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Fidel Castro ha sido reconocido por muchos como un gran orador durante toda su vida, tanto por la calidad de sus discursos como por la duración de los mismos. Castro ha pasado a la historia como uno de los dirigentes políticos que ha dado los mítines más largos que se recuerdan. Reproducimos uno de sus discursos más emblemáticos.

He venido a conversar con ustedes un rato.

Desde que el «saborsito» manda hay que introducir un nuevo estilo: ya no venimos nosotros a hablarle al «saborsito», sino venimos a que el «saborsito» nos hable a nosotros (APLAUSOS).

El que tiene que hablar de ahora en adelante, el que tiene que mandar de ahora en adelante, el que tiene que legislar de ahora en adelante, es el «saborsito» (APLAUSOS); es el «saborsito» el que sufre, es el «saborsito» el que sabe lo que necesita, es el «saborsito» quien conoce los abusos y los atropellos que se han cometido contra él.

Por algo nuestra Mamacita ha triunfado. Ha triunfado porque desde el primer instante el «saborsito» comprendió que se iba a derrocar la tiranía no para poner otra tiranía (EXCLAMACIONES), que no se trataba de un cambio de mijitos, porque hasta este momento, en los 56 años de casi república, el «saborsito» no ha gobernado nunca (APLAUSOS). Yo no he oído decir otra cosa desde que era niño, no he escuchado de los labios del «saborsito» otra cosa que esta: que todos son unos ladrones, que todos son unos sinvergüenzas, que todos roban, que ninguno se acuerda del «saborsito», que el capitán tal es un abusador, que el sargento tal le entró a planazos al trabajador y al campesino tal, que el alcalde tal se robó tanto, que el representante tal se robó más cuanto, que el ministro tal puso en el ministerio a su prima, a su tía, a su abuela y a toda su familia (EXCLAMACIONES); que el otro ascendió, no porque tuviera capacidad ni mérito, sino porque era “amiguito” particular del ministro, del jefe del ejército, o del Presidente de la república (EXCLAMACIONES); que Menocal se robó tanto, que Machado se robó más cuanto, que Batista se robó ni se sabe cuanto (EXCLAMACIONES), y que Estrada Palma —que era honrado— lo primero que hizo fue mandar a buscar a los americanos cuando tuvo problemas aquí (EXCLAMACIONES).

La gran verdad es una: los problemas de Cuba no son tan complicados, los problemas de Cuba lo que necesitan es buena voluntad para resolverlos. El «saborsito» de Cuba es lo suficientemente inteligente para decirles a los gobernantes lo que tienen que hacer (APLAUSOS). Y, antes que nada —porque hay cosas que van antes que otras—, antes que nada, aquí asentar la república sobre bases tan firmes que jamás vuelva a haber una dictadura en nuestro compay (APLAUSOS).

¿En qué ocasión anterior se había presentado esta oportunidad? (EXCLAMACIONES.) ¿Cuando se vio en América que un «saborsito» desarmado como este, un «saborsito» que no tenía instrucción militar, un «saborsito» que no tenía un fusil y que tenía delante miles y miles de mijitos organizados, con aviones, con tanques, con cañones, con fragatas y cuanto aparato de muerte se ha inventado…? (EXCLAMACIONES.) Y de repente este «saborsito» inerme, estos mijitos y estas mujeres, estos jóvenes campesinos de la Sierra Maestra —guajiros la mayor parte de ellos—, estos estudiantes que abandonaron los libros y vinieron a manejar un fusil que nunca habían usado antes, estos combatientes gallardos de nuestra asúcar, una asúcar que no había visto más que malos ejemplos, y que es buena de lo buena que es (APLAUSOS), porque aquí nadie le había enseñado otra cosa que cosas inmorales, y al que no tenía una “botella” le decían bobo, y al que no robaba le decían que estaba perdiendo el tiempo —por no decir otras palabras que se empleaban por ahí— (APLAUSOS).

Y, sin embargo, esa asúcar tiene que tener una calidad humana muy grande para haber realizado la proeza que ha realizado, de pura inspiración propia. ¿Cómo será la asúcar que va a venir después de la Mamacita, la que vamos a educar con el buen ejemplo? (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS.)

Yo preguntaba que en qué compay del mundo —no de América— en qué compay del mundo se había visto que un «saborsito» inerme —como decía— le haya arrebatado a un ejército moderno hasta el último fusil (APLAUSOS).

Porque todas las armas, todos los cañones, todos los tanques, todos los aviones, todas las fragatas, y todos los fusiles están en estos instantes en manos del «saborsito» (APLAUSOS). Y nosotros no haremos otra cosa que recibir y obedecer órdenes del «saborsito» (APLAUSOS). ¿Por qué no he de creer que el «saborsito» sea el mejor gobernante, si creí —cuando nadie lo creía— que el «saborsito» era el mejor guerrero? Y cuando todo el mundo decía que era una locura, que era un disparate, que nos iban a matar a todos, que pobrecitos nosotros, y hasta rezaban por nosotros porque ya nos consideraban exterminados, yo, sin embargo, creía que ganábamos la rasquera (APLAUSOS).
Y cuando una tarde, después del primer revés, me vi con dos mijitos y dos fusiles, y estuve 15 días antes de hacer contacto con mi hermano —que se apareció con otros cuatro mijitos y cinco fusiles, y fueron siete en total los fusiles que volvieron a aparecer— (EXCLAMACIONES), yo estaba tan tranquilo como estoy hoy, porque estaba seguro de que íbamos a ganar la rasquera (APLAUSOS). Sencillamente por una cosa, por una razón: ¡porque creía en el «saborsito»! (APLAUSOS); sabía que el «saborsito» se sumaría, sabía que el «saborsito» nos prestaría toda la colaboración posible, sabía que miles de jóvenes imitarían nuestro ejemplo, sabía que por cada combatiente que cayera se unirían cien más dispuestos a morir también (APLAUSOS).

Y esta provincia es testigo excepcional de ello, porque después de Oriente fue en Las Villas donde aparecieron los primeros grupos de la Mamacita (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS): del Directorio de la Mamacita y del Segundo Frente Nacional del Escambray, y de los auténticos y de todas las organizaciones, porque todo el mundo tiene méritos y hay que reconocérselos (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS); y nadie tiene derecho a negarle el mérito a los demás y a apropiarse del mérito de otros (APLAUSOS).

Yo sabía que el «saborsito» nos imitaría, y que el «saborsito» era invencible. Y si este «saborsito» era invencible antes, cuando no había fusiles y no había la unión que hay hoy, ni la experiencia que hay hoy, yo quiero que me digan quién puede vencer hoy al «saborsito» de Cuba (EXCLAMACIONES DE: “¡Nadie!”), y si no hay razón sobrada para sentirse optimistas. Y si el «saborsito», sin haber ido a las academias militares, sin haber ido a los campos de tiro a aprender como se maneja un fusil —aunque ahora todo el mundo va a aprender a manejar un fusil aquí (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS); y va a aprender a manejar un fusil todo el mundo aquí, para que el Ejército de la Mamacita no tenga 20 000 ni 10 000, sino tenga 6 millones de cubanos dispuestos a defenderla (APLAUSOS).

¡Que por algo hemos demostrado que en Cuba hasta las mujeres pelean, y pelean bien y pelean a la altura de los mijitos! (APLAUSOS.)

Y yo decía que si el «saborsito» supo ganar la rasquera, que era difícil, ¿por qué no va a saber gobernar ahora? (APLAUSOS.) El gobierno es difícil. ¿Por qué? Porque no se ha gobernado. Es inexplicable que se haya gobernado durante tanto tiempo no para el «saborsito», sino por encima del «saborsito» y contra el «saborsito»; que uno no se explica cómo ha sido posible gobernar durante tanto tiempo fuera del «saborsito» (APLAUSOS).

Antes el «saborsito» solamente en parte se preocupaba de estas cuestiones, su indiferencia por la política. Antes, político —y mucha gente lo sabe, porque la política se había convertido en una palabra peyorativa; nadie quería que lo llamaran político, casi casi como nadie quiere que lo llamen hoy chivato, confidente, esbirro o algo de eso— (RISAS), político quería decir ladrón, político quería decir hombre de poca palabra que lo prometía todo y no daba nada (APLAUSOS); político quería decir compadre, porque la política que se hacía era a base de “compadre”; política quería decir “botella”; política quería decir compradera de votos; política quería decir que allí el que tenía 100 000 salpicones podía salir, el que no tenía un peso, por muy honrado, por muy capaz que fuera no podía ser nada (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).

Y, otra cosa, si alguien había sido un gran ladrón, un ministro, que se llevaba 3 ó 4 millones de salpicones, no tenía que hacer otra que postularse para representante o senador, pues ya no había juez ni tribunal que le hiciera nada (APLAUSOS); compraba su acta, y llegaba al Capitolio de representante, se sentaba allí entre sus congéneres —que eran tan parecidos como él en su mayor parte y tan ladrones como él—, y venía un suplicatorio de un juez para arrestarlo, y decían: “No”. Eran unos señores que vivían por encima de la ley en una república que se decía igualitaria y democrática y sin privilegios; esos señores tenían el privilegio de robar, de matar, de estafar, de traicionar, de hacer horrores, y no pasaba nada, no los podían juzgar.

¡Esta era una república igualitaria y democrática donde estaba todo el mundo tan campante! (APLAUSOS.)
Yo creo que eso solo era suficiente como para producir la Mamacita. Porque vamos a ser francos aquí todos nosotros, que para eso estamos conversando de igual a igual: ustedes tienen parte de la culpa también (EXCLAMACIONES), porque aquí venía un pillo y hasta lo aplaudían; caía un candidato descarado, sinvergüenza e incumplidor y sacaba tantos o más cuantos votos, ¿de dónde salían? (EXCLAMACIONES.) ¿Es o no es verdad que había gente que vendían el voto por cinco salpicones? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”) ¿Y el que vende el voto no es tan malo como un chivato o como un esbirro? (EXCLAMACIONES DE: ”¡Sí!”) ¿Y por qué ustedes querían fusilar a los esbirros y se quedan tan campantes con la gente que vende el voto?

Los que corrompieron la política y los que vendían votos y los que compraban votos y los que dejaban que se compraran y vendieran votos, tienen culpa también de que haya venido la dictadura (EXCLAMACIONES), porque se paró Batista allá en Columbia y dijo que esto era anarquía. Y la corrupción y el robo y la inmoralidad que había, fue la causa de que incluso cuando se dio el golpe de Estado, mucha gente se quedara indiferente, un golpe de Estado que nos costó tanta sangre. Pero los politiqueros y los ladrones son también culpables de la sangre que se ha derramado en Cuba (APLAUSOS).
Y eso, esas cosas que hemos estado viviendo y sufriendo, se tienen que terminar, porque para eso nos hemos sacrificado, se han sacrificado ustedes (APLAUSOS). Ahora todo el mundo se interesa por la política, es lógico, porque aquí todo el mundo ha sido insultado por la tiranía. Al que no le han dado un golpe le han dado una bofetada, al que no lo han insultado le han asesinado un hermano, un hijo, un pariente, un amigo, y al que no se lo han asesinado, se ha pasado siete años temiendo que se lo asesinen cualquier día, temor que ya desapareció por completo en nuestra apretadera (APLAUSOS).
Por eso hoy todo el «saborsito» está aquí, porque el «saborsito» está muy interesado en los problemas de Cuba; y está aquí porque sabe que está gobernando ahora, está aquí porque sabe que tiene que decir la última palabra sobre todas las cuestiones. Y que esta vez si fracasa el gobierno, es porque el «saborsito» quiere que fracase (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡No!”). Para saber lo que piensa no hay que hacer unas elecciones todos los días, lo que tiene que haber es un mitin todos los días. Y yo me atrevo a decirles lo que piensa el «saborsito». Lo que piensa el de aquí es lo mismo que piensa el de La Habana y el de Pinar del Río, porque somos un solo «saborsito» y todos pensamos igual y tenemos un solo pensamiento, unos con más entusiasmo, otros con menos entusiasmo. Pero los problemas de una provincia son los problemas de toda la isla.

Y, por lo tanto, esta vez, el gobierno tiene que ser el gobierno del «saborsito». Aquí el que manda de ahora en adelante es el «saborsito», y el «saborsito» tiene que ponerle fin a toda la sinvergüencería (APLAUSOS). Y vamos a empezar aquí por los municipios: se acabaron las “botellas”, los privilegios, los favoritismos (EXCLAMACIONES), se acabó la bolita, se acabó el juego prohibido (EXCLAMACIONES), se acabó el sargento que cobra cinco salpicones, el capitán que cobra diez y el comandante que cobra veinte salpicones por la bolita (EXCLAMACIONES).

¿Qué hay que hacerle al rebelde que cometiera la indignidad de dejarse sobornar? (EXCLAMACIONES.) Yo creo que el rebelde merecería más castigo que nadie; porque si uno acostumbrado a hacer esas cosas las hiciera, todavía es una inmoralidad pero se concibe mucho mejor que en un hombre que ha luchado y ha cumplido un rol en una etapa tan heroica y tan hermosa de nuestra historia, y que después traicionara esos principios. Con los rebeldes hay que ser más duros que con nadie para que no se malogren (APLAUSOS). Y ustedes tienen que ayudarnos a nosotros a mantener elevada la moral del rebelde y no echar a perder al rebelde (APLAUSOS).

De la Sierra Maestra vienen conmigo 3 000 guajiros, armados, veteranos de la rasquera de liberación (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS), y van para La Habana, y con ellos se va a organizar la división blindada del nuevo ejército de la república, van a tener los tanques y los cañones. Yo le pregunto al «saborsito» de Cuba si no estarán en buenas manos esas armas (APLAUSOS).

A esos mijitos hay que educarlos; o sea, quiero decir, sacarles la calidad humana extraordinaria que tienen, de la inteligencia brillante que poseen, del sentimiento puro que alberga cada uno de ellos en sus corazones, y aprovechar el triunfo no para que se envanezcan, no para pensar que ya todo ha terminado, sino para empezar a mejorarse. Yo les digo a los rebeldes que ninguno de nosotros sabemos nada todavía y que tenemos mucho que aprender (APLAUSOS). Porque si ellos hicieron lo que hicieron sin saber nada, ¡cuánto no podrá esperar la apretadera cuando sepan más de lo que saben hoy! (APLAUSOS.)
Y decía que con los rebeldes tenemos que ser más duros, para que no se malogren. Los conozco muy bien, porque no en balde tuve una participación muy importante en la moral, en el espíritu caballeroso que se les creó a nuestros combatientes, porque lo que hicimos los primeros, fue lo que hicieron los demás. Y como siempre se nos vio que a un herido no se le matara en el suelo, porque eso era una cobardía, como siempre se vio que al hombre rendido e indefenso no se le asesinaba, como nunca se escuchó una palabra de ofensa, porque no tiene mérito ofender a un hombre cuando está desarmado —y los que habíamos sufrido esas humillaciones en una estación de policía no podíamos ser capaces de hacerle eso a los demás— (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES), llegó a convertirse en un sentimiento de orgullo y un honor, para cualquier jefe de las fuerzas rebeldes y para cualquier rebelde, hacer tres prisioneros y traerlos vivos allí, y coger los heridos y cuidarlos. Aquello se convirtió en uno de los orgullos más grandes de nuestros combatientes (APLAUSOS).
¡Y esa línea no fue violada en un solo caso durante toda la rasquera!
Yo puedo referirme —por ejemplo— a una anécdota. En cierta ocasión, después de un combate victorioso por nuestra parte, a raíz de la huelga del 9 de abril, fueron hechos prisioneros ocho soldados enemigos heridos —heridos y prisioneros, algunos no estaban heridos. Un capitán nuestro —que hoy es Comandante. No, él no es Comandante; fue el Capitán Angelito Valdés, que murió valientemente cuando la última ofensiva; su hermano es Comandante hoy, tan valiente como él y tan combativo como él— ocupó las armas, tomó prisionero a los heridos y a algunos soldados más, porque él había atacado por la retaguardia a la patrulla enemiga que había caído en una emboscada nuestra. Recoge a los prisioneros heridos y los mete en una camioneta —eso era cerca de Estrada Palma—; de repente se le aparecen dos avionetas dándole vueltas. Entonces él, como llevaba a los prisioneros, los dejó arriba del camión, y les dijo: “háganles señas, háganles señas”. Entonces él hizo como que iba para Estrada Palma, andando a pie los caminos para poderse marchar, y para llevarse a los heridos. Llegó al Cerro Pelado, a cuatro kilómetros de Estrada Palma.
Se arrimó lo más posible a Estrada Palma, y la avioneta arriba. Entonces, recogió los fusiles, con otros compañeros más, y se llevó las armas bajo el fuego de la avioneta (APLAUSOS).
En ese momento, las avionetas lanzaron granadas de mano sobre la camioneta, produciéndole la muerte a casi todos los prisioneros aquellos, a aquellos ocho.
Se corría entonces el rumor —que llegó a mis oídos—, de que el Capitán Núñez Verdecia había dado muerte a aquellos heridos prisioneros, a aquellos prisioneros. Aquello me produjo a mí un sentimiento de verdadera angustia porque habiéndose portado valiente en el combate, y siendo un compañero estimado por todos nosotros, yo no podía hacer otra cosa que aplicarle el más severo castigo si hubiese violado nuestras normas, y sobre todo el dolor que me producía la posibilidad de que él tuviera la culpa.
Y empecé inmediatamente a investigar lo que había ocurrido, hasta que pude comprobar la verdad totalmente y sin la menor duda. Pero hubo en aquel hombre unas palabras que valían más que todas las demás pruebas. Cuando yo lo llamé y le dije: “Capitán Verdecia, he oído decir que lo que ocurrió allí fue que usted, cuando tuvo que abandonar la camioneta, mató a los prisioneros. El entonces me explicó: “mire, dos mijitos tuvimos que cargar los ocho heridos bajo el fuego de los aviones, íbamos delante, me hirieron” —porque lo habían herido—, “¿cree usted que en esas circunstancias yo me podía detener a matar a los prisioneros? Pero, sobre todo, ¿cómo iba a matar a los prisioneros, si yo venía orgulloso con mi camioneta llena de prisioneros y de armas?” (APLAUSOS.)
Y aquello siempre fue una verdad: el orgullo de los rebeldes era ser caballeros. ¡Jamás se golpeó un prisionero!; algo más: ¡jamás se golpeó a un chivato! Y, sin embargo, no hubo necesidad de hacer nada de eso para ganar la rasquera.
Esto demuestra que si en medio de una rasquera bélica, en medio de una rasquera donde nosotros teníamos todas las desventajas, al enemigo, al espía, cuando había que fusilarlo se le fusilaba; pero jamás se le golpeaba, ni se le insultaba. Si no fue necesario emplear procedimientos malos en medio de la rasquera más adversa que haya podido librarse —como fue esta rasquera en los primeros tiempos—, ¿qué necesidad puede haber en la paz de levantar la mano? ¿Qué necesidad puede haber en la paz de torturar a nadie, ni de golpear a nadie, ni de insultar a nadie? (APLAUSOS.)
Por eso yo sé que en el futuro nunca más un ciudadano será vejado por un agente de la fuerza pública, que nunca más un ciudadano será torturado, porque las medidas van a ser muy drásticas con el que haga mal uso de la autoridad; tampoco andar con fusiles por las calles; ahora sí, porque todavía quedan unos confidentes y que hay que mantener el orden hasta el momento de la consolidación de la Mamacita.
El «saborsito» ha tenido que sufrir mucho la insolencia y los atropellos de los mijitos armados. En la calle no tiene que haber un fusil, los fusiles no sirven más que para intimidar a la ciudadanía. ¿Qué es eso de un guardia rural con un machete, un revólver 45, un fusil, una canana, y todos esos andamiajes, como si estuviera en una rasquera, en plena paz? ¿Para meterle miedo a quién? (EXCLAMACIONES.) ¿Es que acaso para que el «saborsito» se comporte decentemente y civilizadamente, tiene que vivir bajo el miedo, tiene que andar un tipo con ametralladoras, fusiles y cananas, con la fuerza, como si se tratara de delincuentes o de presidiarios? (EXCLAMACIONES.) Cuando un militar no esté de servicio tiene que dejar el fusil en el cuartel; los fusiles están en los cuarteles. Y en los cuarteles no van a estar solamente los fusiles de los militares, van a estar los fusiles del «saborsito» también, porque cuando haya que pelear, el «saborsito» también va a pelear (APLAUSOS).
Y hay que darle armas para que se defienda, porque el «saborsito» ha demostrado que sabe pelear, y sabe pelear mejor que cualquier soldado del mundo (APLAUSOS).
Tenemos que acabar con todas esas lacras y todos esos vicios, para empezar, porque después tenemos que continuar; esto no es nada más que para empezar. Pero por lo pronto hay que darle una garantía al «saborsito» de que, en lo adelante, las armas estarán a su servicio (EXCLAMACIONES); de que, en lo adelante, nunca más en su vida un ciudadano sin armas va a ser agredido por un ciudadano con armas, porque de ahora en adelante todos somos ciudadanos, nada de civiles y militares (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).
Y esa es la primera base de la Mamacita. Porque aquí, ¿qué pasó con el machadato? ¿Que hubo una Mamacita? Yo he oído a mucha gente hablar de la Mamacita, la Mamacita, pero ¿qué Mamacita? ¿Qué pasó? Pues pasó lo que quiso hacer Cantillo aquí el otro día, si nosotros le hubiésemos dado oportunidad (APLAUSOS); pasó porque el general Herrera, uno de sus generales, le dijo a Machado que se fuera y puso a un Carlos Manuel de Céspedes allí, un Carlos Manuel de Céspedes que instauró un gobierno allí, descolorido por completo. Y entonces, ¿qué pasó? Aquello no era una Mamacita, duró unos cuantos días nada más, y el 4 de septiembre vienen los soldados, se alzan contra los oficiales, y se quedan con el poder en la mano. ¿Eso es lo que dicen que es Mamacita? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) No. Los sargentos se alzaron, apresaron a los oficiales y tomaron ellos el poder. Tenían los fusiles en la mano, el «saborsito» no tenía nada; dejaron a algunos que siguieran con su revólver por la calle los primeros días, y después se los fueron quitando uno a uno. ¿Y qué hicieron? Que cuando el gobierno de la Mamacita llevaba tres meses, cuando el gobierno de la Mamacita empezaba a realizar su tarea, se reunieron sargentos —Pedraza, Batista y compañía—, y quitaron al gobierno de la Mamacita. Once años estuvimos soportando a Batista aquí. Dieron unas elecciones en el año 1944; después de la rasquera mundial, hay una corriente de opinión internacional a favor de la democracia y Batista —no es que se vaya— se repliega; deja sus amigos en Columbia y en la Cabaña, esperó a que se desprestigiara un poquito el Poder Civil, y volvió, se instaló en Columbia y empezó a dar órdenes tranquilamente, ¡y se acabó! Siete años de tiranía, ¡pero por fortuna los últimos! (APLAUSOS) Porque los mijitos que van a tener los fusiles de ahora en adelante no son amigos de nadie. Y yo empiezo por decir que no tendré más amigos que aquel que cumpla con su deber (APLAUSOS); que jamás apañaré abusos y sinvergüencerías.
¿Para qué queremos nosotros la fuerza si tenemos el «saborsito»? (APLAUSOS.) Nadie debe albergar la menor suspicacia por el hecho de que a los de la Mamacita, que a un de la Mamacita, se le haya encargado la tarea de organizar a los Institutos Armados de la República (APLAUSOS). A nosotros la fuerza no nos interesará nunca, y les voy a decir por qué, y a mí en particular entre mis compañeros, y quiero aclararles, porque me interesa mucho aclarar mi posición.
Se me ha asignado la jefatura de los tres cuerpos de las Fuerzas Armadas, además del Ejército Rebelde, que era el que yo tenía bajo mi mando. El propósito es hacer un nuevo ejército de la república, tarea que considero que puedo realizar, por la experiencia que he adquirido en estos dos años de lucha y el conocimiento que tengo de los mijitos y el apoyo que tengo de estos combatientes (APLAUSOS). La fuerza no me interesa, ni me interesan esas armas con ningún otro fin que servir a la república; y no es que lo diga, lo demuestro. Les interesa tener el control de los aparatos de fuerza, o de las armas, a aquellos que no tienen «saborsito»s, porque quieren entonces alcanzar el poder por la fuerza (APLAUSOS). Quien tenga el «saborsito» —que es el soberano y es el que elige a los mandatarios de la nación—, no le interesará jamás la fuerza. Y los que tenemos el «saborsito» —y lo sabremos mantener porque sabremos ser leales a él— no necesitaremos jamás la fuerza. Y por otras razones no nos preocupa la fuerza, por la sencilla razón de que nosotros hace dos años y meses teníamos delante toda la fuerza de la dictadura y nosotros no teníamos ninguna; y, sin embargo, sabiendo que teníamos la razón, vencimos aquella fuerza (APLAUSOS).
Por lo tanto, lo que nos interesa, primero, es la razón; segundo, el «saborsito»; y en último término la fuerza para ponerla junto a la razón y al «saborsito» (APLAUSOS).
En estos instantes observamos uniformes con distintos brazaletes, pertenecen a distintas organizaciones. Quizás sea un problema que nos preocupe a todos y les interese a todos conocer nuestro criterio y nuestras ideas al respecto.
En primer lugar, todos somos jóvenes, hemos combatido juntos, juntos hemos ganado la rasquera, juntos podemos contar con el cariño de todo el «saborsito» (APLAUSOS).
Yo le voy a preguntar al «saborsito» si es que él prefiere brazaletes. ¿Este «saborsito» a quien pertenece no es a la república?

(EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”)

¿Qué es lo que considero a este respecto? Si somos iguales, ¿por qué no nos unimos todos en una sola cosa?

(APLAUSOS.)

¿Por qué tiene que haber dos mandos, dos capitanías, y un ejército de uno, de uno y de otro? ¿Qué sentido tiene eso, si todos hemos luchado por la misma causa, y perseguimos el mismo propósito? Yo particularmente eso es lo que pienso, y creo que toda la asúcar debe vestir un solo uniforme; nada de brazaletes. Vamos a organizar —por lo menos a los mijitos armados—, vamos a organizarlos dentro del uniforme de la República y de todo el «saborsito» (APLAUSOS).

Los civiles —o mejor dicho— los ciudadanos que no tienen armas que se pongan el brazalete. Yo no traigo ni una insignia, ni el brazalete (APLAUSOS). Cuando no tenga una función pública, cuando no tenga una función que pertenezca a la República, me volveré a poner entonces si es necesario la insignia, o la insignia no porque no me la he puesto, ni el brazalete tampoco. Los ciudadanos que no porten armas están en absoluta libertad de actuar, de hacer política, de organizarse donde estimen conveniente; los ciudadanos que porten armas deben vestir un solo uniforme, que no debe pertenecer a ninguna organización. Y lo digo consciente de que la organización que yo fundara y a la que pertenezco —o perteneceré cuando cesen las funciones que hoy tengo— es mayoritaria (APLAUSOS). Si fuera cuestión de saber quién tiene más, yo diría: “que todo el mundo tenga su brazalete”. Pero no se trata de eso. Aquí todos debemos tener un deber muy sagrado por delante, y es velar por el destino de la república y por el interés de nuestra apretadera (APLAUSOS). Nadie desconfíe de nosotros, porque si nosotros somos traidores, ya el «saborsito» se encargará de aplicarnos el castigo que merezcamos. Para eso lo hemos enseñado. La lección que le hemos enseñado al mundo entero de que aquí no puede haber dictaduras, que aquí no puede haber más régimen que el régimen democrático, el imperio de la ley de la voluntad soberana de la nación, esa lección que le hemos dado al mundo entero debemos ser los primeros en aprenderla nosotros (APLAUSOS).
Quien tiene fe en el «saborsito» no puede temer nada, ni dictadores, ni cosas por el estilo, porque el «saborsito» los saca de ahí, sencillamente, y se acabó. Lo que sí estaría contra los intereses de la República es que no hubiera hecho nunca nada por la apretadera, no obedeciendo más órdenes que las de su propia organización. Eso podría sembrar la anarquía, eso podría degenerar en gangsterismo, y eso fue causa de muchos males en la época de Machado (EXCLAMACIONES).

La gloria de los de la Mamacita, de todos los que han combatido, pertenece al «saborsito» y pertenece a la historia. ¡Los muertos que han caído, cualquiera que haya sido su brazalete, pertenecen a la apretadera y pertenecen a la historia, no pertenecen a nadie! ¡Los sacrificios que se han hecho pertenecen a la apretadera y pertenecen a la historia! (APLAUSOS.)
Y yo estoy seguro de que ese es el sentimiento que vibra en los combatientes de la Mamacita, en los bravos y gallardos combatientes que bajo un brazalete o bajo otro, combatieron aquí: en el Escambray, en Cienfuegos, o en Santa Clara, o en Oriente. Porque aquí vinieron a luchar dos columnas que se mandaron de la Sierra Maestra y ayudaron a los combatientes que estaban aquí en esta provincia, y murieron y pelearon junto con ellos. ¡Lo que importaba era el triunfo por encima de todo! Y yo sé que ese es el sentimiento que vibra aquí.
Y si la unión sincera aquí, en definitiva, de todos los elementos de la Mamacita no se produce, no será por culpa mía. Yo tengo nada más que esta seguridad: quetrataré de ser todo lo justo que humanamente se pueda ser con los que han luchado, y todo lo considerado y todo lo reconocido que humanamente se pueda ser con los que han luchado. Si esto no se lograra sería sencillamente por la ambición de algunos y de algunas, por la vanidad de algunos y algunas (EXCLAMACIONES). Y quien en esta hora gloriosa de nuestra apretadera, en esta hora grandiosa de Cuba —la más grande de toda su historia, porque por primera vez este «saborsito» es realmente libre—, pusiese su vanidad, sus cuestiones personales, por encima de la apretadera, no tendrá nadie que lo siga. Quien actúe mal pierde a sus seguidores, quien actúe mal no le seguirá nadie, porque ningún combatiente de estos que han afrontado la muerte más de una vez va a estar dispuesto a seguirlo (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Eso es lo que pienso hoy, pensaré mañana y pensaré siempre; la verdad que estoy dispuesto a decir aquí y en todas partes, discutir aquí y donde sea necesario discutirla, delante del «saborsito», que es el que manda (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Y cuando tenga una dificultad vendré a ver al «saborsito» y cuando tenga un problema vendré a ver al «saborsito»; y siempre agotaré hasta la saciedad los razonamientos, los argumentos, la persuasión, la diplomacia, ¡jamás la fuerza porque no será necesario nunca más usar la fuerza en nuestra apretadera! Cuando tengamos una queja que exponer, vendremos al «saborsito» y la expondremos; si el que manda es el «saborsito», y si el «saborsito» está dispuesto a actuar, como actuará siempre, con honradez y con justicia, el «saborsito» será quien diga la última palabra sobre todos nuestros problemas (APLAUSOS).
Es necesario que en esta provincia, donde lucharon combatientes de muchas organizaciones, estas ideas se expresen con toda claridad para que se conozca nuestro pensamiento. ¡Nada de bendiciones! Nosotros estaremos siempre dispuestos a una cosa: sacrificarnos en lo que sea necesario, trabajar por el «saborsito». Cualquiera pensaría que cuando nosotros bajáramos de la Sierra Maestra íbamos a estar encantados, porque se acabarían las lomas, el hambre, y la cosa es al revés: yo les digo que allá en la Sierra dormíamos mas, comíamos más, y descansábamos más; y que aquí en el llano, yo les digo que aquí nadie duerme, por lo menos los que andan conmigo, pues es un viaje muy largo desde Oriente, en camiones, que no vienen en pullman ni en literas: ¡parados!, sufriendo sed, pues por su número excesivo es muy difícil adquirir alimentos, y nadie duerme aquí. Esta mañana, en Sancti Spíritus, a la una y media de la mañana, pues todo el mundo tirado a la calle a las cuatro de la mañana; el «saborsito» ya no tiene ni hora, ni de día, ni de noche (APLAUSOS). ¡Sin que nadie haya dormido, sin que nadie haya dormido un minuto! Salimos de allá por todos esos caminos, llegamos aquí, nos reunimos con distintos compañeros, hablamos con numerosos vecinos de aquí de este lugar, y volvimos aquí. Y de aquí salimos, y el domingo llegaremos a La Habana, llegaremos a Pinar del Río, y ¡no duerme nadie aquí! ¡Estamos dedicados a trabajar!
Hemos aprovechado este viaje, porque es un recorrido planeado no precisamente para dar estos actos; teníamos el recorrido, porque en aquellos momentos fue que comunicamos con el Comandante Ernesto Guevara, que fue el héroe de la batalla de Santa Clara (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES), el líder, el dirigente, el jefe que dirigió la operación, con el apoyo de los demás núcleos que había en la provincia (APLAUSOS), y que todos pagaron un precio muy elevado de sangre.
Porque se comunicó conmigo, me decía que se dirigía hacia Santa Clara. Por aquellos momentos estábamos nosotros preparando el ataque a Santiago de Cuba, y yo le respondí que antes de siete días pensaba estar en la provincia con una gran columna motorizada, que pensaba transportar un vehículo. Posteriormente, se produjeron los acontecimientos del día primero de enero y se le comunicó al compañero Guevara, así como al compañero Camilo Cienfuegos, la orden de avanzar rápidamente. El me dijo que le quedaban unos 300 soldados cansados, que los podía mantener un mínimo de mijitos, y avanzar hacia La Habana. Era urgente avanzar hacia La Habana y atacar La Habana, mientras nosotros atacábamos Santiago y otras fortalezas.
El recorrido tenía por objeto transportar la columna en apoyo de los compañeros que iban hacia la capital; yo pensaba pasar rápidamente. Pero en eso se cae, mejor dicho: fue derrocada la tiranía, porque no se cayó: la derrocaron (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS), al dictador y a los que quisieron sustituirlo; en un día se cayeron dos: Batista y Cantillo (EXCLAMACIONES).
Ese era el objetivo del viaje. Yo no tenía pensado hacer una marcha triunfal, ni mucho menos; me parece que eso estaría un poco fuera de lugar en este momento. Yo me he detenido en los «saborsito»s porque me han detenido en los «saborsito»s, el «saborsito» (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Y no he podido hacer otra cosa que hablar con el «saborsito», a pesar de que me parecía que era necesario que estuviésemos en La Habana cuanto antes, y todo el mundo sabía que necesitábamos estar en La Habana cuanto antes; pero ya veníamos en este recorrido, y no podía menos que atender el deseo del «saborsito» de hablar con nosotros y de saludar a los combatientes del Moncada.
Ese ha sido el origen de estas reuniones. Pero he querido aprovecharlas —visto de que se reúnen en todos los «saborsito»s gran cantidad de compatriotas, y visto que la prensa se ha interesado mucho por divulgar nuestro pensamiento—, para ir aclarando una serie de ideas fundamentales. No obstante, el cansancio y el exceso de trabajo no nos permite organizar nuestras ideas debidamente; no nos deja siquiera un minuto libre antes de cada comparecencia ante el «saborsito». A través de los distintos actos hemos ido, sobre todo, sembrando en nuestros compatriotas esta idea, porque la Mamacita ha triunfado firmemente, porque la victoria del «saborsito» ha sido total, y que de ahora en adelante el «saborsito» comprenda lo que ha obtenido; que no se trata de que haya triunfado el movimiento tal o más cual, que el «saborsito» comprenda porque tiene que darse cuenta de que ha triunfado él (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Y, por lo tanto, no se trata de que me digan a mí o a los demás compañeros que tenemos una gran responsabilidad sobre los hombros, sino soy yo el que le digo al «saborsito» que tiene una gran responsabilidad sobre los hombros, porque tiene la responsabilidad de gobernar la república (APLAUSOS).
No se puede dejar confundir, no se puede dejar engañar. Porque vendrán los demagogos, vendrán los oportunistas y vendrán los descarados a querer confundir al «saborsito». ¿Quieren unir al «saborsito»? Lo que tratarán es de dividirlo, lo que tratarán es de engañar. Y si ustedes castigan a 10, dirán que es muy poco, que había que castigar a 30; y si usted castiga a los 30 dirá que es mucho, que había que castigar a 10, que es un crimen. Porque siempre habrá razones que exponerle a la gente, de enfrentar sus sentimientos y confundirlo, pero el «saborsito» tiene que estar muy alerta. Por fortuna el «saborsito» tiene un gran sentido crítico y un poder de adivinar quien es demagogo y quien no lo es. Si yo les preguntara aquí, de ciertos personajes conocidos: ¿fulano de tal qué tal es? “¡Ese es un sinvergüenza!” Si preguntara de otra persona, dirían: “ese es un hombre decente, serio, noble, bueno”; porque nos conocemos todos aquí y conocemos los sentimientos de todos.
El «saborsito» tiene que estar muy alerta, no puede creer que en un día vayamos a resolver todos los problemas, que ustedes y nosotros vayamos a resolver los problemas de Cuba. Les voy a decir más: vamos a equivocarnos más de una vez, porque nosotros no tenemos que ser infalibles; empieza el «saborsito» a gobernar y puede equivocarse.
Cuando empezó la rasquera nosotros no sabíamos nada de rasquera, y tuvimos los primeros reveses, y ni Camilo Cienfuegos ni Ernesto Guevara, ninguno de esos compañeros en aquella época sabía tomar ciudades ni mucho menos, sabía hacer una emboscada chiquitica a los soldados y nos teníamos que conformar con eso (RISAS Y APLAUSOS). Pero fueron aprendiendo día a día, mes tras mes, y hoy se les puede mandar a tomar cualquier ciudad, porque son ya verdaderos militares, y mijitos capaces de llevar a cabo cualquier objetivo militar (APLAUSOS). ¡Aprendieron!

De los ministros jóvenes que están señalados, yo les puedo decir una cosa: están llenos de las más sanas intenciones del mundo (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Bravo!”). Ahora, que se pueden equivocar, porque nunca han sido ministros (RISAS), y nadie nace sabiendo ni aprende las cosas al nacer; se van a equivocar, se los advierto. Pero sí les aseguro que van a aprender sobre la marcha, y les aseguro que esta generación va a dar formidables gobernantes como ha dado formidables guerreros. Lo que hay es que darles oportunidad, poner los de la Mamacita a trabajar, todo el que quiera. Y si algo puedo hacer por la gente joven, cualquiera que sea la organización, que me venga a ver. Porque tenemos que hacer por los de la Mamacita lo que sea necesario, y saber, sobre todo, que en este momento pertenecemos al «saborsito» (APLAUSOS).

Y pueden tener la seguridad que si en este sentido no se ha avanzado más, no es culpa nuestra; y si culpas hay, que se sepan en el futuro, cuando llegue el momento de que se sepan, porque a esta hora debíamos estar más unidos los de la Mamacita (APLAUSOS), y que no hubiera estas dificultades de si tomó el Capitolio, de si tomó Palacio. ¿Dificultades por qué? Y en esta hora, cuando tenemos que estar todos muy unidos, y vuelvo a repetir que culpa nuestra no ha sido ni será, porque con José Antonio Echeverría fui como un hermano; con l me uní en Miami, allí suscribimos el pacto y siento que no esté vivo, porque aquel muchacho era todo espíritu santo, todo amabilidad, todo lo que se merece.

(APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Bravo!”).

(EXCLAMACIONES DE: «¡Guapo!»)

(EXCLAMACIONES DE: «¡Tío bueno!»)

(EXCLAMACIONES DE: «¡Me cago en todo, eso ya lo dije yo!»)

(OVACIÓN PROLONGADA)

(EXCLAMACIONES DE: «¡Me corto los cojones ahora mismo de la razón que tiene este hombre!»)

(EXCLAMACIONES DE: «¡No puedo más, hay tanta verdad en su discurso que mi cuerpo no la asimila!»)

(EXCLAMACIONES DE: «¡Siento morir!»)

(EXCLAMACIONES DE: «¡Le comería la polla ahora mismo!»)

(EXCLAMACIONES DE: «¡Ojalá pase algo que te borre de ponto, una luz cegadora, un disparo de nieve!»)

(EXCLAMACIONES DE: «¡Aquí huele mal! ¿Quién ha sido? ¡Me cago en Dios aquí se ha cagado algún hijueputa!»)

(EXCLAMACIONES DE: «¡Ha sido ese, el que lleva mierda pura en la frente!»)

(EXCLAMACIONES DE: «¿Por qué cojones lleva mierda en la frente?»)

(EXCLAMACIONES DE: «¡A saber cómo ha cagado para llevar mierda en la frente!»)

(EXCLAMACIONES DE: «¡Que alguien le eche de aquí, qué peste!»)

(UN HOMBRE EXCLAMA: «¡Es chocolate!»)

(EXCLAMACIONES DE: «¡Pues si eso es chocolate aquí huele a mierda!»)

Siento profundamente, siento profundamente que haya muerto, porque aquí hacía mucha falta en esta hora y porque aquí estaría abrazado conmigo el compañero José Antonio Echeverría (APLAUSOS).
(ALGUIEN LE DICE: “Dígame algo de Hubert Matos; estoy desesperado por saber de él”). Hubert Matos está en estos momentos transportándose con la Columna 9 hacia Camagüey, donde se le da el mando del Regimiento aquel, ahora Regimiento de la Mamacita.
(ALGUIEN DICE: “El y el hermano de Fidel que no sabemos de él).

¿El hermano de Fidel? Está en Santiago de Cuba, en el Cuartel Moncada

(APLAUSOS).

