Ni siquiera se libran los consumidores de bebidas frías: «El plástico, al enfriarse, también hace que la tapa salte con fuerza, aunque en este caso al menos puedes usar luego el hielo para calmar el dolor», reconoce la compañía.
«Si quieres café pues es lo que hay, nuestro mundo es así ahora», admitían en las redes sociales numerosos clientes de Starbucks. «Si el café no te espabila por la mañana, puedes quedarte mirando el vaso hasta que te dé la hostia, a mí me viene bien, me despierta», declaraba esta mañana uno de ellos. «Si te sientas y te pones el vaso entre las piernas, te da una patada en los huevos que flipas», agregaba otro, entusiasmado tras el descubrimiento.
Los pequeños negocios locales no han tardado en reaccionar, intentando estar a la altura de la multinacional. Es el caso del bar Hermanos Robledo, de Badajoz, donde su dueño, don Gamundio, te puede partir la cara sin avisar en cualquier momento, dependiendo de su estado de ánimo.