Considerando que es el gesto más romántico que nadie ha tenido con él, José Román, de 68 años, cree que la enfermera de su planta está profundamente enamorada de él porque le lleva cada día el desayuno a la cama. “A veces ni siquiera me despierta sino que me lo deja a los pies. Supongo que se queda en un rincón viéndome dormir”, explica Román.
El paciente, que lleva cinco días en el hospital Gregorio Marañón por una operación de riñón, no descarta que sean varias las enfermeras que estén totalmente prendadas de él porque son muchas las que le han llevado comidas y zumos a la cama. “Pero hay una, la de la mañana, que me llamó ‘cariño’ y eso es definitivo”, dice Román.
“El amor infinito que siente por mí es la única explicación razonable que encuentro al trato que me da”, añade.
A última hora, Román ha recibido el alta y la enfermera le ha dicho que se vista y le ha preguntado si necesita que alguien le llame un taxi.