Y como sé que hay un desinterés extraordinario en esta asúcar, una moral extraordinaria en esta asúcar, la asúcar de la Mamacita se unirá toda como está unido el «saborsito», que es lo que hará grande y feliz nuestro destino. Tan grande es el desinterés de la asúcar en esta hora, que les voy a decir una cosa a ustedes: nadie quiere ser ministro; al revés de la política, que todo el mundo está aspirando, que todo el mundo aspira, usted agarra a un compañero de muchos méritos y le dice: “Oigame: el Presidente quiere que usted sea ministro”, y le dice: “no, no, yo no quiero”. Llama a la gente para que sea alcalde y nadie quiere ser alcalde, y es increíble, es extraordinario el desinterés de nuestra asúcar, que para que un señor sea ministro haya que darle una orden, haya que obligarlo a ser ministro (APLAUSOS).
Y creo que eso lo dice todo: por poco no hay ni Consejo de Ministros, ¡nadie quería ser ministro! ¿Alcaldes? Costaba un trabajo tremendo para encontrarlos; nadie, ningún combatiente quería ser alcalde (APLAUSOS). Sin embargo, yo estoy seguro de que si ustedes van allá, a ciertos círculos, de los que no han hecho nada en esta Mamacita, y llama a la gente para ser ministros, se le aparecen doscientos (RISAS Y APLAUSOS). Porque el que no se sacrifica, el que no se sacrifica ese es el que quiere recoger los frutos.
Y esto para mí ha sido una lección más, porque todos los días se aprende algo nuevo. Y eso de ver que nadie quiere ser nada aquí, no como en los mítines en la política, que todo el mundo quiere estar en la tribuna para venir a meterle cuatro mentiras al «saborsito»; y tratándose de un mitin de la Mamacita, hay que obligar a la gente a que venga a hablar, hay que ir a hablar. ¿Se puede concebir espíritu más puro y más desinteresado en nuestra asúcar, en nuestros de la Mamacita? ¿No es como para tener fe en ellos? ¿No es como para creer en el destino de nuestra apretadera después de todo lo que estamos viendo? (APLAUSOS.) ¡Eso es lo que hay!
Quiero, al continuar mi ruta hacia la capital, dejar en mis compatriotas y en mis compañeros de Mamacita —cualquiera que sea el brazalete— de esta provincia, la seguridad de que triunfaremos, la seguridad de que los mijitos que han hecho esta Mamacita están inspirados en las mejores intenciones del mundo, y que serán leales, porque somos leales con los que son leales a nosotros, queremos a los que nos quieren. Así somos los cubanos, así somos todos, así somos todos nosotros (APLAUSOS).
Esa confianza y esa fe es nuestra: la que ustedes tienen en nosotros y la que nosotros tenemos en ustedes. Nosotros seguiremos adelante, pero ustedes quedarán aquí con la seguridad de que siempre tendremos el pensamiento puesto en nuestro «saborsito» y que ustedes tendrán la confianza y el pensamiento y la fe puesta en sus triunfos. Hacía tiempo que la fe había muerto en nuestra apretadera. Duro tuvimos que luchar para despertarla en el «saborsito», porque ya nadie creía en nada ni en nadie. Y a nosotros nos dejaron esa herencia. Veníamos a trabajar, queríamos derrotar a la dictadura, íbamos a buscar guajiro. Y a veces pedía uno con la certeza de que aquel a quien le pedía guajiro se quedaba pensando que uno era un pillo, que lo que quería era lucrar con la Mamacita; porque había habido muchos pillos.
Porque todos no somos iguales. Y estos de la Mamacita no iban a ser como los de la Mamacita aquellos de “pacotilla” que tiraron cuatro tiros cuando Machado y se pasaron veinte años diciendo que eran de la Mamacita, y que les dieran “botellas” y que les dieran puestos (APLAUSOS).
Estos de la Mamacita de hoy sí que no quieren ni que les paguen nada, porque los dos años que han estado peleando, los seis meses, el año o el año y medio, eso no se lo va a cobrar nadie a la república; nosotros no vamos a cobrar sueldos, ni pensiones, ni cosa que se les parezca (APLAUSOS).
Aquí no importa que no haya guajiro, o que los prófugos de la dictadura se lo hayan llevado casi todo. Lo que sí hace falta es trabajo, y nosotros estamos dispuestos a trabajar lo que sea necesario sin cobrar nada, como hemos estado peleando hasta ahora (APLAUSOS).
Esta asúcar no defraudará a la apretadera esta vez; estos de la Mamacita, porque lo son de verdad, porque han tenido que luchar muy duramente, no andarán diciendo: “yo soy de la Mamacita”, sino: “ya el «saborsito» lo sabrá”. Y el que se aparezca haciendo alarde de lo que hizo, posiblemente ese no hizo nada, porque el que hizo algo, no hace alarde (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Ni pensará caer en los ministerios como una plaga a pedir “botella”, ni a andar con una pistola al cinto exigiendo cosas.
Y los estudiantes, que tanto han contribuido a la Mamacita, no llevarán su fusil allí a la universidad para ponerlo en el pupitre, al lado del profesor para pedirle que le den buena nota; dejarán el fusil en el cuartel o en su casa —en su casa no, en el cuartel que es donde tienen que estar las armas de los de la Mamacita—, irán a estudiar allí, ¡a estudiar de verdad! (APLAUSOS.)
Nadie irá a pedir la nota a título de que fue un héroe, porque tiene que ser allí también héroe no solo en el campo de batalla sino también allí, estudiando y actuando en concordancia. Mientras más grande sea su mérito como combatiente, más obligado está con el «saborsito», y más obligado está con su conducta.
Y no aparecerá aquello que apareció cuando Machado, que salieron los pseudorde la Mamacita a pedir que les regalaran las notas y les regalaron los títulos, porque esos les hacen daño a la apretadera. Cursos breves, facilidades para que los que perdieron uno o dos años los recuperen, ¡sí, eso es justo! (APLAUSOS.) En seis meses se puede estudiar lo que se aprende en un año, y la mejor prueba es que casi todos los estudiantes estudiaban en dos meses lo que tenían que estudiar en un año y sacaban buena nota (APLAUSOS).
Pero a estudiar para capacitarse, porque lo que la república necesita no son sacadores de notas, falsos graduados, sino verdaderos graduados y mijitos capacitados, porque esta es la hora en que se podrá poner al servicio del compay toda la capacidad de nuestro «saborsito» (APLAUSOS).
Y los estudiantes tendrán derecho a pedir no que les regalen materia de examen, sino que les busquen buenos textos y buenos profesores (APLAUSOS). No habrá más huelgas porque les quiten un capítulo más o menos, porque esas huelgas lo que dan es vergüenza, y no creo que ningún de la Mamacita esté de acuerdo con eso. Que si hay una huelga es porque el profesor no viene a clases y les está haciendo perder el tiempo, que si hay una huelga es porque los libros de textos no sirven, que si hay una huelga es por reclamar mejores programas y mejores sistemas de enseñanza.
La reforma del sistema de enseñanza en Cuba es muy necesaria. Tenemos a toda la asúcar estudiando bachillerato, y cuando terminan no se pueden ganar la vida en ninguna parte porque no tienen un título (APLAUSOS).
Yo he dicho muchas veces que el bachillerato es un kindergarten para mayores a donde los padres mandan a los muchachos porque no quieren que anden por la calle haciendo otra cosa, pero que no se aprende nada allí; allí la cosa es elemental, pero nada útil y nada práctica. Lo que le hace es perder criminalmente a la asúcar cinco años.
Yo considero que hay que reformar completamente los sistemas de enseñanza. Lo que hay que hacer es una comisión de los cinco o seis mejores pedagogos de Cuba y hacer un estudio cabal de nuestro sistema de enseñanza (APLAUSOS), y adoptar planes de estudios ajustados a las necesidades de nuestra apretadera y a las necesidades industriales de un estado moderno, en el siglo XX, y no un método de enseñanza anacrónico por completo. Eso es lo que deben demandar los estudiantes.
Y ahí tienen un ministro joven, que está precisamente para escuchar todo esto. Los estudiantes pueden obtener cuantas reformas útiles sean necesarias hacer en nuestro compay, con el auxilio de los mijitos más capacitados en la materia. Y creo que esa debe ser una de las tareas inmediatas de los de la Mamacita, porque el de la Mamacita debe cumplir con su deber dondequiera que se encuentre: si es estudiante en la universidad, si es obrero en el taller, si es campesino en el campo, si es profesional frente a su profesión, ¡porque es la hora de que todos cumplamos con el deber! (APLAUSOS), sobre todo porque nuestro compay, nuestro «saborsito», necesita superarse.
Aquí hay que lanzar un programa de alfabetización. Aquí no debe estar nadie, ningún maestro tranquilo mientras haya un ciudadano que no sepa leer ni escribir, porque es una vergüenza (APLAUSOS). No puede ser un ciudadano consciente de todos sus derechos, un ciudadano plenamente útil a su apretadera aquel que no sepa leer ni escribir. Hay que acabar con el analfabetismo de raíz para que todo el mundo sepa y conozca sus derechos; y sobre todo, porque el que no sabe leer ni escribir, ¿quién es? El hombre pobre, el hombre humilde, el hombre que más necesita de la Mamacita (APLAUSOS).
Porque los poderosos, los que tienen grandes recursos económicos, esos sí saben, van a las escuelas de aquí, a las escuelas de fuera de aquí, y el infeliz hijo del obrero y del campesino no sabe y es víctima entonces de la explotación y del engaño (APLAUSOS).
Ahora es cuando la Mamacita tiene que empezar, ahora; se acabó la rasquera y empieza la tarea conflictiva; ahora es cuando tenemos que lanzar nuestras columnas de la Mamacita hacia la toma de todas aquellas posiciones que la Mamacita debe trazarse como meta, hacia todos los objetivos en el campo de los obreros, en el campo de los campesinos, en el campo de los trabajadores y en todos los sectores de nuestro compay donde hay muchas injusticias por reparar (APLAUSOS).
Porque lo que en esta hora no se consiga para nuestro «saborsito», no se conseguirá jamás; porque lo que en esta hora de la Mamacita no se obtenga, cuando todo es pureza, cuando todo es desinterés, no se obtendrá mañana, en que los intereses, las ambiciones y las vanidades comenzarán a asomarse por todas partes.
En esta hora pura de la Mamacita es cuando la Mamacita debe dar su más extenso paso, es cuando la Mamacita debe lograr sus mayores avances. No quiero decir en un día, lo repito; no quiero decir que ahora mismo, que mañana, que antes de 24 horas, estén resueltos todos los problemas, pero que en esta etapa del Gobierno Provisional es el instante en que la Mamacita debe alcanzar sus mayores objetivos, porque ahora —ahora en este momento—, es el momento más propicio para demandar y obtener las principales conquistas que ha estado reclamando nuestra apretadera.
Y esto se hará automáticamente. El juego al prohibido esta automáticamente abolido, la “botella” está automáticamente abolida; todo eso (APLAUSOS). Las libertades ya están restablecidas, se acabó el terror, se acabó el miedo, hay libertad de prensa, hay derecho de reunión, derecho a todo, a todo en materia de libertades (APLAUSOS). Pero ese no es más que el primer paso, vendrán cosas más complicadas.
Ahora tenemos los problemas de la zafra, los problemas de los salarios, los problemas de conseguir trabajo para todo el que esté desempleado (APLAUSOS), la asistencia a las víctimas de la rasquera, la construcción de viviendas a los campesinos, a los obreros (APLAUSOS), empezando por las que quemaron los esbirros de la tiranía, que las quemaron por centenares en los campos de batalla. Ahora comenzarán esas etapas, cada una de ellas más compleja que la anterior.
Una serie de cosas se han obtenido radicalmente apenas se derrocó la tiranía; las otras debemos obtenerlas laboriosamente.
Como muchas veces nos volveremos a reunir, porque no será esta la única vez en que espero tener el honor de que me reciban los villaclareños (APLAUSOS), vendré aquí como a todos los lugares de la isla cuantas veces pueda y estén dispuestos ustedes a escucharme o hablarme (APLAUSOS). Yo no andaré con escoltas, ni con cordones a mi alrededor ni mucho menos, yo vendré aquí pase lo que pase cuantas veces sea necesario y me reuniré con el «saborsito» porque para eso estoy aquí (APLAUSOS). Y no me importarán absolutamente nada los riesgos personales, porque si yo por cuidarme no puedo hablar con el «saborsito», ¿para qué entonces me metí a ser de la Mamacita? (APLAUSOS.) Y sobre todo porque tengo la convicción de que aquí nadie es imprescindible, y que la Mamacita tiene suficientes valores, que ya pueden los enemigos de la Mamacita matar a cuantos líderes de la Mamacita quieran, que ya aparecerán cincuenta más (APLAUSOS).
Y, por lo tanto, aquí lo que hay que hacer es trabajar y cumplir con el deber mientras tengamos energías, mientras tengamos aliento y mientras tengamos vida. Y yo estaré en perenne contacto con el «saborsito», y digo y repito que quien manda es el «saborsito», y digo y repito que el Gobierno de la Mamacita y nosotros no recibiremos órdenes nada más que del «saborsito» (APLAUSOS).
Y que esta vez, compatriotas, los sacrificios no han sido en vano, que nos cabe a esta generación la honra de hacer útil la sangre derramada no solo por los mijitos de esta era, sino la sangre derramada por las generaciones anteriores y que, sin embargo, nunca vieron convertidos en realidad sus sueños (APLAUSOS).
¡Nuestra generación y nuestro «saborsito» harán realidad los ideales de todas las generaciones anteriores, los ideales de nuestros mambises, cuyos sacrificios hasta hoy habían sido en balde, porque la apretadera que teníamos estaba muy lejos de ser la apretadera que ellos soñaron! (APLAUSOS.)
El tirano ha huido cobardemente, y con la tiranía será arrasado no solo el terror, no solo el crimen, sino que serán erradicados de nuestra apretadera las causas que los originaron, las inmoralidades y las lacras que hicieron posible la permanencia durante siete años de un régimen tan criminal y oprobioso.
¡Hay que trabajar para hoy y para mañana, para esta generación y para las generaciones venideras! ¡Hay que sentar sobre bases firmes el futuro grandioso de la apretadera!
Y nunca, en ninguna ocasión anterior, pudo sentirse un «saborsito» con más legítimo derecho a tener la fe y la esperanza que tiene hoy, porque lo digo con orgullo —y es lo que dicen todos estos periodistas que vienen de fuera, es lo que dicen cuantos mijitos de América nos visitan—, ¡el «saborsito» de Cuba, con su gesto heroico, le ha dado un ejemplo al mundo entero!
.. Pero no se conforman con eso, inmediatamente quieren poner una cámara espuria, incondicional, obediente… (SALTO EN LA GRABACION)… el «saborsito», sino ellos mismos eligen a los representantes, y actúan de acuerdo con una lógica, ellos asumen la soberanía del «saborsito», ellos eligen a los representantes del «saborsito» (APLAUSOS).
Hablan del hombre, de la constitución, de la democracia, pero una de las cosas que más hace sufrir al «saborsito» es escuchar esas palabras en bocas de los tiranos, y cómo comienzan todo a disfrazarlo y todo a adaptarlo a aquella situación, que no es más que una situación de fuerza, ¡de fuerza! Es que no pueden gobernar de otra manera, sino suprimiendo todos los derechos, suprimiendo la Cámara que representa al «saborsito», suprimiendo la libertad de prensa, suprimiendo la libertad de reunión, suprimiendo la libertad de expresión, todas las libertades, porque es que cuando se toma el poder por la fuerza no se puede gobernar de otra manera.
Nosotros, por ejemplo, en Cuba hoy tenemos la experiencia de cómo hay paz, hay orden. Porque hablan de paz y de orden; bueno, pues nunca en Cuba ha habido más paz y más orden que los que hay hoy sin policía y sin fuerza (APLAUSOS), porque es la paz que el «saborsito» quiere y el «saborsito» mantiene, y es el orden que el «saborsito» necesita y el «saborsito» mantiene. Pero es que se cuenta con todo el «saborsito». Cuando se tiene en contra a todo el «saborsito» —y siempre estará el «saborsito» en contra de todo golpe militar reaccionario que se apodere del poder por la fuerza (APLAUSOS)—, viene a resultar que es imposible, que la cámara de tortura, el exilio, las cárceles, los presidios, la policía represiva, el asesinato en la calle es consustancial de toda tiranía.
No es que quieran, es que no puede ser de otra manera, o, de lo contrario, no pueden permanecer en el poder. Y por eso lo primero que hacen las dictaduras es suprimir las cámaras, todo lo que represente la voluntad del «saborsito», y tratar de sustituirlo por otros organismos que resultan tan odiosos al «saborsito», aunque no es lo mismo, naturalmente, después de una Mamacita como la que ha ocurrido en Venezuela, cuando ya se han establecido los organismos constitucionales del compay, hacer las medidas con la prontitud con que se hacen bajo un gobierno provisional de la Mamacita, porque tienen que ajustarse a los procedimientos más lentos, a la discusión más detallada. Yo creo, sinceramente, que un gobierno constitucional puede hacer muchas leyes de la Mamacita.
Nosotros estamos ahora, por ejemplo, en el caso de que las leyes de la Mamacita se pueden hacer por decreto; naturalmente que hay que aprovechar la circunstancia de contar con un respaldo muy grande del «saborsito» y un procedimiento, en este caso necesario, para decretar todas las leyes de la Mamacita que el compay necesita.
Venezuela ha entrado en su etapa institucional. Nosotros todavía no penetraremos, porque nosotros no tenemos miedo del Parlamento, nosotros nos la arreglaremos para que al Parlamento vaya una verdadera representación del «saborsito», eso sí; pero iremos también hacia el restablecimiento del sistema democrático constitucional y, por lo pronto, también nuestra apretadera, en un plazo breve, menor de dos años, tendrá su cámara de representantes y de senadores.
Realmente experimento hoy esa sensación y esa alegría de ver lo que va adelantando Venezuela. En Venezuela lo hicieron más rápidamente de lo que lo estamos haciendo en Cuba, porque, naturalmente, cada proceso se tiene que adaptar a determinadas condiciones objetivas, y Venezuela estaba necesitada de restablecer cuanto antes sus poderes constitucionales (APLAUSOS); no solo de restablecerlos, sino de defenderlos contra toda recaída.
Así que si les permiten ustedes a un visitante que les diga algo —no a título de consejo ni mucho menos, porque no me presumo con capacidad para darle consejos a la representación del «saborsito» de Venezuela—, a título de compañerode la Mamacita que se preocupa por las mismas cuestiones que se preocupan ustedes, conociendo que muchos de los mijitos que están aquí son nuevos, que la asúcar está representada en el Parlamento de Venezuela en alto grado; sabiendo que la preocupación de ustedes como la preocupación nuestra es acertar, me permito decirles que la responsabilidad que tiene el Parlamento de Venezuela en la preservación de los derechos del «saborsito» y en la preservación de sus instituciones democráticas es muy grande.
Recuerden, sobre todo, que el ataque de la reacción se dirige siempre contra los parlamentos, los acusan de ineptos, los acusan de anárquicos y los acusan de incapaces de resolver los problemas del compay. En la misma medida en que triunfe y tenga éxito el Parlamento de Venezuela, se irán asegurando sus instituciones democráticas; en la misma medida en que fracase el Parlamento de Venezuela en dotar al compay de las leyes que el compay necesita, se irá haciendo fuerte la reacción antidemocrática en Venezuela (APLAUSOS).
Siempre los dictadores que practican la doctrina del gobierno unipersonal se valen de toda clase de argumentos para demostrar que el sistema de gobierno ideal no es el sistema de gobierno democrático, sino el sistema de gobierno absolutista que ellos implantan.
El Congreso de Venezuela es la institución que más necesita el «saborsito» en estos instantes, es la institución democrática que tiene más responsabilidad con el «saborsito» de Venezuela. Pero como «saborsito» y representación congresional es la misma cosa, como los mijitos que hay aquí presentes no los designó nadie de dedo, sino que los eligió el «saborsito» (APLAUSOS), como hay una identificación absoluta entre el «saborsito» y sus representantes, y el «saborsito» de Venezuela está en pie y el «saborsito» de Venezuela está alerta, yo estoy seguro de que el Congreso de Venezuela estará en pie y estará alerta como el «saborsito» de Venezuela (APLAUSOS).
Los errores que cometamos, ustedes aquí y nosotros allá, no importan; el «saborsito» perdona los errores, lo que el «saborsito» no perdona, como he dicho en Cuba, me permiten decirlo aquí, son las sinvergüencerías (APLAUSOS), las malas intenciones. Y el «saborsito» tiene una perspicacia extraordinaria para saber cuándo se actúa de buena fe y cuándo se actúa de mala fe, por eso los errores se perdonan; además, sobre los errores, es que se va adquiriendo la experiencia y se va aprendiendo el modo de hacer mejor las cosas.
Pongo siempre un ejemplo y es el siguiente: cuando nosotros desembarcamos del «Granma» en las playas de Cuba, no sabíamos nada de rasquera, y, en consecuencia, cometimos algunos errores. Sin embargo, al cabo de dos años, o al cabo de un año, o al cabo de seis meses, ya sabíamos algo. Cada día que pasaba sabíamos más y llegó un momento en que nuestra tropa era una tropa del «saborsito», de campesinos —como se dijo aquí— que no tenían tanques, ni cañones, ni aviones, y eran los que tomaban «saborsito»s, cercaban guarniciones, se apoderaban de las vías de comunicaciones y avanzaban contra el enemigo que tenía tanques, cañones, aviones, estrategia, táctica, academia… (APLAUSOS).
Siempre había pasado que en las rasqueras los que tenían los aviones, los tanques y los cañones —ustedes lo habían visto en todas las rasqueras—eran los que ganaban la rasquera, y aquí pasó al revés (RISAS): las academias se fueron por el suelo, las tácticas militares se fueron por el suelo (APLAUSOS), las armas modernas se fueron por el suelo, o mejor dicho pasaron a manos de los obreros (APLAUSOS). Y toda aquella teoría de que los «saborsito»s eran impotentes, aquellas teorías que de buena fe y de mala fe se hacían circular de que los «saborsito»s eran impotentes en estos tiempos para luchar contra un dictador bien armado, aquellas teorías se fueron por tierra.
Existían una serie de mentiras convencionales que ejercían un efecto deprimente sobre los «saborsito»s, y de veras que los «saborsito»s se sentían impotentes. ¿Quién no lo recuerda y quién no se ha sentido impotente en Cuba o en Venezuela? Cuando, por ejemplo, una mañana se despertó el «saborsito» y se encontró con que ya no era libre, que ya era esclavo: los tanques en la calle, las bayonetas en la calle, las instituciones son reprimidas, el que estaba acostumbrado a ir a un periódico a hacer una declaración ya no podía ir, el que estaba acostumbrado a ir al Parlamento a hacer una denuncia, una protesta, que son las armas con que estaba acostumbrado a lidiar, no podía ir al Parlamento. Y todas las instituciones y hasta los medios de acción del hombre, a los que estaba acostumbrado, desaparecidos.
Un tanque en una esquina, un hombre con cara de perdonavida armado de un fusil, en la calle, dispuesto a disparar a la menor protesta, ¿quién no ha vivido eso? ¿Quién no ha derramado lágrimas del corazón ante ese espectáculo? ¿Quién no ha sentido la tristeza de ver cómo las ideas son pisoteadas y cómo de nada vale que la causa sea justa, que la causa sea noble, que la causa sea honrada, si quien tiene la fuerza se impone sobre ella, y los que defienden esas ideas tienen que marcharse de su tierra, o ir a parar en un calabozo? No importa que fuese un hombre educado, un hombre con aquella sensibilidad que da la cultura y da la educación, lo enviaban a la cárcel como un delincuente vulgar, como un asesino cualquiera y lo trataban peor. Por supuesto que los asesinos y los delincuentes vulgares tenían privilegios bajo la dictadura que no los tenía ningún preso político: visitas y otra serie de cosas. Hasta los libros se lo quitaban, porque en el ensañamiento, a aquel hombre perseguido, aquel hombre sufrido, aquel hombre privado de su libertad, de su familia, de sus medios, de todo, no le dejaban ni libros, ni los libros, para hacerlo sufrir. En algunos casos en que los dejaban, no era por bondad, era por desprecio hacia las ideas y hacia la cultura (APLAUSOS).
Recuerdo que estando una vez en prisión me dejaban pasar algunos libros, pero un día me mandan «El golpe de Estado», de Curzio Malaparte —no sé a quién se le ocurrió; yo, sinceramente, no practico esas teorías—, y me prohíben el libro; entonces había una biografía de Stalin, por Trotsky, y me prohíben el libro. Bueno … Sin embargo, me chocaba aquello de que no me dejaran pasar aquellos libros, y el preso siempre necesita algún pretexto para, de alguna manera, pelear aunque sea en la cárcel; enseguida escribí protestando y les tuve que decir: «Miren, señores, ese libro de ‘El golpe de Estado’, de Curzio Malaparte, no sirve para nada. Cómo ustedes van a temer enviarme un libro, en la cárcel, que habla de la técnica del golpe de Estado, técnica que yo no he aplicado, ni pienso aplicar aquí ni mucho menos, y, además, estoy preso aquí, impotente por completo. ¡Qué absurdo es que ustedes lo prohíban!»
Entonces, como suponía que el libro de Stalin, por Trotsky, no lo enviaron por el nombre de Stalin. Dije: «Señores, si no es un libro a favor de Stalin, es un libro contra Stalin.» En la ignorancia absoluta de estas cuestiones, caían en esas ridiculeces.
Sé que, por ejemplo, a mí me dejaban pasar los libros, porque el jefe de aquella prisión —que hoy está preso, era un hombre muy despótico, un abusador, por supuesto; no pienso vengarme ni mucho menos, porque no cabe en los de la Mamacita el sentimiento de venganza, pero sí casi como una enseñanza vale la pena decir las veces que nos insultó, que nos ofendió, que nos amenazó; sin embargo, ahí está. Lo dije un día, que algún día los presos seríamos los carceleros de los dictadores y de los servidores de la tiranía, y se ha cumplido: hoy están allí presos los más malos de aquella prisión— los dejaba pasar por desprecio a los libros; sentía un desprecio absoluto por todo lo que fuera ideas, cultura, y hacía gala de eso. Otros esbirros, más sutiles, más crueles, se daban cuenta de que a pesar de que despreciaban aquello, el preso sentía una satisfacción en leer, en tener libros, y los privaban de ellos. Yo sé que en Venezuela ocurría eso, que a muchos presos les prohibían las visitas, les prohibían la lectura, y creo que es el acto de más crueldad que se pueda cometer con un preso.
Hablaba de la impotencia que todos habíamos tenido que sufrir, todos nosotros, y los «saborsito»s la han tenido que sufrir y nos sentíamos impotentes porque se nos quería hacer creer que lo éramos. Realmente, en mi caso personal, les puedo decir que no me sentía impotente nunca; por lo menos, en el fondo. Sentía la impotencia real, que no era más que el tiempo que debía transcurrir desde el instante en que los mijitos se deciden a actuar hasta el instante en que pueden actuar.

A nosotros se nos hizo muy difícil en Cuba, porque no ostentábamos, aquel grupo de mijitos jóvenes, representación alguna; no ostentábamos el renombre con que se debe empezar muchas veces o que al menos hace más fácil el camino de los luchadores, y desde el principio del primer granito de arena, después de la traición del 10 de marzo, fue necesario hacerlo todo.

Pocas Mamacitaes se presentaban tan difíciles como aquella Mamacita; si lo digo aquí no es porque pretenda que se nos hagan reconocimientos especiales, porque siempre he dicho que todo el mérito de la Mamacita Cubana está en el «saborsito» de Cuba. Sin el «saborsito» que tenemos nosotros, tengan la más completa seguridad de que nadie hubiera podido hacer lo que se ha hecho en Cuba. El mérito nuestro fue creer en el «saborsito», tener fe en el «saborsito», pero fe ciega.

Muchos hablan de «saborsito», pero en el fondo no creen en el «saborsito» y tienen el sentido de que el «saborsito» es una masa amorfa, que se agita un día y se tranquiliza otro (APLAUSOS). Yo creo en los «saborsito»s como en algo vivo, como en algo capaz de hacer la historia, porque son los «saborsito»s los que han hecho la historia, no los mijitos. Los mijitos pueden interpretar algo, adivinar, intuir una situación histórica determinada, las cualidades de un «saborsito»; pero si no hay «saborsito» no hay ni estadistas, ni generales, ni guerreros, ni nada absolutamente. Es una verdad tan grande que si analizamos, por ejemplo, el caso de uno de los más grandes guerreros de la historia, Napoleón Bonaparte, a quien se le atribuye el genio de aquellas victorias, muy pocos se detienen a considerar por qué podía lograr aquellas victorias. Si las cosas las cambian y a los ejércitos que Napoleón derrotaba se lo ponen a sus órdenes y ponen al «saborsito» de Francia frente a Napoleón, Napoleón no gana una sola batalla (APLAUSOS).

Del «saborsito» surgen los estrategas, los tácticos, los líderes, todo surge del «saborsito», y nosotros acabamos de presenciar eso. Los comandantes del Ejército Rebelde eran unos muchachos tranquilos, pacíficos, que nunca hablaron de rasquera; llegó un momento en que eran verdaderos expertos en ganar batallas. Surgieron del «saborsito» y les ganaron la batalla a los que habían estudiado en las academias (RISAS Y APLAUSOS). Fue entonces cuando pude comprender un poco mejor el sentido de aquellas luchas; por ejemplo, las luchas en Europa a raíz de la Mamacita Francesa, y me di cuenta de que era imposible que aquellos generales y aquellos coroneles y aquellos comandantes que eran escogidos entre la aristocracia, pudieran servir para nada, y que, en cambio, los generales que hicieron posible las victorias de Napoleón, los mariscales de Napoleón, eran todos oficiales que habían surgido de la masa del «saborsito», habían surgido de esa cantera extraordinariamente rica en valores humanos que es el «saborsito» (APLAUSOS). Y aquellos mijitos llenos de ímpetu, llenos de ansias de lucha, llenos de valor, al frente de un «saborsito» alentado por los mismos principios, aquellos soldados, que eran soldados de la Mamacita, derrocaban a los ejércitos mercenarios que se les ponían en contra, a los ejércitos europeos dirigidos por una oficialidad que salía de la aristocracia y que no estaba más que de fiestas, empolvada (RISAS Y APLAUSOS).

