Los partidarios de las mariscadas como remedio para calmar el dolor están de enhorabuena. Esta semana, el Ministerio de Sanidad ha anunciado que, tras aprobarse el pasado miércoles el polémico Real Decreto sobre las mariscadas de uso terapéutico, la Seguridad Social financiará el marisco a los enfermos que sufran dolores crónicos.
«He pasado diez veces por el quirófano, tengo programada otra intervención la semana que viene y el dolor forma parte de mi día a día. Sólo las mariscadas, el sexo y los coches de lujo me ayudan a soportar este calvario», explica Samuel Yecla, afectado por una fractura irreparable del coxis. Lógicamente, la noticia le ha dado la alegría de su vida: «Empiezo a ver luz al final de este túnel de dolor. Ahora, a ver qué dicen de las prostitutas rusas», declara.
Las mariscadas medicinales nunca han contado con la aceptación de la sociedad. «Te ven poniéndote ciego, devorando un bogavante con las manos llenas y el babero hecho un asco, y piensan que eres un vividor y un jeta. Pero qué saben ellos del dolor que sufrimos. Me hincho a mariscadas para no sufrir, no soy un yupi», argumenta José Mauricio Zafra, enfermo que llegó a pedir que le ayudaran a morir hasta que le sirvieron «la primera ración de navajitas a la plancha».
«Yo he estado en clubes de mariscadas ilegales. Gente que coge sobras de los mercados municipales y queda en plazas a las tantas de la madrugada para inflarse a marisco y calmar el dolor», explica Zafra. Ahora, la gente como él podrá abandonar la clandestinidad.
«A diferencia de los analgésicos narcóticos como la morfina, el tramadol o el fentanil, la mariscada no crea adicción ni incapacita a la persona que la consume, siendo una alternativa natural a otras drogas», confirma el doctor Andrés Margallo, experto en medicina paliativa. «Es cara, eso sí», apunta.
A partir del día 10 del mes que viene, quienes sufran dolores crónicos y tengan el ácido úrico en niveles aceptables, podrán celebrar mariscadas y tomarse un arroz con bacalao en lo alto del puerto mostrando a los camareros su carné de la Seguridad Social.