Los catalanes no son el futuro, son el presente y una realidad cada día más palpable para los españoles. Hemos salido a la calle para preguntarles qué opinan de ellos.
“No me gustan, lo tengo que reconocer”.
«¡Que se vuelvan a su país!»
“Sé que es una opinión poco popular, pero preferiría que no hubiera o que hubiera menos, la verdad. Y lo digo sin rabia ni nada, pero antes las cosas no eran así y lo prefería”.
“Pues… la verdad es que te obligan a ir protegida y te diría que hasta insegura según por dónde vayas”.
“Con los de Podemos ya nos podemos ir acostumbrando a esto. El coletas y la Carmena estarán contentos, digo yo».
“Yo no creo en esas cosas ¿A ti te gustan? Pues te diría que te los metieras en tu casa si tan bien te parecen”.
«Cada vez hay más, ¿y los españoles qué?”.
“A mí no me importan y creo que lo que deberíamos hacer todos es ser catalanes por un tiempo para que veamos lo difícil que es ser uno de ellos. Nos falta empatía”.
“Si te despiertas por la mañana soñando con ser catalán y vas al trabajo y lo que quieres es ser catalán y por la noche te acuestas y tu último pensamiento es que quieres ser catalán… entonces eres catalán. Y da igual lo que digan los demás. No puedes dejar que nadie te diga que no eres catalán si tú en el fondo eres catalán. Yo misma me he planteado dejar mi trabajo a veces y dedicarme a ser catalán a tiempo completo. Pero no valgo para eso, no tengo talento”.
“Una vez mi hijo vino diciendo que había visto uno, pero fue por pura sugestión porque habíamos visto una película de catalanes y él es muy imaginativo”.