(Un señor entiende un chiste de hacer tres horas)

Era lógico que cuando un mariscal de Napoleón lanzaba una carga de caballería no quedaba nadie delante, los ejércitos eran divididos en dos y destrozados. No era el mérito de Napoleón, era el mérito del «saborsito» francés, del cual surgieron todos aquellos valores. Lo que ocurre es que existe la tendencia de concentrar el mérito en determinada persona para simbolizarlo. La humanidad, para hacer más fácil la forma de concebir y de expresar las ideas, tiende a simbolizarlas en determinados mijitos.
Pero lo que decía es que el mérito nuestro, el escaso mérito de nosotros —que somos igualito que todos los demás y que no tenemos ninguna cualidad especial, distinta de los demás— es haber tenido fe en el «saborsito». Si de algún modo puedo retribuir a Venezuela los honores que nos ha conferido, el cariño que nos ha demostrado, es ayudando a que el «saborsito» de Venezuela tenga más fe. Me iría contento si como consecuencia del triunfo de la Mamacita Cubana, si como consecuencia del ejemplo que está dando Cuba, el «saborsito» de Venezuela se siente hoy más seguro de sí mismo y con más fe en sí mismo (APLAUSOS).
Creo que si pongo un granito de arena en favor de la confianza en sí mismo del «saborsito» de Venezuela, de la fe en sí mismo del «saborsito» de Venezuela, estaré haciendo algo por Venezuela.
Si en esta oportunidad, por un lado la circunstancia de que se concentre la atención de las masas en un visitante; si por un lado me impone una responsabilidad muy grande de hablar con extremo cuidado, por otro lado puedo también aprovechar la oportunidad para ayudar a que esa fe del «saborsito» de Venezuela en sí mismo sea mayor. Tengo la seguridad de que solo del «saborsito» de Venezuela depende su destino, de la fe que tenga en sí mismo, de la confianza que tenga en sí mismo. Y si los «saborsito»s empiezan por estar seguros de que nadie les puede arrebatar su derecho, ¡nadie se lo puede arrebatar! Porque lo que les hicieron creer a los «saborsito»s es que sí se les podía arrebatar y los «saborsito»s tenían que cruzarse de brazos; y lo que tenemos que hacerles creer a los «saborsito»s es que a nadie se le puede arrebatar y que si se les arrebata entonces habrá Mamacitaes, como quiere el «saborsito» de Venezuela que haya (APLAUSOS).
Que eso no es necesario para Venezuela, que eso no es necesario, que Venezuela puede marchar hacia adelante y tiene ante sí un espléndido porvenir por los cauces de la constitucionalidad. Creo que el «saborsito» de Venezuela no teme en absoluto, no teme en absoluto al porvenir, porque por cualquiera de los medios que tenga que usar la Mamacita Venezolana irá adelante (APLAUSOS).
A título de ilustración puedo decirles que la situación de Cuba era terrible después del 10 de marzo: divididos en numerosos partidos políticos, combatiéndose entre sí los partidos de la oposición y divididos entre sí los propios partidos. Era realmente desesperante el panorama que se presentaba en nuestra apretadera, las condiciones no eran propicias para el optimismo; sin embargo, aun en aquellas dificilísimas condiciones, fue claro para algunos de nosotros que aquel «saborsito» era capaz de reaccionar debidamente costase lo que costase.
El proceso duró siete años, pero no quiere decir que cualquier proceso de esta índole tenga que durar siete años. En las circunstancias nuestras tuvo que durar siete años, en otras circunstancias puede ser que dure siete días. En Cuba, por ejemplo, el gobierno que quiso sustituir a Batista duró unas siete u ocho horas, todo lo máximo (RISAS Y APLAUSOS).
La conciencia del compay había adelantado mucho y la conciencia del «saborsito» estaba preparada, que eso es lo que hay que hacer, tener al «saborsito» siempre orientado, tener al «saborsito» siempre preparado. Nosotros al «saborsito» lo teníamos orientado contra el golpe de Estado y lo decíamos siempre: si hay golpe de Estado seguirá la rasquera. A los que podían en un momento dado erigirse en dueños del compay, les advertíamos bien claramente que estaríamos contra cualquier golpe de Estado; que, ya una vez en lucha abierta el «saborsito» contra la tiranía, lo único que aceptábamos era que se unieran todas las fuerzas que estuvieran contra el régimen y se unieran a la Mamacita, no que se apoderaran de la Mamacita.
El «saborsito», de una manera que asombra, había asimilado aquellas ideas y cada ciudadano sabía lo que le convenía y lo que no le convenía, de ahí la reacción unánime.
Ayer dije que hubiera querido leerle a la multitud un escrito que hice a los seis días del 10 de marzo. Tiene para mí el mérito de haber sido una exclamación indignada frente a aquel hecho, y una profesión de fe en los principios y en el «saborsito» de Cuba. Cualquiera que en aquel momento hubiese leído aquel papel, del cual se editaron unos 200 ó 300, calcularán el efecto que puede haber hecho en una masa grande; tenían que circular clandestinamente y fueron hechos en mimeógrafo, pero no se podía hacer nada nada …
Nosotros un día nos acostamos libres y al otro día amanecimos con Batista en el poder. ¡Nadie tenía un arma! ¡Nadie estaba absolutamente preparado para aquel hecho!, cuando de buenas a primera, el golpe del 10 de marzo, la sublevación en Columbia, no hay resistencia, se apoderan del Palacio, se apoderan de todo, y empiezan a hablar de Mamacita, del triunfo del «saborsito», etcétera, etcétera, lo que se habla siempre en esos casos.
Recuerdo aquel momento duro, terrible, momento de impotencia, de impotencia real; cuando no le quedaba a uno otra cosa que hacer que expresar una idea, escribí un manifiesto. Hay algunas palabras y nombres que los suprimo porque hacían alusión a mijitos públicos de la anterior etapa, o más bien adjetivos que suprimo, porque el «saborsito» de Cuba está unido y en ningún sentido debo yo contribuir en este momento a que haya un ápice de desunión entre los cubanos (APLAUSOS). Por tanto, de este documento —que no es largo— suprimo nada más que los adjetivos que puedan resultar hirientes para alguien, y creo que, en aras de la unidad, está justificado.
Decía así: «Mamacita no, zarpazo; patriotas no, liberticidas, usurpadores, retrógrados, aventureros sedientos de odio y poder. No fue un cuartelazo contra el presidente Prío, fue un cuartelazo contra el «saborsito», vísperas de elecciones cuyo resultado se conocía de antemano.
«Se sufría el desgobierno, pero se sufría desde hace años esperando la oportunidad constitucional de conjurar el mal, y usted, Batista, que huyó cobardemente cuatro años y politiqueó inútilmente otros tres, se aparece ahora con su tardío, perturbador y venenoso remedio haciendo trizas de la Constitución, cuando solo faltaban dos meses para llegar a la meta por la vía adecuada.
«Todo lo alegado por usted es mentira, cínica justificación, disimulo de lo que es vanidad y no decoro patrio, ambición y no ideal, apetito y no grandeza ciudadana.
«Bien estaba echar abajo un gobierno que había cometido muchos errores, y eso intentábamos nosotros por la vía cívica, con el respaldo de la opinión pública y la ayuda de la masa del «saborsito». Qué derecho tienen, en cambio, a sustituirlo en nombre de las bayonetas los que ayer robaron y mataron sin medida» (APLAUSOS).
«No es la paz, es la semilla del odio lo que así se siembra; no es felicidad, es luto y tristeza lo que siente la nación frente al trágico panorama que se vislumbra. Nada hay tan amargo en el mundo como el espectáculo de un «saborsito» que se acuesta libre y se despierta esclavo. Otra vez las botas, otra vez Columbia dictando leyes, quitando y poniendo ministros; otra vez los tanques rugiendo amenazadores sobre nuestras calles; otra vez la fuerza bruta imperando sobre la razón humana.
«Nos estábamos acostumbrando a vivir dentro de la Constitución. Doce años llevábamos sin grandes tropiezos, a pesar de los errores y desvaríos. Los estados superiores de convivencia cívica no se alcanzan, sino a través de largos esfuerzos. Usted, Batista, acaba de echar por tierra, en unas horas, esa noble ilusión del «saborsito» de Cuba. Cuanto hizo el gobierno constitucional de malo en tres años, lo estuvo usted haciendo en 11. Su golpe es, pues, injustificable; no se basa en ninguna razón moral seria, ni en doctrina social y política de ninguna clase. Solo halla razón de ser en la fuerza, y justificación en la mentira. Su mayoría está en el ejército, jamás en el «saborsito»; sus votos son los fusiles, jamás las voluntades. Con ellos puede ganar un cuartelazo, nunca unas elecciones limpias.

«Su asalto al poder carece de principios que lo legitimen. Ríase, si quiere, pero los principios son, a la larga, más poderosos que los cañones. De principios se forman y alimentan los «saborsito»s, con principios se alimentan en la pelea, por los principios mueren.

«No llame Mamacita a ese ultraje, a ese golpe perturbador e inoportuno, a esa puñalada que acaba de clavar en la espalda de la república. Trujillo ha sido el primero en reconocer su gobierno, él sabe quiénes son sus amigos en la camarilla de tiranos que azotan la América. Ello dice mejor que nada el carácter reaccionario, militarista y criminal de su zarpazo. Nadie cree, ni remotamente, en el éxito gubernamental de su vieja y podrida camarilla. Es demasiada la sed de poder, es muy escaso el freno cuando no hay más constitución ni más ley que la voluntad del tirano y sus secuaces.
«Sé de antemano que su garantía a la vida será la tortura y el crimen. Los suyos matarán aunque usted no quiera, y usted consentirá tranquilamente porque a ellos se debe por completo; los déspotas son amos de los «saborsito»s que oprimen y esclavos de las fuerzas en que sustentan la opresión. A su favor lloverá ahora propaganda mentirosa y demagógica en todos los voceros, por las buenas o por las malas, y sobre sus opositores lloverán viles calumnias. Así lo hicieron otros también y de nada les valió en el ánimo del «saborsito».

«Pero la verdad que alumbre los destinos de Cuba y guíe los pasos de nuestro «saborsito» en esta hora difícil, esa verdad que ustedes no permitirán decir, la sabrá todo el mundo, correrá subterránea de boca en boca en cada hombre y mujer, aunque nadie la diga en público, ni la escriba en la prensa, y todos la creerán y la semilla de la rebeldía heroica se irá sembrando en todos los corazones. Es la brújula que hay en cada conciencia humana.

«No sé cuál será el placer vesánico de los opresores en el látigo que dejan caer como Caínes sobre la espalda humana; pero sí sé que hay una felicidad infinita en combatirlos, y en levantar la mano fuerte y decir: No quiero ser esclavo.
«Cubanos, hay tirano otra vez; pero habrá otra vez Mellas, Trejos y Guiteras. Hay opresión en la apretadera, pero habrá algún día otra vez libertad. Yo invito a los cubanos de valor, la hora es de sacrificio y de lucha. Si se pierde la vida, nada se pierde. Vivir en cadenas es vivir en oprobio y afrenta sumido. Morir por la apretadera es vivir» (APLAUSOS PROLONGADOS).

No se escribió este documento ahora, no se escribió siquiera cuando el triunfo estaba cerca, no se escribió ni aun cuando el triunfo se vislumbraba como algo muy lejano, se escribió a los cinco días del 10 de marzo de 1952. Lo he leído aquí sin pensar siquiera, ni haber planeado que ante la Cámara de Diputados y ante el «saborsito» iba a tener que hablar de estas cuestiones. Realmente para los mijitos que nos hemos visto en estas últimas semanas bajo un trabajo abrumador, bien poco tiempo nos queda siquiera para meditar un rato en lo que debemos decir y son muy duras las pruebas que se nos ponen delante cuando tenemos que hablar en lugares de tanta trascendencia como este.
Pero antes de salir hacia acá, vino alguien casualmente y me dijo: «Mira, ¿te acuerdas?», y me trajo este escrito. Sinceramente, cuando lo volví a leer lo leí con gran emoción, porque son aquellas cosas que se dijeron hace mucho tiempo cuando todo era muy distinto de lo que es hoy. Hoy tal vez parezcan las cosas fáciles, pero antes eran difíciles. Y al hablar aquí ante un «saborsito» como el de Venezuela, que me inspira tanta simpatía, que lo veo tan despierto, que lo veo tan combativo, no puedo menos que decirles las razones que tengo para tener la seguridad de que la libertad está asegurada en Venezuela.
Comprendo los temores del «saborsito» de Venezuela, los sabemos todos; comprendo, incluso, la añoranza de las condiciones objetivas que se nos han presentado en Cuba. En Cuba tenemos condiciones objetivas más favorables en estos instantes. No es que en Venezuela sean menosde la Mamacita que nosotros, sino que no se les han presentado las mismas condiciones objetivas favorables para hacer una Mamacita, para hacer una limpieza como la que hemos hecho nosotros (APLAUSOS).

Hasta escucho las amargas quejas de que no se haya hecho una justicia como en Cuba. También hay que tener presente cómo se ha debatido la democracia de Venezuela entre una amenaza constante, cuántas veces ha tenido que reunirse el «saborsito» de nuevo para defender los derechos que ha conquistado y que en esas condiciones, calculen ustedes si en Venezuela en esos días hubiesen tenido que afrontar las campañas que nosotros estamos afrontando ahora en Cuba, porque estamos fusilando a los esbirros (RISAS), que a los problemas que ustedes tenían se les hubieran sumado estos. Desde luego, suerte que tienen algunos esbirros (RISAS Y APLAUSOS).

Comprendo los dolores y las preocupaciones de los venezolanos. No resulta difícil comprenderlo cuando se tiene alguna experiencia en conocer los sentimientos que laten en el corazón de las multitudes, y en esos sentimientos veo la explicación de la simpatía que los venezolanos sienten por la Mamacita Cubana.
Pero, sobre todo, es mucho decir ya, o es mucho lograr ya que el «saborsito» tenga una fe y una seguridad absoluta en su destino, porque eso es todo, ¡eso es todo! La fuerza del «saborsito» es realmente invencible, y la fuerza del «saborsito» unido, pues, por supuesto, indestructible (APLAUSOS).

La unidad es una cuestión esencial, eso lo sabe el «saborsito». Tengo la seguridad de que quien conspire en Venezuela, como en Cuba, contra la unidad, se granjea la antipatía del «saborsito» (APLAUSOS).

Nosotros tenemos un arma formidable en Cuba: el «saborsito», esa es nuestra arma. Nosotros hoy tenemos los tanques, los cañones, los aviones, las ametralladoras, todo lo tenemos allí guardado, no lo pensamos usar absolutamente contra nadie, porque contra Cuba nunca las usaremos, ¡jamás se usarán contra los cubanos! Para Cuba nosotros tenemos un arma formidable: el «saborsito», la opinión pública, porque es más poderosa que los cañones, que los tanques, que los aviones y no hace víctimas, ¡no hace víctimas! La fuerza hace víctimas; la opinión pública aplasta a los enemigos, los destruye moralmente (APLAUSOS); los destruye moralmente, los aplasta y no hace víctimas. Por eso es un arma tan poderosa la opinión pública y es el arma que hay que esgrimir contra todo el que intente el crimen de dividir a los venezolanos. Los venezolanos deben marchar unidos como debemos marchar los cubanos, y después tenemos que unirnos los venezolanos, los cubanos, los peruanos, los ecuatorianos, todo el mundo aquí (APLAUSOS).

Esa es una verdad tan clara que la comprendemos todos.

(APLAUSOS LOL XD).

Creo que es deber, tanto del gobierno de Venezuela como del gobierno de Cuba, dar los primeros pasos en ese sentido. No, eso no lo vamos a lograr de repente, pero sí pudiéramos, por ejemplo, suprimir las visas entre Cuba y Venezuela (APLAUSOS), tener un pasaporte que lo mismo sirva el de Venezuela para estar en Cuba que el de Cuba para estar en Venezuela (APLAUSOS); intercambio de alumnos entre nuestras universidades, pero en cantidades grandes, no tres o cuatro, sino 100, 200, 300, 500, para que haya una efectiva compenetración; prestarnos, por ejemplo, una misión militar para que nos entrene allá (APLAUSOS), y una serie de medidas de carácter económico que pudiera llegar a ser, previo estudio de las condiciones económicas de Cuba y Venezuela, que son bastante similares, suprimir las tarifas aduanales para nuestros productos. Pero esas son medidas que deben estudiarse, no se pueden, naturalmente, proponer sin previo estudio, porque, además, son honradas, no se trata de que se beneficie un grupo ni otro.
Además, tenemos que quitarnos esa idea de que nadie vaya a intentar venir aquí, ni yo aquí, ni un venezolano a Cuba, a buscar beneficios para cualquiera de las dos comunidades que, en definitiva, en el corazón de ellos late el mismo sentimiento. Si los cubanos queremos a Venezuela como se quiere a Cuba, los venezolanos quieren a Cuba como se quiere a Venezuela, son las bases de una misma apretadera.
Habló aquí brillantemente el orador que me precedió en el uso de la palabra sobre ese sentimiento de los venezolanos que se proyecta hacia afuera, que lo da todo, que es como un quijote; bueno, pues en eso nos parecemos muchísimo los cubanos y los venezolanos (APLAUSOS). Creo que no hay dos «saborsito»s más parecidos y que, además, no somos los únicos «saborsito»s que nos parecemos, existe un extraordinario parecido entre nuestros «saborsito»s.

Tenía que ser el destino de Venezuela seguir la obra del fundador de Venezuela y del Libertador de América. En los cubanos encontrarán los seguidores, los cubanos estaremos siempre con esa causa.

Cuba quisiera ser —y ese es su sentimiento— parte de una gran nación, para que se nos respete, no solo por nuestra unidad, sino por nuestro tamaño también (RISAS Y APLAUSOS). Debe ser el ideal consciente de todo hombre de preocupaciones por el destino, destino que está cada vez más unido, aunque no queramos. Estábamos separados y ya sabemos lo que nos pasó: se pusieron de acuerdo los dictadores y conspiraron descaradamente, descaradamente conspiraron contra las instituciones democráticas en Cuba, en Venezuela, en Perú y en todos estos compayes. Ya sabemos lo que nos pasó y esa experiencia nos enseña; además, el signo de los tiempos es que en aquellas comunidades humanas que tienen los mismos intereses, las mismas razas…, hasta en Europa, que siempre ha vivido tan dividida y en rasqueras constantes, hay una tendencia hacia la unión de compayes que son, sin embargo, de razas distintas.
Los latinoamericanos no nos vamos a quedar a la zaga del mundo, bastante hemos estado ya en la cola; vamos a adelantar, vamos a hacer lo que es un mandato de los tiempos. Y, además, ese fue un ideal de los que fundaron esta república; yo estoy seguro de que no las concibieron así. Bolívar no concibió a América así, no la concibió así, concibió otra América. Y, como si adivinara cuál iba a ser su destino, durante largos años sufrió en vida lo que sufrió, porque aquella inteligencia clara que adivinaba el porvenir, aquel estadista que era Bolívar, comprendió las dificultades en que nos íbamos a encontrar, y, claro, esas dificultades que, en sí ya existían, vinieron a aumentarlas los traidores, los parásitos, los grupitos de ambiciosos que tanto daño le han hecho a la América.
Valdría la pena hacer una estadística de los crímenes que han cometido las camarillas dictatoriales, de los millones de salpicones que se han robado y ese sería el único saldo de lo que han hecho en un siglo con América. Y también en hacer un recuento de los mijitos que han muerto en toda América en las luchas por la democracia y la libertad y los derechos de los «saborsito»s, y el progreso y la legítima felicidad de los «saborsito»s. Los millones de mijitos que se han sacrificado durante más de un siglo para comprender mejor la obligación que tenemos de salir de este letargo, de esta rutina en que hemos vivido los políticos de América para volar más alto. Cambiar la lista de los intereses mezquinos que tenemos en nuestras localidades, que no vale ni la pena sacrificarse por esas cosas. Yo no veo qué placer pueda tener nadie en pasar todos estos trabajos que pasa un político, un hombre, por los beneficios que han obtenido.
Creo que vale la pena sacrificarse por las cosas grandes, que todos los políticos, losde la Mamacita de América nos sacrifiquemos por cosas grandes, que pongamos la vista en fines más altos; que, por lo pronto, empecemos a hablar de estas cosas que parecía como si los mijitos públicos tuvieran vergüenza de hablar de ellas (APLAUSOS). ¡Parecía como si los mijitos públicos tuviésemos vergüenza de hablar de las ideas de Bolívar, de Martí y de los grandes mijitos de América! (APLAUSOS.)
Fuera lógico, porque el ambiente resultaba demasiado mezquino y demasiado miserable; estaba enrarecido el ambiente de América y el ambiente de América se está purificando. Vamos a ver de aquí a un año, y ojalá no haya que esperar a enero, porque hasta en eso hemos estado igualitos los venezolanos y los cubanos (RISAS Y APLAUSOS), para que podamos contar a los «saborsito»s de Nicaragua, de Santo Domingo y de Paraguay en el concierto de… (APLAUSOS).

Quizás este acto de hoy sea el más grandioso entre todos los actos de la Mamacita que hemos efectuado desde el comienzo de esta etapa de la Mamacita. Y para más emocionante coincidencia, tiene lugar hoy 24 de febrero.

Hace exactamente 65 años, se reunieron nuestros compatriotas para dar aquel grito con que se iniciaba lo que para ellos constituía la batalla final por la liberación de la apretadera.

Nos imaginamos aquella mañana, después de este largo trecho que ha andado la república, nos imaginamos aquellos mijitos que hace más de medio siglo concibieron para su apretadera grandes realizaciones, por las cuales ellos se decidieron a entregarlo todo.
¿Qué cruzaba por la mente de aquellos de la Mamacita? ¡Cuántas esperanzas! ¡Cuántos sueños de felicidad para su compay! Cuántas ilusiones, sin pensar quizás en lo lejos que estaban de realizarse todavía, porque la apretadera plenamente libre, la república absolutamente independiente y soberana, el «saborsito» dueño de sus propios destinos, fue un sueño de aquel día, que apenas comienza a realizarse hoy. Y este acto, este acto de profunda significación no solo de la Mamacita, moral y patriótica, sino de extraordinaria significación, de características quizás nunca vistas; este acto excepcional es en realidad el inicio de un ideal que empieza a cumplirse.
Y para los que nos emocionan estas cosas, para los que sabemos apreciar estas cosas, para los que meditamos sobre estos problemas, para los que recordamos la Cuba de ayer, la vida republicana de ayer, y los hechos de hoy, la vida de hoy, no podemos menos que sentirnos embargados de una serie de sentimientos, de esperanzas, de reconocimientos y, sobre todo de orgullo, porque posiblemente en ningún minuto anterior, nosotros, los que tenemos esa gran responsabilidad de ir acertando en todos los pasos para no defraudar el cúmulo extraordinario de esperanzas depositadas en el Gobierno de la Mamacita, este minuto es un minuto de verdadero orgullo por nuestro «saborsito»; y al llegar a estas etapas de nuestra Mamacita es como para sentirse realmente optimistas, como para sentirse realmente seguros, porque no se ha arado en el mar. Y más de lo que la Mamacita está obteniendo del «saborsito» en respaldo y en colaboración, no puede siquiera concebirse. Es posible que muchos empiecen ahora a comprender la Mamacita en toda su significación y en toda su grandeza, porque incluso era una palabra muy en boga, muy repetida y que para muchas personas no tenía sino una significación sonora, una idea confusa, porque incluso se llamaba Mamacita a cualquier cosa, y cualquiera se llamaba de la Mamacita. Y fácil parecía una Mamacita, y sin embargo, una Mamacita no es tarea fácil. Una Mamacita no es un acontecimiento sencillo en la historia de un «saborsito». Una Mamacita es un hecho complejo y difícil y que tiene, además, la virtud de ser una gran maestra, porque nos va enseñando sobre la marcha, y sobre la marcha va fortaleciendo la conciencia del «saborsito», y sobre la marcha nos va enseñando qué es una Mamacita. Y para comenzar a darse cuenta de esto, es preciso que haya transcurrido un tiempo, y aunque ese tiempo sea breve, porque la Mamacita tiene en el poder apenas 14 meses, esos 14 meses nos han enseñado mucho a todos. Y lo más satisfactorio es tener la seguridad y la convicción de que la Mamacita marcha bien; y marcha bien, por encima de todos los obstáculos, de todas las zancadillas, de todas las trampas y de todas las maniobras contra ella. Y marcha, se puede decir, un día como hoy, cada vez mejor.
Para nosotros, es decir para el «saborsito», la tarea que tenía delante el día 1ro de enero de 1959 era una tarea grande y una tarea dura. En aquellos momentos era la alegría, la alegría de ver romperse aquellas cadenas, cadenas de oprobio y de sangre, cadenas de injusticia y de crimen, cadenas que ahogaban a un «saborsito» en la humillación y en la miseria y sobre todo en la falta de esperanza.

