Un grupo de borrachos montó ayer por la noche una intervención para apoyar a un colega abstemio y hacerle ver que tiene un problema con el alcohol. «No puede ni olerlo, y así no se puede vivir», argumentan. El acto, organizado en el bar que suelen frecuentar los amigos borrachos diariamente, estuvo cargado de emociones, lágrimas y cánticos.
Los aficionados al alcohol aseguran que, desde que se casó y formó una familia, su antiguo compañero de borrachera, Antonio Rucasa, está obsesionado con la idea de no beber alcohol hasta el punto de que esto está afectando a su vida. «Ha caído en una espiral autodestructiva, es como si se quisiera castigar, algo le pasa», dicen.
Los compañeros detallaron en una servilleta de papel los doce pasos que su amigo debía seguir para perderle el miedo al alcohol y recuperar el contacto con sus amistades. Aunque la servilleta se echó a perder al caerle encima media botella de ginebra, intentaron que Rucasa se comprometiera a recuperar los buenos hábitos, «empezando con un sorbito al día y luego, poco a poco, ir recuperando la normalidad».
Los borrachos insistieron en que su amigo abstemio debe dejar de relacionarse con malas compañías. «No estamos juzgando pero hay gente muy rota y muy jodida que arrastra a los demás a una vida sin alcohol utilizando la coacción y el miedo», sentencian.
Cada vez más ebrios, los compañeros de Rucasa se fueron abrazando unos a otros, llorando y arrastrándose por el suelo hasta que perdieron de vista al amigo abstemio, que abandonó el local inadvertidamente y sufrió probablemente una recaída.
«Esta mañana se habrá levantado sobrio y fresco como una rosa sintiéndose un mierda», lamentan sus amigos, aún afectados por la resaca.