Un gordo que cambia de acera cuando pasa por delante de un gimnasio ha comprado una botella de Aquarius esta mañana y ha bebido directamente del envase con el ansia de quien lleva dos horas corriendo un maratón.
“Pues no va el puto gordo este y se pone a beber directamente de la botella, mojándose la nuca con el Aquarius como si acabara de correr los cien metros lisos”, confirma un vecino.
“La única medalla que tiene es una mancha en el pecho del plato de garbanzos que se ha metido hace una hora entre pecho y espalda”, añade.
El gordo no entiende las quejas de su entorno: “¿Es legal o no es legal? ¿Verdad que es legal? Pues dejadme en paz, que masticar también consume energías. Y si queréis ver si he sudado la camiseta, aquí están mis axilas para quien se quiera acercar”, ha replicado.
No se descarta que los envases de Aquarius incluyan en el futuro una advertencia en la etiqueta para aclarar que esta bebida sirve para hidratar el organismo y reponerse tras un duro esfuerzo que no es precisamente el de pasarse el día rascándose la entrepierna con la mano por debajo del chandal.