La Academia Mundial de Ciencias ha reconocido hace unas horas en un comunicado público que el célebre físico alemán Albert Einstein escribía fórmulas, letras y números «a voleo» en la pizarra. «Claro, al final, de tanto escribir cosas, se acierta», argumentan los historiadores. El científico, que en 1915 presentó la teoría de la relatividad general, no fue de niño un alumno precisamente brillante, pero la técnica de «improvisar y ver si cuela» acabó funcionándole hasta encumbrarlo como uno de los más importantes científicos de la historia. «En realidad es un mal ejemplo para los estudiantes. No siempre se tiene tanta potra», concluyen los académicos.