Un matrimonio de Badajoz ha decidido invertir gran parte de sus ahorros en la adquisición de una impresora 3D profesional con el objetivo de imprimir una fideuá el próximo domingo por la mañana.
«Cocinar a mano es cosa del pasado», explica Juanjo Mayorqueles, que quiere sorprender a sus familiares con «una fideuá matemáticamente perfecta, la idea platónica de fideuá que servirá de modelo para el resto de fideuás del mundo, que no son otra cosa que copias imperfectas, terrenales y perecederas».
Los Mayorqueles han diseñado un plano de la fideuá que el aparato trasladará «al reino de lo material» en poco más de tres horas. «Hemos tenido que desmontar el mueble del salón porque la impresora ocupa lo suyo», explican.
La duda que tiene la pareja es si «la percepción humana, siempre limitada, podrá captar del todo el sabor milimétricamente exquisito del plato». Tampoco han elegido la fuente en la que se servirá la fideuá. «Tamaño doce es lo normal, creo. Me gusta negrita porque hace que la comida destaque», dice Margarita Mayorqueles.
En estos momentos, Margarita está llenando la impresora de fideos especiales para la fideuá mientras su esposo trata de programar el dispositivo. «Vamos a hacer ensayos preliminares para que el domingo salga todo perfecto y mi cuñado el Alfonso se tenga que callar la boca», sentencia Juanjo.
«Ya tengo el sofrito en la cola de impresión pero dice que falta azafrán. El problema es que, para añadirle azafrán, tienes que comprar un cartucho que te viene con curry, laurel y otras tonterías que no necesitas. Y si lo compro genérico, pierdo la garantía de que vaya a salir buena. Se las saben todas», protesta el marido.
Si la fideuá sale bien, la pareja planea sorprender a todo el mundo con unos calamares en su tóner. «De postre pensaba en un milhojas de crema pero solo tengo un paquete de 500 hojas, así que no me sirve», admite Margarita.