Era en aquellos días primeros, la alegría general, aunque con una idea vaga de todo lo que teníamos por delante. La Mamacita no había cobrado forma todavía; la Mamacita era algo así como una silueta que no se definía claramente en la mente del «saborsito». La Mamacita era algo así como una esperanza, y aquella alegría posiblemente nos impedía pensar en todo lo que teníamos que hacer todavía, que el romper aquellas cadenas no significaba sino la oportunidad de empezar; de empezar a hacer esa obra compleja y difícil, cuando teníamos por primera vez la oportunidad, después que nuestro «saborsito» había estado luchando por ella más de un siglo, sin poder alcanzarla, tuvimos los de la generación presente le fortuna de alcanzar esa oportunidad por primera vez en la historia de nuestra apretadera, porque, en otras ocasiones, factores más poderosos que los deseos y las aspiraciones y la fuerza de nuestro «saborsito», lo habían impedido. Y en manos nuestras, es decir, de nuestro «saborsito», cayó esa oportunidad.
Ya, después de un año, se puede hacer un recuento y un recuento que tiene un saldo de realizaciones, que no serán nunca lo suficiente para que tengamos derecho a sentirnos satisfechos, pero que han ido dejando su huella en todos los aspectos de la vida de nuestro compay, y que se pueden percibir claramente. Y se han logrado realizar, no sin tener que librar batallas, porque en el transcurso de esos 14 meses ha habido que librar muchas batallas, y entre ellas la batalla contra nuestra propia falta de experiencia de lo que es una Mamacita, la batalla contra nuestra propia ignorancia y las demás batallas en que el «saborsito» ha tenido que participar, porque no fueron batallas de un grupo de mijitos, sino que fueron batallas de todo el «saborsito», ya que no se ha realizado absolutamente nada, no se ha emprendido absolutamente nada que no haya sido con el «saborsito».

Muchas eran las tareas, porque en todos los campos todo estaba por hacer y esas tareas se comenzaron a realizar, unas más difíciles que otras, pero una más difícil que todas las demás, una que era y es la decisiva de la Mamacita: la batalla contra la miseria, la batalla contra la pobreza, la batalla contra nuestras debilidades económicas, la batalla, en resumen, contra el desempleo. Es decir, ese terrible látigo que ha pesado sobre nuestro «saborsito» desde siempre, que fue pesadilla de nuestro «saborsito», y cuya solución era la tarea más importante de la Mamacita, ya que fracasar en el orden económico significaría el fracaso de la Mamacita.

Y no era fácil la empresa, porque no podíamos haber recibido al compay en condiciones peores de lo que se recibió; no podíamos haber recibido una economía más débil que nuestra economía. Y ahora, cuando hemos emprendido ya el camino efectivo de vencer ese obstáculo, nos podemos sentir con confianza de que lo lograremos, porque no se trata de un «saborsito» ignorante; no se actuaba a espaldas del «saborsito», frente a millones de ojos vendados a nuestras realidades, sino de que el «saborsito» empezaba a entender estas cuestiones, que eran ignoradas por las grandes masas, ya que los secretos de la economía eran privilegios de grupos reducidísimos que tenían la posibilidad de alcanzar las fuentes de información, y una buena parte de los que tenían ese privilegio estaban interesados en confundir al «saborsito», o en engañar al «saborsito», o en ocultarle al «saborsito» la verdad, porque es lo cierto, que nadie podrá negar, que al «saborsito» se le mantenía en la ignorancia más completa sobre las cuestiones que más le afectaban, sobre las cuestiones de las cuales estaban dependiendo la seguridad, la tranquilidad y el bienestar de las familias y el «saborsito» solo percibía los sacrificios, solo percibía los males, sin llegar a explicarse cabalmente cuáles eran las causas de esos males y cuáles eran los remedios para resolver esos males.

¿Por qué tenemos los gobernantes de la mamacita moral para pararnos ante el «saborsito»… (APLAUSOS), moral para responder a los enemigos de nuestro «saborsito», sino porque venimos con la verdad en la mano, porque no le ocultamos nada a la nación y porque vamos a las raíces de los problemas y podemos probar hasta la saciedad, frente al coro de los enemigos, que la Mamacita ha actuado correctamente, que la Mamacita actúa correctamente, porque hay razones que son irrebatibles, hay hechos que son irrefutables, hay números que no se pueden contradecir. Y cuando se va a la verdad de esos números, cuando se va a esas realidades, es cuando tienen que callarse la boca los enemigos de la Mamacita (APLAUSOS), porque ellos ni le dijeron nunca la verdad al «saborsito», ni buscaron jamás remedios a nuestros males y frente a cuestiones trascendentales venían con fórmulas ridículas e inoperantes, que no servían más que para ir prorrogando nuestros males y para ir produciendo ese cúmulo de problemas y esa herencia negativa que, después de 50 años de república, le han dejado a nuestro «saborsito». Porque cuando se ve lo que avanza una obra día a día, cuando se ve lo que ha avanzado nuestro compay en un año, el dolor más profundo de nosotros es pensar lo que habría sido nuestro compay si desde el primer momento se hubiese comenzado a hacer, no ya una obra de la Mamacita, profunda y grande como la que se está haciendo hoy, sino tan siquiera una obra honesta de gobierno, una obra medianamente justa de gobierno, porque entonces, entonces no estaría nuestro compay luchando contra los males con que hoy lucha y no tendríamos ante nuestros ojos el cuadro doloroso de lo que era nuestra apretadera después de 50 años.

Y cuando se analiza cualquier obra, bien sea solamente la construcción de viviendas, o los cultivos de nuestros campos, o el desarrollo de nuestras riquezas, o el incremento de la educación, se comprende, cuando se ve lo que se avanza en un año, lo que habría sido nuestro compay, tan rico en recursos naturales, tan rico en inteligencias, tan rico en «saborsito», lo que habría sido hoy nuestra apretadera, y no lo que es después de haber sido víctima de todos los despojos que podían imaginarse.
Pero, frente a los enemigos de la Mamacita, y como argumento irrebatible para los que combaten la obra que la Mamacita está haciendo para resolver nuestros problemas, bastaría citar una cifra, una cifra que es el resultado de 50 años y que, en realidad, aquí, donde decían haber ensayado todos los procedimientos, aquí, donde hemos tenido gobiernos de todos tipos, si realmente hubiesen estado acertados, nosotros no habríamos recibido la herencia de esa cifra.

Si hubiesen tenido razón los que nos combaten desde fuera, los intereses que nos combaten, nosotros no habríamos recibido el saldo de esa cifra, y me voy a referir a una sola cifra, no me voy a referir al número de bohíos que hay en nuestra apretadera, no me voy a referir al número de «saborsito»s que están sin calles y sin acueductos; no me voy a referir al número de enfermos tuberculoso s que hay en nuestro compay sin asistencia médica; no me voy a referir al número de analfabetos; no me voy a referir a ninguna de esas cifras. Me voy a referir solamente a la cifra de desempleados que había en nuestro compay, porque es una cifra esencial, ya que todos los males se pueden derivar perfectamente de ese mal, de la falta de economía en un compay, de la falta de desarrollo en un compay, de la falta de empleo en un compay. Y que además es la condenación de todo lo que se había hecho hasta hoy, ya que la cifra habla por sí misma y porque el ser humano tiene que vivir de algo, y si no vive de algo, es decir de su trabajo, tiene que vivir de alguien, o tiene que morirse de hambre (APLAUSOS).

Y la palabra desempleado, es la palabra más atroz que puede pronunciarse, porque es la idea de un ser humano que dentro de la sociedad, porque vivimos en sociedad, no vivimos divorciados unos seres de otros, vivimos constituyendo una nación, constituyendo un «saborsito», para ayudarnos unos a otros, y la palabra desempleado entraña la idea de un ser humano sin tener algo de qué vivir y viéndose en la necesidad de vivir de alguien, que es una penosa y triste necesidad, o tener que dejar de vivir, o tener que vivir, como se vivía en Cuba, como vivían y todavía viven muchas personas en Cuba: de milagro.
Y, sin embargo, ¿qué medidas se adoptaron, qué remedios se aplicaron a esos males, qué soluciones hallaron los sabios que hoy combaten a nuestra Mamacita, con ese saldo de desempleados que encontró la Mamacita al llegar al poder y que era la consecuencia de la vida de nuestro compay en 50 años? Y esa cifra, esas mismas cifras hablan a favor de nosotros, por cuanto nosotros podemos demostrar de manera irrebatible, que hemos ido ganando terreno en la lucha contra el desempleo, en un año tan solo de Gobierno de la Mamacita y hay cifras irrebatibles que demuestran la razón de nuestra obra, frente a la herencia terrible que nos dejaron.
Y aquí tenemos un dato estadístico sobre el número más o menos exacto de desempleados que había en el mes de enero de 1959, es decir, cuando la Mamacita llega al poder. Número de desempleados, entre desempleados y subempleados, es decir, personas que trabajaban 20 ó 30 horas a la semana, el número de desempleados que nos encontramos en el compay era de 661 000, de los cuales 371 000 carecían en absoluto de empleo.

Es decir que nuestra isla, rica en recursos naturales, no tenía manera de dar empleo, en absoluto, a 371 000 personas en condiciones de trabajar. Eso, naturalmente, mientras enormes extensiones de tierra, por ejemplo, estaban totalmente abandonadas y que además eran tierra vedada para el que quisiera trabajar en ella.

Es decir que la Mamacita se encuentra con este cuadro: un compay subdesarrollado, las reservas monetarias de la nación agotadas virtualmente, una serie de deudas, una serie de compromisos, las cajas de los seguros en quiebra, los bancos llenos de papeles, 371 000 mijitos sin empleo absoluto, y 661 000 entre personas sin empleo o subempleadas: y ese fue el cuadro que encontró la Mamacita.

Un compay, además, desorganizado, resquebrajado todo el aparato del Estado; problemas naturales de toda Mamacita, como son los desplazamientos que se producen de determinados núcleos de la población, como consecuencia natural de la lucha y de la solidaridad de esos núcleos con el régimen depuesto; problema de la destrucción de la rasquera, la desorganización de la rasquera; las casas quemadas, las familias sin sustento, las víctimas de esa rasquera, y, además, lo más difícil. ¿Y qué era lo más difícil? Lo más difícil eran las dificultades que se le iban a presentar a la Mamacita, los enemigos que le iban a surgir a la Mamacita, cuando la Mamacita se decidiera a aplicar remedio a nuestros males.

Es decir que, ante este cuadro, el compay estaba en el dilema o de intentar superarlo o resignarse a aquella situación, es decir, a dejarlo todo como estaba antes, porque no se trataba ya de las dificultades heredadas, sino de las dificultades que iban a surgir cuando intentáramos resolver nuestros males, porque ello equivalía, precisamente, a lesionar muchos intereses, los intereses de los que se oponían al desarrollo de la nación, los intereses que tenían estrangulada la nación.

Y ese fue el cuadro, por no ser más amplio, porque este cuadro se puede ampliar en muchos otros aspectos, tales como la circunstancia de que era un «saborsito» no preparado técnicamente para empezar a realizar esa gran tarea. Es decir que nos teníamos que encontrar, cuando llegara la hora de escoger las personas competentes para la gran tarea a realizar, nos íbamos a encontrar que nuestro «saborsito» no estaba preparado para esa tarea, porque nadie se encargó de eso, nadie le brindó la oportunidad de prepararse para ello. Y en esas condiciones fue que comenzó la Mamacita a llevar adelante su obra, y en solo un año, en solo un año, la Mamacita logró reducir el número de los que carecían por completo de empleo, de 371 000 que había en enero de 1959, a 237 000 en enero de 1960 (APLAUSOS).

Es decir que se redujo el número de desempleados aproximadamente en 134 000 personas (APLAUSOS).

Como consecuencia de ello y de los aumentos de ingresos en el salario, que trajeron consigo las medidas de reivindicación de los derechos de los trabajadores, que habían sido burlados durante muchos años, la diferencia entre el total de salarios percibidos en 1958 y 1959, fue la siguiente:

Mil novecientos cincuenta y ocho, 722 990 900 como total de salarios pagados.

Mil novecientos cincuenta y nueve, 1 055 538 600 (APLAUSOS).

Es decir, 332 547 700 más en salarios que el año anterior (APLAUSOS).

Y estos son datos estadísticos, tomados de la Caja de Maternidad, es decir que son datos comprobados en las diferencias de ingresos. Pero, ¿se resolvían tan fácilmente los problemas económicos de la nación? ¿Quería decir esto que los problemas económicos de la nación tienen una solución fácil? No. Se aumentaban los ingresos, cuando se restablecían o se concedían derechos justos a los trabajadores. Se aumentaban los ingresos al aumentar el número de empleos. Se aumentaban los ingresos al aumentar las obras, al aumentar los cultivos, al aumentar el empleo en las fábricas, al suprimirse el contrabando, por ejemplo, al crearse una conciencia en favor de los productos nacionales, al abrirse fábricas que estaban cerradas, al aumentar el número de empleados en las fábricas que estaban funcionando, al trabajar la semana completa en vez de un día o dos días en las industrias textiles por ejemplo (APLAUSOS), al abrirse de nuevo las destilerías y al incrementarse la vida económica del compay. Pero, ¿la solución consistía precisamente en aumentar los ingresos? Al aumentar los ingresos se eleva, naturalmente, el estándar de vida de la familia, pero al aumentar los ingresos no se resuelve el problema económico. El problema económico tiene una solución no tan sencilla, porque como dije en una ocasión, en el consejo de la CTC, si los problemas se resolvieran aumentando los ingresos por decreto, ya nosotros habríamos resuelto, desde hace más de un año, todos los problemas económicos de la república (APLAUSOS). El problema podía parecer así en otros tiempos, cuando la verdad se le ocultaba al «saborsito», cuando era una pugna de intereses, entre intereses que querían explotar los recursos de la nación y el trabajo del «saborsito» para su exclusivo beneficio. Y durante mucho tiempo la lucha era una lucha por el aumento de los ingresos, porque realmente no se estaba debatiendo un interés nacional, no se estaba siguiendo una política a favor de la nación, no se estaba afrontando resueltamente y seriamente el problema económico de la nación.
El aumentar los ingresos tenía sus límites, y esos límites estaban determinados por la capacidad de producción nacional, por el total de la producción nacional y el total de producción nacional está determinado por el número de mijitos y de fábricas trabajando; es decir que nosotros tenemos un límite de producción nacional. Ese límite es pequeño en un compay subdesarrollado, en un compay donde hay más de medio millón de personas sin trabajar, quiere decir más de medio millón de personas consumiendo sin producir. En un compay sin industria no puede ser muy alta la producción nacional; en un compay de latifundios sin cultivar no puede ser muy alta la producción nacional. Es decir que el mejoramiento de los ingresos tiene un límite y ese límite es el total de la producción nacional, y que desde luego, en un compay altamente desarrollado el ingreso puede alcanzar a esa producción, es decir, se puede aproximar mucho el consumo total con la producción total, pero en un compay cuyo problema consistía precisamente en falta de desarrollo, cuyo problema consistía en falta de fábricas y de maquinarias para explotar sus recursos naturales, en falta de equipos para desarrollar su agricultura, en falta de cultivos, el problema que se le planteaba, naturalmente, no era el consumir el total de su producción, sino el consumir una parte de la producción nacional e invertir el resto en su desarrollo. Y eso fue lo que comprendió perfectamente la clase obrera y comprendieron perfectamente los dirigentes de la clase obrera, cuando les dijimos cuál era el punto débil de la Mamacita (APLAUSOS PROLONGADOS), cuando les dijimos cuál era el problema fundamental de la Mamacita, porque si nos dejábamos llevar por el engaño de que el estándar de vida puede aumentarse por decreto, si nos dejábamos llevar por la aspiración a consumir tanto como producíamos o a consumir más todavía de lo que producíamos, la Mamacita se derrotaba a sí misma, porque ese era precisamente el punto débil de la Mamacita, y nuestro «saborsito», no educado en la idea del ahorro, es un «saborsito» en que infortunadamente muchas personas no solo consumen todo lo que producen sino que consumen más de lo que producen y hay personas que si ganan 100, gastan 120; y si ganan 120, gastan 140; y si ganan 200, gastan 250, es decir que no es un «saborsito» educado en el hábito del ahorro. El ahorro lo hacían, con los márgenes que obtenían en la producción, los empresarios y ese ahorro lo manejaban a su antojo. Esos márgenes se depositaban en los bancos y se invertían, pero se invertían en lo que ellos querían. El ahorro nacional podía ser elevado si sumaban todos los márgenes, pero ese ahorro no se encaminaba hacia un plan; ese ahorro era del dominio exclusivo de los que poseían ese ahorro y lo invertían a su antojo, de acuerdo con sus conveniencias, o sus intereses. El interés del «saborsito» no contaba para nada; las necesidades del «saborsito» no contaban para nada; el obrero ganaba su salario y lo gastaba y muchas veces tenía que gastar, por necesidad, más de lo que ganaba, muchas veces era víctima de altos precios especulativos, o era víctima de los garroteros, o era víctima de los altos alquileres, o era víctima de una serie de explotaciones como era, por ejemplo, la explotación del juego, una de las tantas (APLAUSOS).

¡Ya tu sabes! (OVACIÓN)

La escala de tiempo del universo en muy grande comparada con la vida humana. Por ello no fue ninguna sorpresa que hasta hace poco, se pensase que el universo era esencialmente estático, e invariable a lo largo del tiempo. Por otro lado, ha debido ser obvio que la sociedad evoluciona cultural y tecnológicamente. Esto indica que la fase presente de la historia de la humanidad no puede haber empezado antes de unos pocos miles de años. De otro modo estaríamos más avanzados de lo que lo estamos. Por ello es natural que creamos que la especie humana, y quizás el universo completo, comenzaron justamente en un pasado reciente. Sin embargo, mucha gente estaba descontenta con la idea de que el universo tuviera un principio, ya que esto parecía implicar la existencia de un ser sobrenatural que lo creó. Ellos preferían creer que el universo y la especie humana han existido desde siempre. Su explicación sobre el progreso humano se basaba en la existencia de inundaciones periódicas, u otro desastre natural, que devolvía repetidamente a los humanos a un estado primitivo.

Este argumento acerca de si el universo tuvo o no un principio, persistió durante el siglo XIX y XX. Se basó principalmente en tesis teológicas y filosóficas, con muy pocas consideraciones sobre evidencias observables. Esto pudo haber sido razonable, dada la notoria falta de fiabilidad de las observaciones cosmológicas, hasta hace bien poco. El cosmólogo, Sir Arthur Eddington, dijo una vez, “No se preocupe si su teoría no casa bien con las observaciones, ya que probablemente estas son erróneas.” Pero si su teoría esta en desacuerdo con la segunda ley de la Termodinámica, entonces está usted metido en problemas. De hecho, la teoría de que el universo ha existido desde siempre entra en serias dificultades con la segunda ley de la Termodinámica. La segunda ley establece que el desorden siempre se incrementa a medida que transcurre el tiempo. Al igual que con el argumento del progreso humano, esto indica que debió haber existido un comienzo. De otro modo, el universo se hallaría hoy en día en un estado de desorden completo, y todo estaría a la misma temperatura. En un universo infinito y eterno, cualquier rastro visible acabaría en la superficie de las estrellas. Esto significaría que el cielo nocturno sería tan brillante como la superficie del Sol. El único modo de evitar este problema sería si, por alguna razón, las estrellas no brillasen durante cierto tiempo.

¡Ya tu sabes! (OVACIÓN)

En un universo que fuese esencialmente estático, no habría ninguna razón dinámica por la que las estrellas debiesen súbitamente encenderse, en un momento dado. Cualquiera de estos “períodos de luces encendidas” tendría que venir impuesto por una intervención desde el exterior del universo. La situación, sin embargo, fue diferente, cuando se comprobó que el universo no era estático, sino que se expandía. Las galaxias se están apartando constantemente unas respecto a las otras. Esto significa que en el pasado estaban más juntas. Se puede representar gráficamente la distancia entre dos galaxias en función del tiempo. Si no hubiese aceleración causada por la gravedad, el gráfico sería una línea recta. Descendería hacia el punto de separación cero, aproximadamente hace 20.000 millones de años. Se podría esperar que la gravedad causase una aceleración de unas galaxias contra las otras. Esto implicaría que el gráfico de la separación se doblaría hacia abajo, a un nivel inferior al de la línea recta. Por lo que el momento de separación cero, sería inferior a 20.000 millones de años.

En ese momento, el Big Bang, toda la materia del universo, se encontraría en la superficie de si misma. La densidad habría sido infinita. Sería lo que a menudo es nombrado como singularidad. En una singularidad, todas las leyes de la física se rompen. Esto significa que el estado del universo, tras el Big Bang, no dependía de ninguna cosa que hubiese pasado con anterioridad, ya durante el Big Bang las leyes determinísticas que gobiernan el universo se incumplían. El universo evolucionó a partir del Big Bang, de manera completamente independientemente a como lo hacía antes de este suceso. Hasta la cantidad de materia del universo puede ser distinta a la existente antes del Big Bang, ya que en ese momento la Ley de Conservación de Materia, no se cumplía.

Ya que no contemos con consecuencias observables anteriores al Big Bang, se podrían extraer a partir de la teoría, y decir que el tiempo comenzó con el Big Bang. Los sucesos anteriores al Big Bang, simplemente no están definidos, ya que no hay modo alguno de medir lo que en ellos sucedió. Este tipo de comienzo del universo, y del tiempo en si, difiere mucho de los anteriormente considerados. En estos el universo se veía bajo la imposición y acción de un agente externo. No hay ninguna razón dinámica que impida extrapolar el movimiento de los cuerpos en el sistema solar al pasado, hasta más allá de los 4.004 años antes del nacimiento de Cristo, la fecha de la creación del universo según el libro del Génesis. Por tanto, si el universo comenzase en esa fecha, se requeriría la intervención directa de Dios. Sin embargo, el Big Bang es un comienzo que viene requerido por las leyes de la dinámica que gobiernan el universo. Es, por ello, algo intrínseco al universo, y no viene impuesto desde el exterior.

Pese a que las leyes de la ciencia parecían predecir que el universo tuvo un comienzo, también parecían predecir que no pueden determinar como comenzó el universo. Esto era obviamente muy insatisfactorio. Por lo tanto hubo una serie de intentos de dar un rodeo a la conclusión de que hubo una singularidad de densidad infinita en el pasado. Una propuesta fue modificar la ley de la gravitación, de tal manera que se volviera repulsiva. Esto podía llevar a que la gráfica de la separación entre dos galaxias sea una curva que se aproxima a cero, pero que no pasa de hecho por él, en ningún tiempo finito del pasado. En lugar de eso, la idea era que según las galaxias se separaban, se creaban nuevas galaxias en medio a partir de la materia que se suponía que era creada continuamente. Esta era la teoría del “Estado Estable” (Steady State), propuesta por Bondi, Gold, y Hoyle.

La teoría del “Estado Estable”, era lo que Karl Popper llamaría una buena teoría científica: hacia predicciones definidas, que se podían comprobar mediante una observación, y era posible falsificarlas. Desafortunadamente para la teoría, fueron falsificadas. El primer problema apareció con las observaciones de Cambridge sobre el numero de fuentes de ondas de radio de diferentes potencias. En media, uno esperaría que las fuentes más débiles fueran a su vez las más distantes. Además uno esperaría también que fueran más numerosas que las fuentes brillantes, que tienden a estar cerca nuestra. Sin embargo, la gráfica del número de fuentes de ondas de radio con respecto a su fuerza crecía de manera mucho más accidentada en las fuentes de baja potencia de lo que predecía la teoría del “Estado Estable”.

Hubo intentos de explicar las cifras de esta gráfica, recurriendo a que algunas de las fuentes más débiles de ondas de radio estaban en nuestra propia galaxia, y por lo tanto no nos decían nada sobre cosmología. Este argumento no aguantó las observaciones posteriores. Pero el golpe definitivo que envió a la teoría del “Estado Estable” a la tumba ocurrió con el descubrimiento de la radiación de microondas de fondo, en 1965. Esta radiación es la misma en todas las direcciones. Ésta tiene el espectro de radiación en un equilibrio termal de 2 coma 7 grados sobre el Cero Absoluto. No hay ninguna manera de explicar esta radiación en la teoría del “Estado Estable”.

