Cientos de murcianos han salido a gritos de sus cabañas esta mañana al comprobar que un corte en el suministro eléctrico había dejado sin vida a las bolas mágicas que dan luz. La oscuridad se ha cernido sobre esta humilde aldea en la alborada de la mañana, cuando el sacerdote se disponía a tocar las campanas.
«Las llamas se han consumido en sus jaulas de vidrio», confirmaba una temerosa jornalera mientras degollaba un grajo para ahuyentar malos augurios.
Aunque el impulso inicial ha sido el de quemar al alcalde en la plaza mayor, finalmente las sospechas se han centrado en el señor del abrigo negro que viene del norte a recoger las ofrendas para la Endesa.
Un emisario del reino lo ha confirmado poco después leyendo en voz alta un pergamino en el que se informaba de que «esta interrupción en el suministro se debe a un fallo en la central de producción de electricidad de Endesa pero se está procediendo a la inmediata reconexión de las líneas cortadas».
Los aldeanos han entendido que este cántico iba a devolver la vida a las bolas de misteriosa lumbre y así ha sido poco tiempo después, cuando la luz ha bañado de nuevo los hogares de los murcianos.
Algunos de ellos han caído en el más profundo desconcierto al ver que sus lágrimas de cristal seguían frías y dormidas al tiempo que la alegría y el jolgorio se apoderaban de las cabañas vecinas, pero al poco se ha comprobado que debían ser revividas manualmente empujando con el dedo la piedra de blanco marfil incrustada en la roca.