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Un socorrista espera dos horas para salvar a un bañista porque acaba de comer

“MUERTO NO LE SIRVO DE NADA”, ARGUMENTA

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Se están viviendo momentos de mucha tensión en la playa del Somorrostro de Barcelona. Un bañista se está ahogando a unos cien metros de la costa sin que el socorrista pueda hacer nada porque acaba de comer y está esperando a que pasen dos horas. “Solo tiene que aguantar 50 minutos más”, declara el socorrista con impaciencia desde su puesto en la arena. “Es un valiente y lo está haciendo muy bien”, afirma mientras observa cómo la víctima agita los brazos con desesperación.

Los gritos de auxilio se escuchan en toda la playa, provocando mucha incertidumbre a todos los presentes. “Si me mojo primero la barriga, después el cuello y entro muy poco a poco, quizás pueda entrar a salvarlo antes de que pasen las dos horas”, explica el socorrista en un alarde de optimismo. “Ha sido una situación muy desafortunada, porque si se hubiera empezado a ahogar a la una, ya lo habría salvado, pero como justo se empezó a ahogar a las dos, me pilló justo después de comer”, lamenta.

Aunque muchas personas, especialmente la mujer y los hijos del ahogado, insisten en pedirle al socorrista que entre al mar a salvarlo, el procedimiento de actuación es muy estricto con la prevención de cortes de digestión. “Yo no puedo cometer la locura de entrar en el agua apenas 50 minutos después de haberme comido un bocadillo”, explica. “Muerto no le sirvo de nada”, argumenta. “Si la gente no quiere ver dos cadáveres flotando en el agua va a tener que tener paciencia”, avisa.

Varios casos similares a este se producen cada día en las costas españolas, especialmente en el norte del país, donde el agua está muy fría y los riesgos de sufrir cortes de digestión son mucho más altos.

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