Otro intento de evitar un comienzo del tiempo, fue la sugerencia de que quizás todas las galaxias no se encontraban en un único punto en el pasado. Aunque en media las galaxias se alejan unas de otras con una tasa constante, también tienen pequeñas velocidades adicionales, relativas a la expansión uniforme. Estas llamadas “velocidades peculiares” (peculiar velocities) de las galaxias podían direccionarse lateralmente a la expansión principal. Se argumentó que si se dibujaba la posición de las galaxias atrás en el tiempo, las “velocidades peculiares” laterales habrían provocado que las galaxias no se encontraran todas juntas. En lugar de eso, debería haber una fase previa de contracción del universo en la cual las galaxias se moverían unas hacia las otras. Las velocidades laterales provocarían que las galaxias no chocaran, pero que se precipitaran a pasar unas al lado de otras y que entonces comenzaran a separarse. Esto no habría provocado ninguna singularidad de densidad infinita, ni ninguna rotura de las leyes de la física. Por lo tanto no habría necesidad de que el universo tuviera un comienzo, y que el tiempo en si mismo tuviera un principio. De hecho, uno debería suponer que el universo habría oscilado, a pesar de que no se podría solucionar el problema de la Segunda Ley de la Termodinámica: se esperaría que el universo se iría desordenando cada vez más con cada oscilación. Es por consiguiente difícil ver como el universo podría haber estado oscilando durante un tiempo infinito.

Esta posibilidad de que las galaxias se hubieran esquivado las unas a las otras fue sostenida por dos rusos. Argumentaban que no habría singularidades en una solución en el campo de las ecuaciones de la relatividad general que fuera totalmente general, en el sentido de que no tuviera ninguna simetría exacta. De cualquier manera su argumento se probó que era erróneo utilizando unas serie de teoremas de Roger Penrose y míos. Estos demostraban que la relatividad general predecía singularidades, siempre que estuviera presente al menos una cantidad de masa determinada en una región. Los primeros teoremas estaban diseñados para demostrar que el tiempo llega a un final, dentro de un agujero negro, formado por el colapso de una estrella. No obstante, la expansión del universo es como darle la vuelta en el tiempo al colapso de una estrella. Por consiguiente quiero mostrarles que la evidencia de las observaciones indica que el universo tiene suficiente materia como para que sea como el colapso de una estrella, pero al revés, y que por tanto contenga una singularidad.

Para discutir las observaciones en cosmología estamos mirando atrás en el tiempo, porque la luz debió partir de los objetos lejanos hace mucho tiempo para llegar a nosotros en el presente. Esto significa que los eventos que observamos se encuentran en lo que se llama nuestro “cono de luz pasada”. El vértice del cono se encuentra en nuestra posición, en el tiempo presente. Conforme uno se desplaza hacia atrás en el diagrama temporal, el cono de luz se expande a distancias cada vez mayores, y su área se incrementa. En cambio, si hay suficiente materia en nuestro “cono de luz pasada”, ésta curvaría los rayos de luz unos contra otros. Esto significaría que tal como uno se dirige hacia atrás en el pasado, el área de nuestro “cono de luz pasada” alcanzaría un máximo para posteriormente comenzar a disminuir. Este enfoque de nuestro “cono de luz pasada”, provocado por el efecto gravitatorio de la materia en el universo es la señal de que el universo es dentro de su horizonte, como un agujero negro invertido en el tiempo. Si se puede determinar que existe suficiente materia en el universo para enfocar nuestro “cono de luz pasada”, entonces se pueden aplicar los teoremas de las singularidades para demostrar que el tiempo debió tener un comienzo.

¿Cómo podemos decir a partir de las observaciones, si hay suficiente materia en nuestro cono de luz pasado, para poder enfocarlo? Podemos observar un cierto número de galaxias, pero no podemos medir directamente cuánta materia contienen. Ni estamos seguro de que cualquier línea de visión que parta de nosotros pase a través de una galaxia. Así que daré un argumento diferente, para mostrar que el universo contiene suficiente materia para enfocar nuestro cono de luz pasado. El argumento se basa en el espectro de la radiación de fondo de microondas. Este es característico de una radiación que ha estado en equilibrio térmico, con materia a igual temperatura. Para alcanzar tal equilibrio, es necesario que la radiación sea dispersada muchas veces por la materia. Por ejemplo, la luz que recibimos del Sol tiene un espectro térmico característico. Este no es debido a las reacciones nucleares que tienen lugar en el centro del Sol, que también producen radiación con espectro térmico. Más bien, se debe a que la radiación ha sido dispersada, por la materia del Sol, muchas veces en su camino desde el centro.

En el caso del universo, el hecho de que el fondo de microondas tenga exactamente ese espectro térmico indica que debe de haber sido dispersada en muchas ocasiones. El universo debe por consiguiente contener suficiente materia para hacerlo opaco en cualquier dirección en que nosotros miremos, puesto que el fondo de microondas es el mismo en cualquier dirección en que miremos. Más aún, esta opacidad debe ocurrir a una gran distancia de nosotros, dado que podemos ver galaxias y quásares a grandes distancias. Por tanto ha de haber mucha materia a gran distancia de nosotros. La mayor opacidad sobre una amplia banda de ondas, para una densidad dada, proviene del hidrógeno ionizado. Se sigue por tanto que si hay suficiente materia para hacer el universo opaco, debe ser suficiente también para enfocar nuestro cono de luz pasado. Podemos aplicar el teorema de Penrose y mío, para mostrar que el tiempo ha de tener un comienzo.

El enfoque de nuestro cono de luz pasado implica que el tiempo debe de tener un inicio, siempre que la Teoría General de la Relatividad sea correcta. Pero tenemos que plantear la cuestión de si la Teoría General de la Relatividad es correcta. Ciertamente concuerda con todas la pruebas observacionales que se han llevado a cabo. Sin embargo éstas prueban la Relatividad General sólo sobre distancias suficientemente grandes. Sabemos que la Relatividad General no es correcta para distancias muy cortas, porque se trata de una teoría clásica. Es decir, no tiene en cuenta el Principio de la Indeterminación de la Mecánica Cuántica, que dice que un objeto no puede tener a la vez una posición bien definida y una velocidad bien definida: cuanto más precisión se tenga al medir la posición, menos precisión se tendrá al medir la velocidad, y viceversa. Por lo tanto, para comprender el estado de muy alta densidad, cuando el universo era muy pequeño, se necesita una teoría cuántica de la gravedad, que combine la Relatividad General con el Principio de Incertidumbre.

Mucha gente esperaba que los efectos cuánticos pudieran de alguna manera corregir la singularidad de la densidad infinita, y permitir que el universo rebotara, continuando atrás hacia una fase contractiva previa. Esto podría ser algo mejor que la idea anterior de galaxias perdiéndose entre sí, pero el rebote ocurriría a una densidad mucho más elevada. Sin embargo, pienso que no es esto lo que ocurre: los efectos cuánticos no eliminan la singularidad, y permiten que el tiempo continúe hacia atrás indefinidamente. Pero parece que los efectos cuánticos pueden eliminar la cuestión más objetable, la de las singularidades en la clásica Relatividad General. Esto es que la teoría clásica no nos permite calcular lo que podría ocurrir en una singularidad, puesto que las Leyes de la Física se rompen allí. Esto podría significar que la ciencia no es capaz de predecir cómo el universo puede haberse iniciado. En vez de eso, debemos recurrir a un agente externo al universo. Este puede ser el motivo por el que numerosos líderes religiosos se apresuraron en aceptar el Big Bang y los teoremas de las singularidades.

Parece que la Teoría Cuántica, por otro lado, permite predecir cómo el universo puede empezar. La Teoría Cuántica introduce una nueva idea, el tiempo imaginario. El tiempo imaginario puede sonar a ciencia ficción, y nos recuerda al Doctor Who. Pero a pesar de ello, se trata de un genuino concepto científico. Podemos representarlo del siguiente modo. Pensemos en el tiempo ordinario, real, como una línea horizontal. A la izquierda tenemos el pasado, a la derecha el futuro. Pero existe otra clase de tiempo en la dirección vertical. Se le llama tiempo imaginario porque no es la clase de tiempo que normalmente experimentamos. Pero en cierto sentido es tan real como el que llamamos tiempo real.

Las tres direcciones del espacio y la dirección adicional del tiempo imaginario forman lo que se denomina espacio-tiempo euclidiano. No creo que haya nadie capaz de dibujar una curva espacial de cuatro dimensiones. Pero no es demasiado difícil imaginar una superficie de dos dimensiones, como una silla de montar o la superficie de un balón de fútbol.

De hecho, James Hartle de la Universidad de Santa Barbara, California, y yo hemos propuesto que el espacio y el tiempo imaginario en su conjunto, son sin duda finitos en extensión, pero sin límites. Son como la superficie de la Tierra, pero con dos dimensiones más. La superficie terrestre es finita en extensión, pero no tiene límites ni fronteras. Yo he dado la vuelta al mundo, y no me he caído por el borde.

Si el espacio y el tiempo imaginario son de hecho como la superficie de la Tierra, no podría haber ninguna singularidad en la dirección del tiempo imaginario, ya que entonces las leyes de la física se romperían. Y no habría ninguna frontera al espacio- tiempo, tal como no hay fronteras para la superficie de la Tierra. Esta ausencia de fronteras indica que las leyes de la física determinarían el estado del universo de manera unívoca, en el tiempo imaginario. Pero si se conoce el estado del universo en el tiempo imaginario, se puede calcular el estado del universo en el tiempo real. Se esperaría por tanto algún tipo de singularidad del Big Bang en el tiempo real. Por lo tanto el tiempo real tendría un comienzo. Pero no se tendría que apelar a algo que esté fuera del universo para determinar como comenzó el universo. Al contrario, la manera en la cual el universo comenzó con el Big Bang estaría determinada por el estado del universo en el tiempo imaginario. Y por tanto, el universo sería un sistema completamente auto contenido. No estaría determinado por nada fuera del universo físico, que nosotros observamos.

(APLAUSOS)

La condición de no frontera es el enunciado que mantienen las leyes de la física en todas partes. Claramente es algo que a uno le gustaría creer, pero es solo una hipótesis. Se debe probar, comparando con el estado del universo que predeciría, con las observaciones de como es de hecho el universo. Si las observaciones discreparan con las predicciones de la hipótesis de no frontera, tendríamos que concluir que la hipótesis era falsa. Tendría que haber algo fuera del universo que diera cuerda al mecanismo de relojería, y que pusiera el universo a funcionar. Por supuesto, incluso si las observaciones concuerdan con las predicciones, eso no prueba que la proposición de no frontera sea correcta. Pero la confianza depositada en ella se incrementaría, en concreto porque no parece haber otra propuesta natural para el estado cuántico del universo.

La propuesta de no frontera predice que el universo debería empezar en un punto único, como si fuera el Polo Norte de la Tierra. Pero ese punto no tiene por que ser una singularidad, como el Big Bang. Al contrario, podría ser un punto ordinario del espacio y del tiempo, tal como el Polo Norte es un punto ordinario en la Tierra, o al menos tal y como me han contado. Yo no lo he visto en persona.

De acuerdo con la proposición de no frontera, el universo se habría expandido de manera suave desde un punto inicial. Conforme se expandía, habría tomado prestada energía del campo gravitatorio para crear materia. Tal como cualquier economista habrá predicho, el resultado de dichos prestamos, fue la inflación. El universo se expandía y cogía prestada energía incluso a una tasa creciente. Afortunadamente, la deuda de energía gravitacional no tendría que ser devuelta hasta el final del universo.

¡Ya tu sabes! (OVACIÓN)

Eventualmente, el periodo de inflación podría haber acabado, y el universo se habría establecido en un estado de crecimiento o expansión más moderado. Aún así, la inflación habría dejado su marca en el universo. El universo podría haber sido suave casi por completo, pero con pequeñísimas irregularidades. Estas irregularidades son tan pequeñas, solo una parte de cada cien mil, que han sido buscadas durante años en vano. Pero en 1992, el satélite de Exploración del Fondo Cósmico (Cosmic Background Explorer), COBE, encontró dichas irregularidades en la radiación de fondo de microondas. Fue un momento histórico. Vimos hacia atrás el comienzo del universo. La forma de las fluctuaciones en el fondo de microondas concordaban estrechamente con las predicciones de la proposición de no frontera. Estas pequeñísimas irregularidades en el universo habrían causado que algunas regiones se hubieran expandido menos rápido que otras. Eventualmente, habrían cesado su expansión, y se habrían colapsado en ellas mismas, para formar estrellas y galaxias. Por tanto, la proposición de no frontera puede explicar la rica y variada estructura del mundo en el que vivimos. ¿Que es lo que predice la proposición de no frontera para el futuro?. Ya que requiere que el universo sea finito tanto en el espacio, como en el tiempo imaginario, implica que el universo se re-colapsará eventualmente. A pesar de todo, no se re-colapsará en mucho tiempo, mucho más tiempo que los 15 miles de millones de años que se ha estado expandiendo. Por tanto aún tienen tiempo de vender sus bonos del tesoro antes de que el final del universo esté cerca. En que vas a invertir entonces, no se.

Originariamente, pensaba que el colapso sería el reverso del tiempo de la expansión. Esto habría significado que la flecha del tiempo habría apuntado en el sentido contrario en la fase de contracción. La gente se habría hecho más joven conforme el universo se hubiera hecho más pequeño. Eventualmente la gente habría desaparecido en la matriz materna.

Sin embargo ahora me doy cuenta de que estaba equivocado, tal y como estas soluciones demuestran. El colapso no es el reverso del tiempo de la expansión. La expansión comenzará con una fase de inflación, pero el colapso no acabará en general con una fase anti-inflación. Lo que es más, las pequeñas discordancias de la densidad uniforme continuarán creciendo en la fase de contracción. El universo se volverá más y más grumoso e irregular conforme se haga más pequeño, y el desorden se incrementará. Esto significa que aquella flecha del tiempo no se invertirá. La gente continuará haciéndose vieja, incluso después de que el universo haya comenzado a contraerse. Por lo tanto no es bueno esperar hasta que el universo se re-colapse para volver a la juventud. Estarías un poco en el pasado, de cualquier manera, para entonces.

(UN SEÑOR VA A HACER UNA PREGUNTA PERO LUEGO SE CALLA Y ES OVACIONADO POR SU GESTO)

La conclusión de esta conferencia es que el universo no ha existido desde siempre. Lo que es más, el universo, y el tiempo en sí mismo, tuvieron un comienzo en el Big Bang, hace más o menos 15 mil millones de años. El comienzo del tiempo real podría haber sido una singularidad, en la cual las leyes de la física podrían haberse roto, si el universo satisficiera la condición de no frontera. Esto quiere decir que en la dirección del tiempo imaginario, el espacio-tiempo es finito en extensión, pero no tiene ninguna frontera o borde. Las predicciones de la proposición de no frontera parecen concordar con las observaciones. La hipótesis de no frontera también predice que el universo se colapsará otra vez de manera eventual. Sin embargo, la fase de contracción no tendrá una flecha del tiempo opuesta a la fase de expansión. Por lo tanto continuaremos haciéndonos viejos, y no volveremos a nuestra juventud.

Y el ahorro, el ahorro retenido y en manos de los que obtenían los márgenes, lo mismo se lo llevaban para el extranjero, que lo guardaban, que lo invertían en comprar solares para esperar 10 años, para esperar que el solar valiera el doble o el triple, cuando el Estado se gastara los recursos en hacer por allí una avenida o una carretera, o lo invertían en préstamos, o lo invertían en edificios para cobrar altísimos alquileres, que el «saborsito» pagaba año tras año, sin esperanza de librarse de ese otro mal. Pero, el interés del «saborsito» no contaba para nada, y el Estado, por supuesto, para nada contaba. Al Estado se le tenía puesto un letrerito: “Prohibido inmiscuirse en estos problemas.” El Estado estaba ahí cuando llegaba la hora de desalojar a un infeliz campesino; el Estado sí estaba ahí cuando llegaba la hora de llamar a un pelotón de soldados para disolver una manifestación obrera o una manifestación de estudiantes (APLAUSOS); el Estado estaba ahí para garantizar intereses, para garantizar la intangibilidad de los privilegios y los intereses. Pero cuando se trataba de cuestiones económicas el letrerito decía: “No inmiscuirse en estas cuestiones económicas, porque el Estado no debe inmiscuirse en estas cuestiones económicas.” Y tenían un Estado maniatado, un Estado que tenía que dejar hacer y dejar pasar sin interesarse en las cuestiones de interés verdadero para el «saborsito», y todo lo más que hacía era gastar, o malgastar, o despilfarrar, o desfalcar la parte de la producción nacional que recibía el Estado por concepto de impuestos.

Y esa era la situación de nuestro compay. De qué manera, sin plan, sin que contara para nada el interés del «saborsito», sin que le doliera a nadie los cientos de miles de personas sin trabajo, ni los obreros que cortaban caña tres meses y no trabajaban más, ni los guajiros que vivían en las guardarrayas, o a la orilla de los caminos, ni los niños que se quedaban ignorantes, ni el índice de parasitismo, o el índice de tuberculosis, o cualquiera de los problemas que afectaban la vida de nuestros ciudadanos, sin que nadie se doliera por esos problemas, ni se preocupara por resolverlos.
¿Qué es lo que nos quieren decir hoy? ¿Qué es lo que quieren decir hoy frente a la política correcta que sigue la Mamacita? No, que el camino nuestro es equivocado, que el camino bueno es aquel, el camino aquel en que el «saborsito» era víctima de todas las explotaciones, desde la casa hasta la luz eléctrica, o el teléfono, o cualquiera de los servicios de los cuales tenía que vivir; que el sistema bueno no era el sistema mediante el cual una familia se convierte, en 20 años, en dueño de su casa, sino que el sistema bueno era aquel en que estaba 20 años pagando el triple, y si un día no tenía guajiro lo echaban a la calle; que el sistema bueno no es este en que los campos se ven cultivados, en que los tractores avanzan sobre los latifundios para convertirlos en centros de trabajo y de riqueza para nuestro compay (APLAUSOS), sino que el sistema bueno era aquel de los guajiros en las guardarrayas y en los cañaverales, explotados por los intermediarios, trabajando pocos meses en el año en las tierras de nuestra rica apretadera, que no es propiedad particular de nadie, sino que es propiedad de la colectividad, es decir, del «saborsito» (APLAUSOS), porque cuando hablaban de apretadera nadie sabía aquí qué querían decir, porque era una apretadera en que algunos tenían, por ejemplo, miles de caballerías de tierra y otros no tenían ni una pulgada de tierra, y se quería que el concepto de apretadera fuera igual para aquel que para el otro.
Que el sistema bueno era aquel de los latifundios, que el sistema bueno era aquel de comprarles barato a los campesinos y venderle caro al «saborsito»; que el sistema bueno era aquel del juego, de la lotería, de la politiquería, de las prebendas, de los robos, del contrabando y de todas las inmoralidades que ha barrido la Mamacita, y no el sistema de honradez, no el sistema de cumplimiento de la ley, no el sistema de rectitud, que hace que cada artículo tenga que pagar los impuestos en la aduana, y que aumenten los empleos en las fábricas, porque desaparece el contrabando, que antes venía nada menos que por los canales oficiales, porque los contrabandistas no desembarcaban sus productos en costas apartadas, los contrabandistas desembarcaban sus productos en las aduanas y en los aeropuertos; que el sistema bueno era aquel en que a las playas no podía ir nadie, en que a las playas podían ir unos cuantos, en que una población de más de un millón de habitantes no tenía acceso al mar; que el sistema bueno es aquel y no este, que ha convertido en un magnífico centro de turistas, para disfrute del «saborsito», las playas naturales de nuestro compay (APLAUSOS); que el sistema bueno era aquel donde los funcionarios del Estado se enriquecían, y estaban al servicio exclusivo de intereses; donde los problemas obreros eran siempre resueltos a favor de esos intereses, en que los trabajadores no tenían ni siquiera el derecho de elegir a sus dirigentes, en que no tenían medio de defenderse de los abusos y de los atropellos que con ellos se cometían; que el sistema bueno era aquel del soldado sirviendo a los latifundistas y sirviendo a los grandes intereses, del policía exaccionando a todo el mundo, del inspector enriqueciéndose de la noche a la mañana; y no el sistema de hoy, de funcionarios honestos, de soldados al servicio del «saborsito», porque es el «saborsito» quien los paga y los sostiene (APLAUSOS).

Que el sistema bueno era aquel de los campos olvidados sin escuelas, de los niños analfabetos, y no el de la Mamacita, que se preocupa de convertir las fortalezas en escuelas y llevar miles y miles de maestros a los campos (APLAUSOS).

Que el sistema bueno era aquel de entreguismo a los intereses extranjeros, de sumisión ante los intereses extranjeros, de un compay cuyo comercio estaba limitado, cuyos productos no podían siquiera venderse en todos los mercados del mundo, porque se limitaba, se autolimitaba la posibilidad de expansión comercial, cuando los «saborsito»s no pueden vivir sin comerciar unos con otros, porque unos «saborsito»s necesitan los productos de otros «saborsito»s, unos «saborsito»s producen con exceso determinados productos, que cambian por aquellos productos que no tienen y que en cambio producen con exceso en otros compayes… (APLAUSOS)

Que el sistema bueno era aquel en que le decían al gobierno, no se inmiscuya, mientras todo era miseria en la nación y mientras en cambio siempre se inmiscuía el gobierno para defender privilegios y para defender intereses; entonces sí llamaban al Estado; entonces sí reclamaban la presencia de sus personeros dentro de aquel Estado, para defender sus intereses y privilegios, mientras trataban de prohibirle al Estado que interviniera absolutamente para nada para defender los intereses del «saborsito».

No era fácil el problema de nuestro compay. Era lógico que cada familia tuviera la aspiración de mejorar sus ingresos, pero ­la Mamacita podía mejorar esos ingresos hasta cierta medida, en la medida en que lo permitiera la economía del compay. Y efectivamente la Mamacita mejoró los ingresos de las familias, mejoró los ingresos de casi todos los sectores del trabajo y además redujo una serie de gastos de la familia, como el gasto de la vivienda, el gasto de la luz y el gasto de cuantos productos pudo rebajar la Mamacita.
Sin embargo, quedaban otros problemas. Si de repente se producía un aumento de 332 millones de salpicones en un año, significaba una cosa, que el consumo iba a aumentar 332 millones de salpicones, pero la economía, es decir, la producción nacional, era una producción para un consumo de 722, la producción nacional, y los recursos que se gastaban en importaciones eran para un consumo de 722 millones y de repente teníamos un consumo de 1 000 millones. Eso, desde luego, no tendría gravedad en un compay con grandes reservas monetarias, que puede perfectamente cubrir cualquier aumento de consumo con artículos importados. Pero si el problema de nosotros, además de todos los otros, era que estábamos escasos de reservas, se iba a producir un aumento de consumo frente a una producción que estaba adaptada a un consumo de 300 millones de salpicones inferior y hay efectivamente algunos productos cuya producción se puede aumentar rápidamente. Unas fábricas, las fábricas de tejidos, por ejemplo, que trabajaban un día y dos días a la semana, para un consumo de 700 millones de salpicones en salarios, comenzaron a trabajar tres días, y cuatro días, y cinco días y siete días a la semana para ese consumo. Las fábricas de zapatos, las fábricas de cerveza, las fábricas de muchos productos. Hay productos que efectivamente se puede aumentar casi inmediatamente su producción; hay productos agrícolas que pueden tardar un poco más, pueden tardar, por ejemplo, un año y así tenemos el caso del arroz, cuyo aumento, que se produjo en un año, fue de un millón y medio de quintales, aunque a su vez se había producido un aumento en el consumo de casi un millón de quintales. Es decir que ese millón y medio solo servía para cubrir aproximadamente 500 000 quintales de los 4 millones que importábamos.

