Donald Trump y su esposa Melania han puesto en un aprieto diplomático al Gobierno de Dinamarca. Hace unas semanas, la primera dama estadounidense adquirió Groenlandia, territorio autónomo perteneciente al reino de Dinamarca, pero pidió a la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, que mantuviera la transacción en secreto porque era un regalo para su esposo y quería que fuera una sorpresa. Poco después de aceptar el trato, el 45º presidente de Estados Unidos contactó con Dinamarca para comprar Groenlandia y, desde entonces, el Ejecutivo danés ha intentado dar largas al mandatario sin éxito.
«Dinamarca es un país muy especial con gente increíble, pero en base a los comentarios de la primera ministra Mette Frederiksen de que no tendría ningún interés en debatir sobre la compra de Groenlandia, pospondré nuestra reunión prevista para dentro de dos semanas para otro momento», comentaba hoy Donald Trump, claramente molesto. «La idea es que viaje a nuestro país y luego, de regreso a la Casa Blanca, se encuentre con Groenlandia, pero no sabemos cómo hacerlo», explica Frederiksen.
Dinamarca confirmaba este mediodía que Groenlandia ya está «envuelta y pendiente de envío». Las autoridades danesas intentan diseñar una estrategia junto a Melania Trump pero el presidente norteamericano no pone las cosas fáciles.
«Si se enfada con Dinamarca puede que se le pase el capricho y ya no quiera Groenlandia, y eso sería un desastre», reconocía Melania Trump.
Dinamarca ha recordado a Estados Unidos que no admite devoluciones salvo que existan defectos de fabricación.