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Da un salto evolutivo desarrollando un brazo de dos metros que le permite hacer «selfies»

TAMBIÉN HA ENTRENADO EL OÍDO PARA DETECTAR TONOS DE WHATSAPP A KILÓMETROS DE DISTANCIA

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David Pareja, joven residente en Barcelona, ha desarrollado en los últimos meses una extremidad especialmente larga que le permite hacerse fotos a sí mismo con el móvil sin requerir ningún tipo de accesorio.

«Normalmente estos cambios evolutivos son lentos pero ahora, con la tecnología, todo se acelera», argumenta Pareja, que goza también de un oído especialmente entrenado para detectar el sonido de un mensaje entrante de WhatsApp a varios kilómetros de distancia.

«Por la temperatura, soy capaz de adivinar también qué porcentaje de batería le queda al móvil», añade con naturalidad.

Los expertos están analizando el caso de David con atención y lo comparan «con los primeros cambios anatómicos de los reptiles sinápsidos, que dieron lugar a los mamíferos a finales de Cretácico, o las modificaciones que experimentaron los terápsidos, unos seres de aspecto grotesco y con miembros desproporcionados».

«Lo de los miembros desproporcionados me interesa porque ahora, para darme placer, he tenido que aprender a usar la mano izquierda, que es la que aún tiene el tamaño normal», confiesa Pareja mientras se acerca a la boca una taza de café que se encuentra a varios metros de distancia. «Beber el café siempre frío forma parte de mi rutina. Es el problema que tiene esto de encontrarse en un punto intermedio de la evolución humana. Soy como una versión beta del hombre del futuro, supongo», argumenta.

La contrapartida de estos inconvenientes cotidianos son unos «selfies» perfectos. «La gente reacciona con envidia cuando me ve haciéndome fotos con tanta facilidad. Luego es verdad que se fijan en que voy arrastrando el brazo por el suelo y se compadecen. Pero no se puede tener todo», reconoce.

Respecto al brazo izquierdo, el instinto evolutivo de Pareja le empuja a dejárselo más corto. «Es que si me lo alargo, no podré usar el Apple Watch. En cambio, con un bracito de diez centímetros lo tendría siempre al alcance de la mirada», reflexiona.

El brazo para «selfies» de este joven también le resulta sumamente útil en su trabajo. «Soy actor, o sea, sirvo mesas en un bar. Por tanto, con este brazo puedo atender varias mesas a la vez sin tener que desplazarme mucho», explica.

Los científicos creen que el caso de David Pareja no es más que un adelanto del aspecto que tendrán los jóvenes en un futuro. Un aspecto que dependerá también del diseño de los nuevos dispositivos tecnológicos, motivo por el cual los especialistas ruegan a los diseñadores «que recuerden que son sus teléfonos los que se tienen que adaptar a la anatomía del consumidor y no al revés».

«Tengo que comprarme unos guantes porque a la que salgo a dar un paseo voy arrastrando mierdas de perro, joder», se queja el joven antes de marcharse «para reunirme con mi colega Javier, que también está experimentando con esto de los miembros largos. Tendríais que verlo al chaval».

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