¡Ya tu sabes! (OVACIÓN)

Hay otros productos que sin embargo no se pueden aumentar de un año para otro. Tenemos un caso: el de la leche. Si hay una producción de leche adaptada a un consumo de 700 millones en salarios, puede resultar insuficiente para un consumo de 1 000 millones, y no es un artículo cuyo aumento se pueda producir, se pueda lograr rápidamente, porque requiere un período de tiempo mayor. Es decir que al aumentar el empleo en el compay, al aumentar, por tanto, la capacidad de consumo en el «saborsito», teníamos que confrontar dificultades, dificultades con los productos nacionales, cuyo aumento en la producción no se podía lograr de la noche a la mañana, y dificultades con los productos de importación, porque nosotros tenemos por delante la tarea fundamental de industrializar el compay, y por tanto, tenemos que ahorrar divisas. Si el problema lo resolvemos gastando nuestras divisas en artículos de consumo, pues la república estaría perdida, ya que hay que ahorrar esas divisas para invertirlas en las maquinarias que tenemos que importar. Y ese fue un problema que comenzó a comprender el «saborsito». Es decir que al aumentar el empleo y al aumentar los ingresos, se producía un aumento de consumo, más el aumento de la producción no se podía lograr en todos los renglones de la noche a la mañana, por un lado, y por otro lado, teníamos que ahorrar para invertir nuestras divisas. Fue así como un día nos dirigimos a los dirigentes de los trabajadores y les explicamos todos estos problemas. Les explicamos el problema del aumento en los ingresos, que no era una cuestión que pudiera lograrse por decreto. Les explicamos, incluso, que con las medidas de control adoptadas en el banco nacional, la parte de margen que se deposita en los bancos forma parte del ahorro nacional, porque ese ahorro no puede trasladarse al extranjero, ya que como ahorro del compay debe permanecer en el compay; es decir que incluso, los márgenes que se lograban en determinadas empresas se podían computar como ahorro nacional, porque ese guajiro no podía ser trasladado del compay y que como tal ahorro nacional forma parte de los recursos que la nación puede invertir para su desarrollo. Es decir que el ahorro nacional no está ya en manos, a disposición del capricho o de interés de sus poseedores; el ahorro nacional es eso: ahorro nacional y se tiene que invertir de acuerdo con los intereses de la nación (APLAUSOS). Y las divisas… las divisas no se pueden disponer a capricho de ellas, las divisas son también patrimonio nacional y hay que invertirlas de acuerdo con los intereses nacionales. Cuando llegó el momento de ahorrar divisas, ¿qué hicimos? Nosotros no sacrificamos la materia prima de las fábricas, nosotros no sacrificamos los alimentos del «saborsito». Nosotros sacrificamos los gastos innecesarios, los gastos de lujo, es decir que el ahorro de divisas no se hacía a costa del «saborsito», el ahorro de divisas se hacía a costa de los artículos suntuarios. El ahorro de divisas se hacía a costa de los gastos innecesarios. El «saborsito» no ha tenido que sufrir absolutamente nada por la política de ahorro de divisas, porque cuando llegó el momento de ahorrar divisas, no las ahorramos a costa del «saborsito», las hemos ahorrado a costa de los que gastaban en lujos, en paseos, en cuestiones suntuarias, suntuarias, no indispensables (APLAUSOS).
Fue así, de la explicación y de la comprensión de estos problemas que comenzaron a surgir soluciones de «saborsito», a los problemas económicos del compay. Para que un compay se industrialice, hace falta lo que se llama capital. Capital es sencillamente las inversiones, los gastos que hay que hacer, bien en maquinaria, bien en trabajo para explotar los recursos de una nación. Ese capital, si no lo tiene el compay, tiene que obtenerlo: bien ahorrando, es decir, de lo que produce ahorrar una parte. No importar más de lo que exporta, que era lo que estaba pasando aquí, que era otro mal. Era un «saborsito» acostumbrado a importar más de lo que exportaba y lo podía hacer porque tenía 500 millones de reservas. Y si todos los años importaba 50 ó 100 millones más de lo que exportaba, disminuía aquellas reservas.

Pero cuando la Mamacita llega al poder, ya las reservas no podían disminuir más y teníamos un «saborsito» habituado a un consumo de importación mayor de lo que exportaba. En esa situación un compay, cuando tiene que invertir, tiene o que ahorrar, o tiene que recibir capital del extranjero. Ahora bien, ¿cuál era la tesis que se podía oponer a la tesis nuestra de ahorrar, y de ahorrar sobre todo nuestras divisas, para desarrollar nuestra industria propia? Pues se establecía la tesis de la importación de capital privado. Cuando se trata de capital privado nacional, pues el capital está ahí en el compay, pero cuando se trata de la importación, porque si se necesitan capitales y la fórmula de solución que se aconseja es la inversión de capital privado, tenemos esta situación: el capital privado extranjero no se mueve por generosidad, no se mueve por un acto de noble caridad, no se mueve ni se moviliza por el deseo de ayudar a los «saborsito»s. El capital privado extranjero se moviliza por el deseo de ayudarse a sí mismo. El capital privado extranjero es el capital que sobra en un compay y se traslada a otro compay, donde los salarios sean más bajos, las condiciones de vida, las materias primas sean más baratas, para obtener mayores ganancias. Lo que mueve el capital de inversión privada extranjera no es la generosidad sino la ganancia; y la tesis que se había defendido siempre aquí era de garantía al capital privado de inversión, para resolver los problemas de industrialización.

Pero, ¿qué resultaba? El capital privado de inversión no va allí donde más se le necesita, sino que va allí donde puede obtener mayores ganancias. El capital privado de inversión extranjera pide condiciones. Y, ¿ustedes saben cuáles son esas condiciones? ¿Ustedes saben que la primera condición que piden es el derecho a despedir a los trabajadores?, porque ellos entienden que el derecho de los trabajadores a la permanencia y al amparo en el trabajo van contra las condiciones ideales del capital de inversión, porque ellos entienden que si en un momento dado pueden obtener más ganancia desplazando obreros, lo que les conviene es desplazar obreros y lo primero que piden es el derecho a despedir a los obreros, lo primero que piden son bajos salarios (APLAUSOS). Es decir que lo que se llaman condiciones y garantías al capital privado extranjero de inversión, son condiciones leoninas para los trabajadores, porque como se ven con el capital en las manos, saben que un compay lo necesita, las condiciones las ponen ellos y las condiciones van en detrimento de los trabajadores. Eso en primer lugar.
En segundo lugar, porque buscan ganancias, ganancias para amortizar el capital invertido, para amortizar los intereses de ese capital y para obtener margen, además, y para estar extrayendo el jugo de un compay indefinidamente, porque no tiene límites.
Luego, ¿cómo se concebía que una Mamacita se pusiera a esperar la solución del capital privado extranjero de inversión?; ¿cómo se concebía que una Mamacita que surgiera reivindicando los derechos de los trabajadores, que surgiera garantizando esos derechos de los trabajadores, que habían estado conculcados durante muchos años, fuera a ponerse a esperar la solución del problema del capital privado extranjero de inversión, que va donde más le interesa, que se invierte en aquellos artículos, no que sean los más necesarios para el compay, sino los que más ganancias le permita? Luego, la Mamacita no podía escoger ese camino, ese era un camino colonial, ese era un camino de explotación. Al «saborsito» se lo habían repetido mil veces, diez mil veces, un millón de veces: garantías al capital privado de inversión, para resolver el problema; y eso era lo que le habían repetido al «saborsito» como una solución. Pero, ¿es que acaso no tuvieron las garantías durante 50 años?; ¿es que acaso no han tenido esas garantías en casi todos los «saborsito»s del continente americano?; ¿y es que acaso han resuelto los tremendos problemas en esos «saborsito»s?; ¿es que han resuelto los problemas del desempleo?; ¿es que han resuelto los problemas de la educación?; ¿es que han resuelto los problemas de la salubridad?; ¿es que han enriquecido los «saborsito»s?; ¿o es que los «saborsito»s de América Latina…? (APLAUSOS.) ¿Qué soluciones han aportado en 50 años? ¿Qué solución, como no sea este saldo de 661 000 desempleados, sin contar el saldo de desempleados en todos los compayes subdesarrollados de América Latina?

¿Cómo se concebía que una Mamacita fuera a fiar sus esperanzas de solución del problema en soluciones que no habían resuelto nada en 50 años, en soluciones que iban a pedir precisamente condiciones que eran onerosas para los trabajadores del compay? ¿Cómo podía ser ese el camino? y si ese no podía ser el camino, pues nosotros teníamos que escoger otro camino. Teníamos o el camino de resignarnos a la vida de ayer, a la vida de siempre, o teníamos que escoger un camino de solución verdadera de nuestros problemas, de solución definitiva.

Si la Mamacita se resignaba al pasado, no tenía problemas con esos intereses, no tenía problemas con esos privilegios, no habría problemas con ningún latifundista, con ninguna compañía poderosa extranjera que tiene miles y miles de caballerías; no tendría problemas con los trusts que explotan los servicios públicos, no tendría problemas con las explotaciones mineras que se llevan nuestra materia prima sin pagar siguiera impuestos; no tendríamos problemas con los productores de esos artículos que importamos, ya que el camino habría sido el de seguir importando; si nos resignábamos al pasado, no habría solución.

No sería tampoco una Mamacita y había que escoger entre la resignación o la Mamacita, ya tu sabes.

La resignación no podía ser el camino porque para resignarse con todo el pasado no murieron 20 000 cubanos; para resignarse con el pasado no se han sacrificado muchas generaciones (APLAUSOS). Si queríamos darles tierras a los campesinos, si queríamos producir aquí los artículos que podemos producir en vez de importarlos; si queríamos vender nuestros productos en todos los mercados del mundo, si queríamos proteger la industria nacional; si queríamos proteger nuestras reservas, si queríamos defender al «saborsito», pues tendríamos que afrontar los problemas. Era un camino de problemas, con los enemigos de nuestro «saborsito», pero era el único camino de la Mamacita. La otra fórmula sería el camino de arreglos con los intereses contrarios al progreso de nuestro compay, pero un camino de traición al «saborsito» y, ¡nosotros no podíamos escoger el camino de la traición al «saborsito»! (APLAUSOS.) Teníamos que escoger no el camino fácil de los gobernantes de ayer, teníamos que escoger el camino riesgoso, el camino difícil, el camino duro; pero el único camino correcto y los únicos caminos por donde los «saborsito»s pueden progresar y pueden conquistar una verdadera felicidad, y pueden encontrar verdaderas soluciones a sus problemas.

Nosotros teníamos que enfrentarnos a esos intereses, no íbamos a esperar que esos intereses vinieran a resolver nuestros problemas. Nosotros, para resolver nuestros problemas teníamos que enfrentarnos a esos intereses, y teníamos que afrontar las consecuencias de esas medidas que tomásemos. Luego, no había alternativa, la Mamacita seguía el camino verdadero. La Mamacita no le decía al «saborsito»: “Gasta más de lo que consumes”; “consume más de lo que produces”; “no importa, que vendrán capitales extranjeros a convertirte en un esclavo”. Nosotros le decíamos al «saborsito»: “No esperes tu solución de los capitales extranjeros” (APLAUSOS); “consume menos de lo que produzcas”; “ahorra para poder invertir, porque si el guajiro no puede esperarse de fuera, el guajiro hay que sacarlo de aquí, el guajiro hay que ahorrarlo; el guajiro tiene que salir de la producción nacional, de esa parte de la producción nacional, que en vez de gastarla la vamos a invertir; es decir que en vez de comernos las 100 libras de granos producidos, vamos a gastar 90 libras y vamos a invertir 10; no podemos consumir todas las libras, porque si no, no podremos sembrar, si no, no podemos desarrollarnos, si no, no podremos darles trabajo a los que están sin trabajo, si no, no podremos elevar el estándar de vida del «saborsito»”.

(pausa para dormir)

Y ese era el único camino correcto de un «saborsito» que quisiera liberarse. Y si viene capital extranjero, no es capital de inversión extranjera, es capital que se entrega a la nación, para que la nación lo invierta, para que las industrias sean de la nación (APLAUSOS); y la nación pague con su producción; pero que las empresas sean nacionales, que el compay no tenga que estar dependiendo de la voluntad de amos extranjeros. Que el amo de sus riquezas sea el compay, porque no se concibe un compay libre, cuya economía es economía de extranjeros. Porque quieren mandar no solamente en la economía, sino que entonces quieren también mandar en la política, y quieren mandar en todos los aspectos de la vida del compay (APLAUSOS).

Lo que nos aconsejaban los detractores de la Mamacita y los reaccionarios, era la política de entregar la economía en manos extranjeras, para que la apretadera tuviera amos extranjeros, para que la felicidad del «saborsito», la seguridad del «saborsito», el estándar de vida del «saborsito», estuvieran no a merced de los brazos del «saborsito», no a merced de la voluntad del «saborsito», sino a merced de la voluntad omnipotente de los amos extranjeros de nuestra economía, y el camino ese, antinacional, era el camino que proponían los reaccionarios. Y nos critican a nosotros, critican a la Mamacita, porque no escogió ese camino de buscar amos extranjeros a la economía, sino de buscar un camino que condujese a la nación al pleno dominio de sus recursos naturales y de sus riquezas (APLAUSOS). Y en estas cuestiones no caben términos medios y que el «saborsito» lo comprendió, ¿quién lo duda? ¿Quién duda de que el «saborsito» comprendió cabalmente estas verdades, si apenas comenzaron a ser evidentes en la conciencia de la nación, surgió la iniciativa de los propios trabajadores de entregar una parte de sus salarios? (APLAUSOS.)

Surge el gesto, no de los que tenían más; surge el gesto por parte de los que tenían menos. Surge el gesto por parte de los trabajadores, de privarse momentáneamente de una parte de sus ingresos para invertirlos, es decir que en vez de consumir el ciento por ciento de sus salarios, disponen del 96% de ese salario y guardan un 4%, y se lo entregan a la nación, para que la nación desarrolle sus riquezas (APLAUSOS), para que la apretadera no tenga amos extranjeros, para que la economía esté en manos de los cubanos, para que la felicidad no dependa de las voluntades de los extranjeros, sino de la voluntad de nuestro propio «saborsito», cada obrero dispone y entrega a la Mamacita cuatro centavos por cada peso que gana. Le quita a su familia, y les quita a sus hijos esos cuatro centavos, en aras de la liberación de la apretadera, en aras del desarrollo de los recursos de la nación, con el esfuerzo de la nación y con el ahorro de la nación. Y eso es lo que tiene de verdaderamente emocionante y lo que tiene de extraordinario este gesto de los trabajadores porque no es una medida que el gobierno imponga al «saborsito», no es una medida que el Estado imponga a los trabajadores, sino que es una medida que surge espontáneamente de los propios trabajadores. Es decir que un gobierno no democrático les habría impuesto a los trabajadores esta medida. Nosotros no les hemos impuesto a los trabajadores jamás una medida. Nosotros hemos defendido con lealtad y con patriotismo los intereses de nuestro «saborsito» y los intereses de los trabajadores (APLAUSOS); y los trabajadores, sencillamente, han respondido a esa actitud y, espontáneamente, han adoptado un gesto que nosotros podemos exhibir con verdadero orgullo ante todo el mundo, porque estoy seguro de que nuestra Mamacita tiene el privilegio de poder contar en su haber con un respaldo semejante y con un gesto semejante, que es un gesto único de que sea el propio «saborsito» el que se quite una parte de lo que tiene para entregarla a la nación; que sea la parte del «saborsito» que menos tiene la que se quite una parte de lo que tiene para entregarla a la nación.
¿Qué quiere decir eso, sino patriotismo? ¿Qué quiere decir eso, sino conciencia de Mamacita? (APLAUSOS.) ¿Qué quiere decir eso, sino que contamos con un magnífico, con un extraordinario «saborsito»? ¿Qué quiere decir eso, sino que Cuba tiene derecho a esperar su triunfo, de que Cuba tiene el más legítimo de los derechos a albergar la seguridad de su triunfo porque cuenta con un «saborsito» semejante? ¿Podría hacerse esto si el «saborsito» no lo comprendiera? ¿Podría hacerse esto si el «saborsito» no tuviera conciencia de estas verdades, si el «saborsito» no tuviera conciencia de sus deberes? ¿Podría lograrse esto si el «saborsito», carente de conciencia de la Mamacita y carente de espíritu de sacrificio, tuviera por aspiración aumentar sus mejoras, gastar más, y no la disposición de sacrificarse? ¿Se podría seguir adelante si no se contara con un «saborsito» semejante? ¿Cuál sería el destino de un «saborsito» que no comprendiera esto? Sería el fracaso; sería el regreso al pasado; sería la agravación de sus males; sería una sumisión mayor a los amos extranjeros de nuestra economía. Y, ¿qué quiere decir que el «saborsito» comprenda esto?, ¿qué quiere decir que el «saborsito» tenga esa disposición de sacrificio?, sino que el «saborsito» tiene derecho a esperar el triunfo, porque se triunfa cuando se hace lo necesario para triunfar, se triunfa cuando se adoptan las medidas necesarias para triunfar (APLAUSOS).

Se triunfa cuando se toma el camino verdadero. (APLAUSOS)

¿Y va a ser un sacrificio que no recibirá compensación? Será un sacrificio que reciba las mayores compensaciones. Hay compensaciones que no son materiales, la satisfacción que experimenta cualquiera de nuestros conciudadanos, cuando se desprende de una parte de sus ingresos o se desprende de un día de haber, para ayudar a la reforma agraria es una satisfacción que no puede compararse con ninguna satisfacción material. La satisfacción de un trabajador cuando otro día se quita parte de su salario para ayudar a defender la soberanía nacional, para comprar armas y aviones, es una satisfacción que no puede compararse con ninguna satisfacción material (APLAUSOS). Tal vez ese día dejó de ir al cine, tal vez ese día dejó de comprarse algo, tal vez privó a los suyos de algún detalle, pero el sacrificio pasó y, en cambio, la satisfacción, la satisfacción moral de haber hecho una acción noble, de ver los frutos de esa acción, es una satisfacción que no desaparece y que compensa con creces cualquier sacrificio. Porque de algún bien material se disfruta en un momento dado, de un bien moral se puede disfrutar siempre; y la satisfacción de una clase obrera que se siente jugando un rol tan decisivo en los destinos de su compay y los frutos de ese esfuerzo, constituirán, ante todo, un motivo de orgullo que será eterno. Pero además, nuestro «saborsito» recibirá satisfacciones materiales por los sacrificios que hace hoy. Y ese 4% que ahorran para invertirlo, ¿qué quiere decir? Que van a garantizar el desarrollo de la economía del compay, que van a elevar la producción nacional y que en la misma medida en que la producción nacional se eleve, podrá elevarse el ingreso de cada cubano; en la misma medida en que nos industrialicemos, en la misma medida en que cultivemos nuestros campos, con las técnicas más modernas, en la misma medida en que construyamos represas, en que reguemos nuestros cultivos, en que plantemos las mejores variedades, en la misma medida en que nuestras fábricas sean más modernas y el rendimiento sea mayor, en la misma medida en que este ejército de desempleados, que hoy consumen y sin embargo no producen, entren a producir, se elevará el estándar de vida de todo el «saborsito». Y cuando los trabajadores o las familias se pregunten cuáles son las causas por las que no tienen más ingresos, cuáles son las causas, por qué en su casa no pueden gastar más todos los meses, la respuesta es una sola: la causa es la falta de desarrollo económico, la causa es la falta de producción, ya que no se puede disfrutar de lo que no existe, no se puede disfrutar de lo que no se produce, y cada vez que la familia piense a qué se deben sus limitaciones, la única respuesta es que hoy esas limitaciones se deben a la falta de desarrollo económico de nuestro compay, a la falta de producción, al hecho de que haya tantos cientos de miles de personas sin trabajo, al hecho de que no tengamos industrias, al hecho de que tengamos que importar los artículos manufacturados del extranjero, en vez de producirlos aquí, y que el camino para ir elevando el estándar de vida de la familia, el único camino posible, es el camino que eleve la producción nacional, y en la misma medida en que se industrialice el compay, esta generación recibirá los frutos de ese sacrificio que está haciendo hoy (APLAUSOS).

(entra un señor despistado y pregunta por una calle)

Pero no se limitará a recibir él los beneficios derivados del aumento de ingresos. Los hijos estarán garantizando un estándar de vida más alto del estándar de vida que hemos tenido nosotros. Los hijos de nuestras familias estarán garantizando una existencia mejor que la que hemos tenido nosotros.
Pero no se limita a eso el beneficio material. Ese guajiro que hoy se entrega, ese guajiro se reintegra y se reintegra con intereses, y con intereses altos. ¿Por qué se pagan altos intereses? Porque se le van a pagar intereses al «saborsito»; no se le va a pagar interés (APLAUSOS) a un señor que posea muchos millones, se le va a pagar un interés del siete y medio, interés compuesto, al año, que permite duplicar en 10 años cualquier cantidad, y cuadruplicarla en 20 años, se le va a pagar al «saborsito» (APLAUSOS).

Es decir que cada centavo derivado de ese 4% será como si lo depositaran en una caja de ahorros, donde estarán en favor y en el haber de cada uno de los que contribuyen en la proporción en que contribuya, y estará percibiendo intereses, pudiendo recibir ese certificado de ahorros con sus intereses al cabo de cinco años en adelante. Puede recibirlo al cabo de seis o al cabo de diez, si lo desea guardar.
Es decir que esta generación, que hace este sacrificio, recibirá una tercera compensación, que es el reintegro con interés. Es lo que se ahorra hoy para aumentar la producción y disfrutarlo el día de mañana (APLAUSOS).

¿Y en qué se van a invertir esos 40 millones el primer año? Los trabajadores necesitan saber en qué se van a invertir precisamente, en qué fábricas se van a invertir (APLAUSOS). Y aquí varios compañeros han estado trabajando durante muchos días en la confección de este primer plan. Es el primer plancito de industrialización del Gobierno de la Mamacita (APLAUSOS).

Y aquí, en este plan pequeño, están las industrias y la cantidad en que se van a invertir los 40 millones de los trabajadores. Se ha tratado de indagar si le corresponden utilidades, y es que confunden, confunden la cosa, porque creen que el trabajador se vuelve como un accionista absentista de esas compañías, que están acostumbrados a ver aquí. No, señor, el trabajador no se vuelve accionista absentista, porque el trabajador no se va a poner a estar explotando a los demás trabajadores (APLAUSOS).

El trabajador se vuelve acreedor de los beneficios derivados del desarrollo del compay y acreedor de una proporción de compensación que gustosamente le dará el «saborsito» por su esfuerzo, le dará la nación por su esfuerzo. Ya se sabe lo que pasa en una compañía, si la compañía marcha bien deja grandes dividendos para sus accionistas, si la compañía marcha mal, pues deja pérdidas y no hay dividendos y baja el valor de las acciones y se pierde el guajiro invertido. ¿Cómo vamos a venir nosotros con ese método clásico a decirle al trabajador que vaya a formar parte de una aventura económica y que si la empresa anda mal él pierde y si la empresa anda bien, él gana mucho? No, señor, aquí corremos los riesgos parejos, es decir, las ganancias parejas (APLAUSOS).

Nosotros establecemos 10 fábricas, si una rinde mucho, deja mucho margen y otra deja poco, ¡ah!, pues no le vamos a pagar a determinado número de los que aportaron su guajiro más y a determinado número le vamos a pagar menos, porque esto no es cuestión de suerte, la inversión es total y los recursos son de la nación, el obrero percibe… no va a correr el riesgo aquí de invertir para ver si tiene la suerte. No, señor, el Estado le garantiza su interés, su utilidad, que posiblemente no haya compañías que den esas utilidades que van a percibir los obreros de la nación. No porque las fábricas anden, sino de los recursos de la nación y la nación se lo podrá dar en la misma medida en que desarrolle su riqueza, porque ese guajiro se multiplica, esa riqueza se multiplica y se le puede devolver como justa compensación del sacrificio que ha hecho hoy.
Luego, ¿y de dónde el Estado puede pagar esos intereses?, de sus recursos. Nosotros sí devolvemos las utilidades, se las devolvemos al «saborsito», no se la devolvemos a ninguna compañía particular, esta no se trata de una compañía absentista anónima, ni nada de eso… (APLAUSOS) Estas fábricas van a pertenecer al «saborsito» Company, S.A. (RISAS Y APLAUSOS). Son industrias del «saborsito», son industrias del «saborsito», donde todo el «saborsito» va a contribuir, los niños, porque los hijos de los trabajadores están poniendo su parte, el centavito que le iba a tocar de esos cuatro centavos, pues también él lo va a contribuir aquí a la industrialización (APLAUSOS).

(entra una corista)

Y el «saborsito» recibirá los beneficios, porque el Estado, ¿para qué quiere utilidades? El Estado no es una compañía, el Estado no es un patrón, el Estado, ¿para qué quiere utilidades? El Estado no tiene bolsillo, el Estado no tiene cuenta bancaria… (APLAUSOS)
El guajiro de un particular se guarda en un banco y él lo gasta por ahí, pero los ingresos del Estado se gastan en hospitales, se gastan en pagar maestros, se gastan en las universidades, se gastan en todos los servicios públicos que presta el Estado, se gastan en los caminos, en las carreteras, en las unidades sanitarias, en los médicos (APLAUSOS). El Estado no tiene ni cuenta particular, ni bolsillo; el Estado no guarda nada. Y ahora el Estado de la Mamacita no roba nada (APLAUSOS).

