Los productores españoles de ahumados han difundido esta semana datos alarmantes que apuntan a la posible extinción del salmón ahumado si continúa la prohibición de arrojar colillas a los ríos. Según la Asociación de Fabricantes y Mayoristas de Ahumados y Salazones, la exigencia de mantener las aguas limpias y sin residuos está reduciendo la población de salmones ahumados de forma drástica, más de un 84% en los últimos quince años.
«Tienen mejor aspecto y respiran mejor que antes incluso fuera del agua, pero no son salmones ahumados», confirma Andrés Cabo, presidente de la asociación. «Estos peces habían desarrollado una simbiosis con las colillas, muchos de ellos habían aprendido a dar caladas y salían a fumar unos segundos fuera del agua, por eso se les veía saltar. Ahora ya no lo hacen y a algunos les está costando mucho dejar el tabaco», añade. Los salmones hoy en día pesan más, están más nerviosos y han perdido su sabor característico. Por si esto fuera poco, el nerviosismo de los salmones se está trasladando a los osos: en Alaska, estos animales ya no reciben su dosis mínima de nicotina a través del salmón y «están de mal humor», según los estudiosos.
De momento, los fabricantes arrojan parches de nicotina a los ríos, pero reconocen que es una solución temporal y que no siempre funciona. Exigen al Gobierno que habilite ríos para fumadores «o podemos ir despidiéndonos del salmón ahumado para siempre». Insisten en que «si el salmón se sirve sin pitillo es porque se trata de un salmón de parche, y cada vez es más difícil conseguir salmón ahumado de verdad».
Desde el Ministerio de Medio Ambiente se han comprometido a estudiar la cuestión pero recuerdan que arrojar colillas al río aumenta el riesgo de que el agua se incendie y el río se seque completamente, lo que también acabaría con la fauna que vive en el agua. Señalan además que, cuando no había control, se arrojaban preservativos al agua y muchos peces dejaban de reproducirse.