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Un conductor toca el claxon compulsivamente para comunicar su descontento con el estado actual del tráfico pese a que no sabría cómo organizarlo de otra manera

NO ESTÁ COMPROBADO QUE PITAR AYUDE A DISOLVER LOS ATASCOS

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Ante la constatación de que estaba siendo superado por instancias que se encontraban más allá de su voluntad, e incapaz de asumir que su capacidad de influencia en el curso de los acontecimientos es ciertamente limitada, un automovilista atrapado en un atasco ha empezado a tocar el claxon de forma compulsiva esta mañana en la Ronda de Dalt de Barcelona.

El conductor, que ha recibido asistencia psicológica inmediata, ha entendido de repente que no es el centro del universo pero se ha resistido a conformarse con su condición ontológica. «Normalmente son cosas que uno asume al superar la adolescencia, pero parece que este señor, a sus 56 años, aún no se había enfrentado a esta realidad compartida por todos», confirma uno de los médicos.

De forma completamente irreflexiva, la víctima ha recurrido al claxon -cuyo cometido es únicamente advertir al resto de conductores de algo- para generar un estruendo insoportable y completamente estéril.

Ha pitado para expresar su descontento con el estado actual de las cosas

«La reacción ha sido estéril en dos sentidos», aclara el psicólogo Roberto Dueñas. «En primer lugar, porque los conductores a los que apelaba con estos ruidos ya eran conscientes de la situación, con lo cual no necesitaban que se les advirtiera de nada. En segundo lugar, porque los pitidos que él mismo estaba provocando no hacían más que acrecentar su propio nerviosismo», argumenta el experto.

La Dirección General de Tráfico (DGT) asegura que no existe ningún estudio que demuestre que los pitidos ayuden a disolver los atascos. «Hace años que hay atascos en las horas punta pero parece que este señor no se había enterado y la situación le ha cogido totalmente por sorpresa. La solución que ha improvisado no sirve y supongo que se habrá dado cuenta y no la volverá a emplear», dicen desde la entidad.

El automovilista ha confesado que no sabría cómo mejorar el flujo del tráfico en las horas punta porque no tiene conocimiento alguno sobre la gestión de este tipo de situaciones. «No sé qué hay que hacer pero siento que tengo que hacer algo», ha dicho.

El hombre ha asegurado, asimismo, que no es la primera vez que adopta este comportamiento infantil. «Es mi manera de expresar la ira que siento por el hecho de que el mundo no está hecho a mi medida. Por culpa de esto yo me siento mal e inútil y quiero que otros paguen por lo que estoy sintiendo», ha admitido.

Varios testigos aseguran que, tras hablar con los psicólogos, el hombre se ha propinado un golpe en la cabeza sin motivo aparente y le ha dado una patada a la rueda delantera del coche, que se encontraba en perfecto estado.

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