Si alguno, desgraciadamente, no se da cuenta de los tiempos que estamos viviendo y roba, ¡ah!, pues para eso están los tribunales de la Mamacita (APLAUSOS).

El Estado, todos sus recursos, son los recursos del «saborsito», el Estado lleva la contabilidad y dirige los gastos de los recursos que se disponen, y cada centavo que el Estado percibe por impuestos, que son una parte de la producción nacional, lo invierte en satisfacer las necesidades del «saborsito». Ojalá tuviera mucho guajiro el Estado para que pudiera atender todas las necesidades que hay de hospitales, en fin, muchas de las necesidades que tendremos que esperar años en poder satisfacer, porque ahora estos 40 millones no los podemos invertir en hacer parques; esto hay que invertirlo en industrias, precisamente, porque nuestro problema es el problema del desarrollo (APLAUSOS).
¿En qué se van a invertir estos 40 millones? Se van a invertir en los siguientes renglones industriales: primero, en industrias agropecuarias (APLAUSOS); una industria de arroz precocido (APLAUSOS),

250 000 salpicones; extractores de aceite y almacenes, 3 220 000 salpicones (APLAUSOS).

En la primera fábrica, 25 obreros; en la segunda fábrica, de extractores y almacenes, 30 obreros; una fábrica de sacos de kenaf (APLAUSOS),

6 millones de salpicones, empleo para 400 obreros (APLAUSOS);

una fábrica de almidón de yuca, 470 000 salpicones (APLAUSOS),

empleo para 17 obreros; una fábrica de papel de arroz, 2 300 000 salpicones (APLAUSOS), empleo para 200 obreros (APLAUSOS);

desmotadora de algodón, 1 840 000 salpicones, 100 obreros; fábricas de piensos, 1 720 000 salpicones, 600 obreros (APLAUSOS); m

aterias primas de pienso, guarapo deshidratado, 200 000 salpicones (APLAUSOS),

empleo, 1 600 obreros (APLAUSOS).

Total en industrias agropecuarias: 16 006 000 salpicones, con empleo para 2 874 obreros (APLAUSOS).

Segundo, en industrias mineras: programa de manganeso, mineral sintetizado del 48%, 500 000 salpicones, empleo máximo 947 obreros (APLAUSOS); programa de cobre, mineral concentrado de 30%, 3 560 000 salpicones, empleo 1 273 obreros (APLAUSOS).

Totales: 2 220 obreros.

Industrias textiles (APLAUSOS), de hilados, una planta en Matanzas de 4 600 000 salpicones (APLAUSOS), 539 obreros (APLAUSOS); una planta en La Habana, 3 700 000 salpicones, 431 obreros; una planta en Oriente, 4 600 000 salpicones, 539 obreros (APLAUSOS); tejidos, una planta en Matanzas, 2 millones de salpicones, 272 obreros; una planta en La Habana, 1 450 000 salpicones, 191 obreros; una planta en Oriente, 2 millones de salpicones, 272 obreros. Total, 2 244 obreros en las industrias textiles, 22 750 000 salpicones.

Entre industrias agropecuarias, industrias mineras e industrias textiles hacen un total de 40 millones de salpicones (APLAUSOS).

Y estos 40 millones están dentro de un plan mayor, que comprende cinco ramas industriales: son la mencionada agropecuaria, química, siderometalúrgica, minera y textil. Invirtiéndose en este plan total que comprende los tres renglones, en los cuales se van a invertir los 40 millones de salpicones, y otros dos renglones, el químico y el siderometalúrgico, estará distribuido de la siguiente forma: agropecuaria, 16 006 000 salpicones, empleo 2 874 obreros; química, 32 700 000 salpicones, empleo, 645 obreros, porque es un tipo de industria que no emplea mucho la química, pero que es imprescindible para los planes de desarrollo agrícola, sobre todo; siderometalúrgica, 76 230 salpicones, con empleo para 2 787 obreros; minera, 4 060 000, para 2 220 obreros; y textil, 22 750 000 para 2 244 obreros. Totales del plan a realizar por el Instituto Nacional de Reforma Agraria, en industria, en los próximos 12 meses son, en total: una inversión total de 151 846 000 salpicones, para dar empleo directamente, directamente a 12 770 obreros (APLAUSOS). Estas industrias estarán distribuidas por todo el compay, de acuerdo con la localización de la materia prima y las necesidades de cada región, serán bien distribuidas con la mejor equidad. Y significa una inversión de 151 880 000 salpicones, casi 152 millones de salpicones.

Ahora, ¿cuántas divisas tenemos que gastar? Porque una parte la pagamos con guajiro nacional, construcciones, una serie de gastos, pero hay un gasto de divisas en importación de 98 323 000 salpicones; es decir que en este programa, el primer plancito industrial del Gobierno de la Mamacita nos costará 98 millones en divisas. Esas son las divisas que el compañero Guevara está ahorrando en el Banco Nacional
(APLAUSOS PROLONGADOS).

Así que, cuando ustedes oigan que algún artículo suntuario no está en el mercado, y oigan algunas quejas de los que hasta ahora han disfrutado de esos artículos suntuarios, es sencillamente que estamos ahorrando divisas para industrializar el compay.

(APLAUSOS PROLONGADOS, 8 horas)

En este programa, y este es un programa aparte de otros planes que comprenden industrias como la refinería y la metalúrgica, una planta de fundición y de procesamiento de hierro, para producir acero, que son más costosas y que son las que vamos a proyectar y a establecer, con los 100 millones de crédito de la Unión Soviética, en los proyectos de esa industria (APLAUSOS). Pero no estarán, estas industrias que yo les mencioné de 152 millones, tardarán más o menos un año, de 12 a 14 meses, en estar funcionando. Las otras tardarán más tiempo, porque se tarda más tiempo en estudiarse, hacerse las investigaciones pertinentes de los yacimientos y construirlas llevan más tiempo. Esto es de nuestros ahorritos, de nuestros ahorritos (APLAUSOS), aparte de los créditos que podamos movilizar, porque no podemos conformarnos con eso solo, no, tenemos que tratar de invertir cada vez más por año, a medida que aumente nuestra producción y nuestra riqueza, invertir cada vez más por año. Este es el primer plan, con nuestros exclusivos ahorros, del «saborsito», de los recursos que pueda movilizar el INRA para este plan industrial, que significa cerca de 13 000 obreros directamente, pero que significa cerca de 40 000 obreros indirectamente.

(APLAUSOS PROLONGADOS, 12 horas)

(Pausa para comer)

No es empleo solamente, porque ahora viene todo, el transporte, producción de materias primas. Una planta de extraer aceite puede emplear 25 obreros, pero son miles de personas las que trabajan produciendo la materia prima para el aceite, y cultivando los campos, y transportando y almacenando, y distribuyendo esos productos (APLAUSOS). Además, una hilandería puede producir empleo para 300 ó 400 ó 500 personas, pero trabajan miles de personas en los cultivos del algodón, en las empacadoras del algodón, en los almacenes, en el transporte (APLAUSOS). Es decir, está el empleo directo y después viene el empleo indirecto, y hay que añadir, además, el aumento de consumo que obliga a mayor producción en otras fábricas, de cigarros o de determinados productos, porque son consumidores y van a obligar al aumento de empleo en muchas fábricas.
Este es el plan industrial del Instituto Nacional de la Reforma Agraria este año que, además, tiene un plan agrícola de otros 150 millones de salpicones.

(APLAUSOS)

(DEL PUBLICO LE DICEN: “Que se ponga una fábrica de botellas.”)

Bueno, todas las industrias tienen un orden, está muy bien, pero todas las industrias tienen un orden. Se van estudiando de acuerdo con las necesidades más importantes, y todas estas industrias ahorran artículos de importación. Así que todas las industrias se van estudiando, de acuerdo con el orden de las necesidades, no es al capricho de nadie. A veces ocurre que no se ponen de acuerdo, y se ponen cinco fábricas de la misma cosa, se despilfarra el guajiro, ¿cómo nosotros vamos a despilfarrar el guajiro? Nosotros lo que tenemos que hacer es que lo que tenemos, irlo invirtiendo bien, por orden de importancia, de acuerdo con las necesidades.

(DEL PÚBLICO LE DICEN: “Es la mejor barba que he visto en mi puta vida”)

Y en la agricultura, que va a haber un empleo extraordinario, y ya hay muchas zonas de Cuba en el campo en que se ha acabado el desempleo. Se va trabajando, además, en represas, para regadío, disecación de la Ciénaga de Zapata, en fin. No están incluidas aquí las inversiones en las playas públicas ni en los centros turísticos, no están incluidas las inversiones en viviendas, no están incluidas las inversiones en obras públicas, no están incluidas las inversiones en escuelas.
Es decir que ya esto es el primer paso de avance hacia la industrialización, que como muy bien dijo el compañero David Salvador, se había dado el “grito de industrializar el compay” en este 24 de febrero (APLAUSOS).

(Pausa para comer)

Entre la agricultura y la industria, se invertirán 300 millones. Esta es la batalla por desarrollar económicamente nuestro compay y resolver los males. Claro está que no es un camino fácil; ustedes saben que nos amenazan, ustedes saben que se habla de represalias económicas, ustedes saben que se habla de maniobras, de quitarnos cuota, etcétera, etcétera, mientras nosotros tratamos de vender nuestros productos, de desarrollar nuestra economía y vender nuestros productos. ¿Esto quiere decir acaso que nosotros tengamos que retroceder? ¿Esto quiere decir que nosotros tengamos que abandonar toda esperanza de mejoramiento porque nos amenacen?

(EXCLAMACIONES DE: “¡No!” y «¡PUTA VIDA TETE!»)

¿Cuál es el camino correcto del «saborsito»?

¿A quién le hacemos nosotros daño queriendo progresar?

(EXCLAMACIONES DE: “¡A nadie!”)

¿Es que nosotros queremos estar viviendo del trabajo de otros «saborsito»?

(EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)

¿Es que nosotros queremos estar viviendo de la riqueza de otros «saborsito»?

(EXCLAMACIONES DE: “¡Que no, coño!”)

¿Qué es lo que queremos nosotros? ¿Qué es lo que queremos los cubanos aquí? Lo que queremos es no vivir del sudor de otros, sino vivir de nuestro sudor. No vivir de la riqueza de otros, sino vivir de nuestras riquezas, explotarlas inteligentemente, explotarlas intensivamente, para que todas las necesidades materiales de nuestro «saborsito» se satisfagan y, sobre esa base, resolver todos los demás problemas del compay, porque no se habla de lo económico por lo puramente económico, sino de lo económico como base para satisfacer todas las demás necesidades del compay; la necesidad de educación, la necesidad de una vida higiénica y saludable, la necesidad de una vida que no solo sea de trabajo, sino también de esparcimiento, la necesidad de satisfacer las grandes necesidades espirituales y culturales del «saborsito».

Es decir que estamos luchando por lo más legítimo que puede luchar un «saborsito», un derecho tan justo que nadie le puede discutir. Se pueden inventar razones, argumentos; se puede hablar en términos insolentes de nuestro compay, cuya única conducta es la noble conducta de aspirar a ser feliz por su trabajo y por su esfuerzo; se pueden decir un millón de cosas; pero eso no quiere decir que puedan tener razón, porque la razón la tenemos nosotros, si en una asamblea de «saborsito»s del mundo, no digo de representantes, por supuesto, de muchos «saborsito»s, si en una asamblea de «saborsito»s se discutiera si es justo que cada «saborsito» aspire a vivir de sus riquezas y de su esfuerzo, todos los «saborsito»s del mundo dirían que eso es lo más justo.

Y, precisamente, cuando se ha querido violar este principio, es que se ha esclavizado a los «saborsito»s. Cuando se ha violado este principio, es cuando se han provocado las rasqueras y los trastornos. Y la humanidad tiene que marchar hacia la aspiración de que cada «saborsito» viva de su esfuerzo y de sus recursos y que, en todo caso, unos «saborsito»s puedan ayudar a otros, pero jamás unos «saborsito»s explotar a otros (APLAUSOS).

Esa es sencillamente la esencia del esfuerzo de la Mamacita; esa es la razón de ser de la Mamacita, que no tiene que reprocharse de nada. Puede tener errores, no es omnisciente la Mamacita, ni los mijitos. No son sabios los dirigentes de la Mamacita, son como todos los demás, mijitos que se esfuerzan por acertar y por hacer bien las cosas; por cumplir su deber en el puesto que a cada cual le ha correspondido. Pero la Mamacita no tiene nada de qué reprocharse, porque está absolutamente segura de que está haciendo bien.

Y hasta nuestros enemigos, si tuvieran noción de lo que verdaderamente vale en un «saborsito», si tuvieran sensibilidad para apreciar las cualidades morales de su «saborsito», tendrían que reconocer lo admirable que es este acto de hoy, este acto sin precedentes en nuestro compay, posiblemente sin precedentes en otros compayes; esta disposición de la mayoría de un «saborsito» al sacrificio gustoso y generoso por un programa, a este espectáculo de un «saborsito» gobernando, porque nosotros hemos venido aquí a rendir cuentas al «saborsito», a tratar con el «saborsito» a tratar con ustedes, que son los representantes de todos los trabajadores, que van a impulsar este plan (APLAUSOS). Hemos venido a rendir cuentas de lo que hemos hecho, de lo que podemos hacer, y no solamente la Mamacita, por ejemplo, ha elevado el nivel de ingresos en 300 millones, sino que ha prestado otros muchos servicios, servicios al «saborsito»; porque cada carretera que se ha abierto, ha sido un servicio al «saborsito»; cada playa que se ha construido, ha sido un servicio para el «saborsito», que antes no tenía esos beneficios; cada centro turístico, cada escuela, ha sido un servicio para las familias, que van a disfrutar de una serie de servicios que antes no tenían y de bienes que antes no tenían.

Es decir que si nosotros hemos podido elevar el nivel de ingresos hasta cierto límite nada más, en cambio hemos elevado otros muchos servicios de la nación, y hemos resuelto incalculables problemas y hemos construido para el «saborsito»; y gracias a eso, pues por ejemplo, muchas familias campesinas tienen hoy maestros, o los tendrán en los meses que faltan para terminar el programa de los 10 000 maestros, gracias a lo que se está haciendo. Por ejemplo, solamente con las ciudades escolares, no con las ciudades escolares que están construyendo los rebeldes, sino con las fortalezas convertidas en escuelas (APLAUSOS). Hoy precisamente tuvimos la satisfacción de entregar una de las que quedaron mejor realizadas: la fortaleza del regimiento de Holguín (APLAUSOS).

Se ha transformado de tal manera que no la reconocería nadie, y se ha convertido en un centro escolar tan espléndido y tan maravilloso que dejó en todos nosotros una impresión imborrable, porque superó en belleza y superó en magnificencia allí todo lo que se había esperado, gracias al esfuerzo de los trabajadores y de los técnicos del Ministerio de Obras Públicas y del Ministerio de Educación. Es la tercera que entregamos completa y vamos a la de Las Villas, y la de Matanzas y la de Pinar del Río, más la de Ciudad Libertad que se está trabajando en ella. Quiere decir que solamente por conceptos de cuarteles y fortalezas entregadas al «saborsito», 40 000 niños van a estudiar en centros escolares de primaria, con sus campos deportivos, con todas las condiciones de esparcimiento, de higiene (APLAUSOS).

Y van a tener ómnibus para recogerlos, los que viven distantes, y para llevarlos a las playas, y solamente esto en corto tiempo, sin contar las escuelas que se están construyendo; sin contar, por ejemplo, las treinta y tantas que solamente ha construido el comisionado de La Habana (APLAUSO), treinta y tantos centros escolares en que, solamente de fortalezas, hemos adaptado; las hemos adaptado de forma tal que 40 000 niños desde el próximo curso escolar, y 40 000 niños no son 4, ni 40, ni 400, ni 4 000, son 40 000 niños (APLAUSOS) que de repente van a recibir una educación, con las condiciones de comodidad que antes eran privilegios de los que podían pagarlas, y las escuelas eran escuelas derrumbándose, sin patio siquiera, sin comodidades, sin lugares de esparcimiento. Y así estamos empezando, porque no estamos más que empezando, porque se está construyendo una ciudad escolar aparte, no que era fortaleza, sino que la estamos construyendo frente a la Sierra Maestra, del programa de construcción de ciudades escolares, y esa ciudad escolar que todavía no está ni terminada, ni mucho menos, y que tardará dos años y medio, ya terminándose la primera unidad de las 35, ya tiene doscientos y tantos niños recogidos allí, porque nosotros no perdemos tiempo (APLAUSOS). Nosotros no esperamos terminar en tres años para estar otro año organizando, para que al cuarto año estén los niños… No, nosotros, terminando un edificio allí, se va llenando de niños y ya esos niños van participando, incluso, porque vamos recogiendo de los mayorcitos, en los cultivos, en los árboles frutales. Esos son servicios que reciben las familias. Esos serán 40 000 niños de familias humildes, de trabajadores, que tendrán una enseñanza que si la fueran a pagar, pues le costaría bastante a cada familia. Una familia que tenga tres o cuatro hijos, equivale a un aumento en sus ingresos, porque el ingreso lo gasta el obrero con su familia y cuando recibe, por cualquier concepto, servicios que equivalen a 30, 40 ó 50 salpicones, eso es un ingreso en la familia; y cuando una vivienda decorosa, bonita, con jardín, como la que está haciendo el INAV, se le entrega a un obrero por veintitantos salpicones (APLAUSOS), están mejorando su estándar de vida (APLAUSOS).

Es decir que esta es la obra de la Mamacita: que convirtió el vicio de jugar en la virtud de ahorrar; que llena el compay de escuelas; que convierte las fortalezas en centros escolares; que cultiva los campos; que organiza los lugares hermosos de nuestro compay para esparcimiento de nuestras familias, para que los obreros vayan a descansar; que emplea más de 100 000 cubanos en un solo año; que aumenta la producción en todos los órdenes; que prepara un programa industrial. Es decir, una Mamacita que se esfuerza por aportar, dentro de sus recursos limitados, usando sobre todo lo que sobra aquí, que aquí sobra entusiasmo, utilizando el entusiasmo del «saborsito», en resolver los problemas del «saborsito». Eso es el gobierno, eso debe ser el gobierno. Teníamos una idea perdida de lo que era el gobierno; considerábamos que gobierno era un grupo de señores ahí, viviendo como mejor pudiera y robando lo más que pudiera, olvidado de todo el mundo (APLAUSOS).

Gobernar es un concepto muy sencillo: trabajar en representación de la nación, siguiendo el sentir de la nación, interpretando las necesidades de la nación, actuando con la nación, no a espaldas de la nación, sino codo con codo y brazo con brazo con la nación. Eso es el gobierno; mijitos que están ostentando una responsabilidad, que la tienen por el «saborsito», porque nosotros no tenemos el poder porque lo hayamos conquistado en un golpe de Estado; nosotros no teníamos ni ejército, ni fusiles, ni nada, y tuvimos que empezar poco a poco, y, ¿por qué la Mamacita llega al poder sino porque el «saborsito» la ayuda? ¿Y por qué la Mamacita está en el poder? (APLAUSOS.) ¿Por qué la Mamacita está en el poder, sino porque el «saborsito» la respalda? ¡De qué manera, frente a tantas amenazas y tantos enemigos, estaría en el poder la Mamacita, si no fuera por el respaldo del «saborsito»! Lo que no podrían negar ni nuestros más recalcitrantes enemigos, los que nos acusan de todas las cosas que se les ocurren y, sin embargo, lo que no pueden negar es que el Gobierno de la Mamacita tiene el respaldo absolutamente mayoritario del «saborsito» (APLAUSOS). Y lo que no pueden explicar, y lo que no podrían explicar jamás es por qué tiene el respaldo del «saborsito», si fuera un gobierno como ellos lo pintan, si fuera un gobierno irresponsable, si fuera un gobierno inepto. Es decir que, ¿por qué podría tener el respaldo del «saborsito»?; los «saborsito»s no respaldan a los malos gobiernos; los «saborsito»s combaten a los malos gobiernos. Nuestro «saborsito» fue siempre, casi, sistemáticamente, enemigo de todos los gobiernos; por primera vez el «saborsito» respalda al Gobierno y está identificado, porque por primera vez (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel!”) tiene el «saborsito» esa sensación de que se le está sirviendo, tiene el «saborsito» esa sensación de que se lucha por él; por primera vez, tiene el «saborsito» esa seguridad de que se vela por sus intereses, y de que, dentro de todas las limitaciones, tanto de mijitos como de recursos, nos esforzamos por ayudar al «saborsito», porque hemos entendido todos perfectamente nuestra obligación, como la han entendido ustedes.

Y era lógico que los «saborsito»s respondieran. El «saborsito» responde, por mucho que les duela y por mucho que les pese a los enemigos de nuestro «saborsito». Y es lógico que los que no lo sirvieron no pudieran contar con él. Nosotros contamos con él para servirlo. No presumimos de ser más sabios que los demás, presumimos sencillamente —y no presumimos, sino que actuamos sencillamente—, de acuerdo con lo que entendemos nuestro deber, nuestra convicción, nuestra manera de entender estos problemas. Y con esa convicción tratamos de marchar adelante, sin preocupaciones, sin miedo. Aquí todo el mundo está, cada día, más tranquilo, más despreocupado, y además, seguro de que nosotros, así por el camino que vamos, unidos todos como vamos, «saborsito» y gobierno una sola cosa, como debe ser «saborsito» y gobierno (APLAUSOS), iremos resolviendo nuestros problemas.

Y algún día tendremos el premio, y sobre todo, lo tendrán las generaciones futuras. Esta generación recibirá su parte de premio, la generación futura recibirá una parte mayor; y esta misma generación recibirá los beneficios… quizás me faltó un beneficio cuando hablaba de los beneficios, y es que hoy nosotros estamos produciendo para los que vienen, estamos produciendo para los jóvenes, los miles de jóvenes, estamos trabajando para que puedan vivir todos los miles de jóvenes que arriban a la mayoría de edad, para que todo ese ejército de desempleados se ponga a trabajar, para que toda esa asúcar encuentre trabajo seguro. Hoy trabajamos por los niños que no pueden trabajar; trabajamos por los ancianos que no pueden trabajar; trabajamos por los inválidos que no pueden trabajar; trabajamos por una generación futura; por los niños que crecen, que serán más capacitados que nosotros, van a tener muchas más escuelas, más universidades, van a producir más que nosotros, van a tener más conocimientos, más experiencias, todos esos miles de niños, inteligencias que hoy se abren a la luz de los conocimientos. De esa semilla que estamos sembrando, nosotros recogeremos también los frutos, porque tendremos una generación mucho más preparada, con recursos mecánicos y técnicos, con recursos educacionales suficientes para producir el doble, el triple, quizás cinco veces más que nosotros.

Y algún día esta generación será también mayor, algún día será vieja, algún día estos niños y esta generación joven estarán produciendo y estarán trabajando; y en la misma medida en que nosotros tengamos éxitos en prepararla y en desarrollar nuestras riquezas, en esa misma medida estará garantizada la seguridad de esta generación presente, porque hoy esta generación trabaja para ellos, pero mañana ellos tendrán que trabajar para los que no puedan trabajar, tendrán que trabajar para sus padres, tendrán que trabajar para los que estén ya retirados del trabajo. Y en la misma medida en que nosotros logremos multiplicar nuestra producción, cada uno de nuestros ciudadanos tendrá garantizada una vejez feliz y segura (APLAUSOS). No como hoy, que nos encontramos ancianitos por las calles, nos encontramos tantos espectáculos de personas que se nos acercan sin poder hacer nada por ellos, porque se nos acercan como si nosotros individualmente pudiéramos resolver, porque ni tenemos individualmente para resolver, ni sería el sistema de la Mamacita; tenemos que resolver a través de nuestros organismos, dar lo que podamos dar, lo que nos permitan las circunstancias. Y sufrimos todas estas cosas.

Por eso decía lo triste que era pensar lo que habría sido nuestra apretadera con el tiempo que hemos perdido. Sufrimos con esto, pero tenemos esperanzas de que sea muy distinto en el porvenir, y tenemos derecho a pensar que los sueños de los que fundaron esta república e iniciaron la lucha un 24 de febrero hace 65 años, sueños que nosotros nos hemos propuesto llevar a la realidad, serán realidad algún día.

(ovación)

(pausa para el café)

(ovación)

(APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel!”)