Mirándote con la misma intensidad con la que tú le miras, el reflejo de tu persona que hay en tu espejo cree que tú eres su reflejo y no al revés, según han confirmado fuentes del otro lado del cristal.
El reflejo ha puesto también caras divertidas cuando tú las has puesto creyendo, con una insolencia insultante, que es él quien las hacía y que tú no eres más que un efecto óptico que acompaña sus movimientos cuando, según todos los datos, ocurre justo lo contrario.
El haz de rayos de luz está convencido, según ha podido saberse, de que eres tú quien carece de cuerpo y existencia real.
A última hora, las fuentes han informado de que tu reflejo se ha atrevido a decirse a sí misma que está muy guapa cuando realmente eres tú quien está muy guapa y no ella.