Desde el amanecer mismo de la humanidad, la Constitución Española ha sido lo que ha separado a los hombres de los animales.
Nuestra Carta Magna, ratificada en un referéndum simbólico el 6 de diciembre de 1978, es el muro de hierro que separa la civilización de la barbarie, la frontera que separa a los hombres inteligentes de los hombres profundamente imbéciles. Sin la Constitución, no quedaría un solo humano vivo sobre la faz de la Tierra. Sin nuestra Carta Magna, nuestro más grande y preciado tesoro, la vida no tendría sentido. La Constitución española es el fundamento de todo lo bueno que ocurre en España y, por tanto, en el universo entero.
Y se aprobó tal día como hoy, hace 40 años.
Desde entonces, hay que reconocerlo, nos hemos sentido vacíos porque no ha habido día más glorioso en toda la historia del mundo.
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Ese día, el 6 de diciembre de 1978, los hombres y algunas mujeres que habían padecido una guerra fratricida con gente maravillosa en ambos bandos pero con diferencias irreconciliables salían a la calle y se abrazaban y decían “vamos, vamos, ya está”. Y así pusieron fin a todos y cada uno de sus problemas.
Los fascistas besaron a los comunistas. Los perros y los gatos se lamieron mutuamente. La gente que prefería el frankfurt a la hamburguesa se comió una hamburguesa y viceversa. Los fans de los Beatles escucharon a los otros Beatles que tienen el pelo más largo y toman drogas. Un bar catalán sirvió tapas gratis. Todos fuimos hermanos durante unas horas y eso es algo que muchos no podemos olvidar.
Días atrás, durante semanas, los padres de la Constitución (Fraga, Rubén, Chispi, Rogelio, Maribel, los gemelos, el gordo “Gutiérrez” y la señora María) propusieron un primer borrador de nuestra Carta Magna. Luego se pasó a limpio y le gustó a todo el mundo.
Ahora, cuarenta años después, nuestros acomodados y desagradecidos hijos ponen en cuestión la valentía con la que aquellos días grises fuimos capaces de levantar un arcoíris luminoso de paz y esperanza. No debemos permitírselo. La Constitución es el resultado natural de un proceso conocido como “conocimiento”, solo accesible a las personas españolas nacidas hace mucho tiempo y que son las únicas capaces de entender unas cosas conocidas como “hechos”.
No importa cómo se transmita o cómo le llegue a un español la Constitución, los beneficios que aporta a la sociedad están ampliamente documentados y son indiscutibles. Es posible que nuestros lectores, personas ignorantes pero afortunadas de poder informarse en El Mundo Today y por lo tanto de acceder a la Verdad, no sean del todo capaces de entender las ventajas de la Constitución de 1978. No importa. No esperamos que todo el mundo entienda el valor infinito de la Constitución o siquiera una parte ínfima de la sabiduría que emana de sus líneas, pero creemos importante que nadie ceda a la ignorancia y la ponga en cuestión.
La Constitución es la única herramienta que nos ha permitido sobrevivir y llegar hasta aquí. Y, algún día, podremos ensanchecer España y expandecerla llevando nuestras leyes a otras regiones del mundo y del espacio y hacer más españoles que sigan acatando la Constitución. Y tú, lector, podrás ser parte de esta gran aventura. No avergüences a tus conciudadanos o a tu familia cuestionando lo que hicimos aquellos días hombres mejores que tú.
De nada, españoles del futuro. De nada, humanidad.