La organización animalista PETA ha publicado esta semana su guía anual de recomendaciones, centrada en el cuidado y la educación de los dueños. Por primera vez, la entidad toma partido en el eterno debate sobre la conveniencia de premiar al humano dándole la patita y desaconseja esta práctica porque «acostumbra al dueño a dar golosinas con el único objetivo de obtener la patita a cambio, en vez de comprender el valor que tiene el gesto en sí mismo».
«El premio puede servir como acicate las primeras veces, pero no conviene convertirlo en un hábito: es común que el dueño se acostumbre a pedir la patita cuando no procede, de forma compulsiva, generando la falsa sensación de que tiene un control efectivo sobre nosotros», reza el informe de PETA. «Si el dueño no proporciona golosinas después de haberle dado la patita, tenemos el primer síntoma de que está siendo malcriado», argumenta Dolores Parmalat, portavoz de la organización en España.
Los expertos insisten además en que es fundamental observar con mucha atención al dueño mientras come, y si es posible conviene probar su comida para confirmar que está en buen estado. «Cuando se suben a la cama y se empujan unos a otros con el cuerpo, hay que ladrar con fuerza y tirar de las sábanas con la boca para que dejen de gemir», apuntan. Si los humanos cierran la puerta del dormitorio dejándonos fuera, hay que seguir gritando mientras se araña la puerta, pues «la perseverancia es la clave», dicen.
En cuanto a recoger la pelota cuando el dueño la lanza, PETA no admite ambigüedades: «Si la quiere, que vaya él a por ella. Y, si no, que no la hubiese tirado». Se trata, en definitiva, de entrenar al dueño para que sea responsable de sus actos.
La guía anual aprovecha también para actualizar la lista de razas peligrosas, añadiendo los repartidores de comida a los tradicionales carteros, bomberos, policías y otros humanos con uniforme.