Por culpa de la crisis, el Altísimo ha estado alimentándose un poco peor estos últimos tiempos, lo que ha ralentizado su crecimiento, según confirman fuentes de la Santa Sede. Nuestro Señor pegó el estirón en la Edad Media pero en los últimos dos siglos parece haber moderado la tendencia, según los teólogos. El Vaticano no cree preocupante que Dios no crezca más porque así no habrá que comprarle nuevas túnicas cada año y, además, siguen considerándolo altísimo.