132 años después de que Francia obsequiase a Estados Unidos con la Estatua de la Libertad, el país americano ha decidido devolvérsela porque ya no la quiere. En estos momentos, el emblemático monumento está de camino a Europa metido en una jaula de acero. “No podemos dejar entrar monumentos sin control, el espacio es limitado y además se produciría un efecto llamada, acabarían endosándonos hasta el Taj Mahal”, asegura el presidente Emmanuel Macron, que no se compromete a dejar entrar la pieza en Francia cuando llegue a sus fronteras la embarcación que la transporta.
Durante mucho tiempo, la Estatua de la Libertad era lo primero que veían los inmigrantes al llegar a América, pero ahora que ya no entra nadie al país, los americanos no la necesitan. Por tanto, como muchos otros venidos de fuera, la estatua ha sido expulsada de Estados Unidos y ya está de camino a su lugar de origen.
El gobierno republicano ha anunciado que el hueco que el monumento ha dejado en la Isla de la Libertad, en la bahía de Nueva York, se empleará para colocar jaulas con hijos de inmigrantes ilegales. “En cierto modo, ellos también simbolizan la libertad”, argumenta Donald Trump.