Andoni Solduga se encontraba a bordo de un avión en dirección a Cuba cuando, a los diez minutos de haber despegado desde aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, creyó ver a Andrés Iniesta en tierra e indicó a la tripulación que quería apearse para saludar al jugador.
«Dijo que era un fiel seguidor de la Roja y concretamente de Iniesta. No quería desperdiciar la oportunidad de saludarle y por eso nos pidió amablemente que le dejáramos saltar. Al principio nos dio cosa por aquello de la altura, pero el sobrecargo dijo que él también saltaría si no estuviese en el curro, así que procedimos a abrir la escotilla trasera», explica una de las azafatas del vuelo.
Solduga se precipitó desde una altura de unos cuatro kilómetros y se rompió varias costillas. Al ser de complexión fuerte no hubo que lamentar lesiones de mayor envergadura. Sin embargo, la persona a la que el pasajero vio desde lo alto no era el jugador de la Selección sino un joven de Palencia que llevaba, eso sí, el uniforme de la Roja.
Andoni Solduga no se arrepiente de haber saltado «porque si se hubiera tratado de Iniesta, menudo alegrón». Ahora intenta, eso sí, que la compañía le abone un nuevo billete «pero esta vez con destino a Brasil».