Con el fin de sabotear las elecciones presidenciales en Ucrania, los separatistas prorrusos que desde principios de abril desafían al Gobierno de Kiev intensificaron la violencia el pasado fin de semana en el que el Real Madrid se hizo con su décima Copa de Europa.
Ramos se impuso con la fuerza de un rebelde ucraniano
Con la fuerza salvaje de las provincias rebeldes ucranianas, Sergio Ramos perforó la red del Atlético de Madrid en el minuto 93, cuando el equipo rojiblanco vencía por 1-0 y acariciaba el título de campeón de Europa.
Mientras tanto, unos 2.000 prorrusos intentaban romper la verja de acceso a la mansión del oligarca Ajmétov, a las afueras de Donetsk, al grito de “Ajmétov es el enemigo del pueblo”.
El oportunismo de Bale y la capacidad para corregirse de Ancelotti, que encontró en Marcelo e Isco la creatividad perdida en la primera hora de partido, fueron también las grandes armas del equipo blanco, que no perdonó a un Atleti que llegó sin aliento a la prórroga, sumido en una atmósfera de terror parecida a la que se vivía en la ciudad de Donetsk.
La presencia de patrullas de milicianos prorrusos armados con fusiles y palos al término del encuentro entre los dos equipos españoles coincidió con la euforia de los madridistas, que se saldó con 233 heridos leves. También en la República Popular de Lugansk hubo un herido y un muerto tras un tiroteo en un colegio electoral.
A última hora de la noche de ayer, el viceministro de Interior de Ucrania, Serguei Yarovoi, declaraba que «¡¡¡MADRIIIIIIIIID MADRIIIIIIID MADRIIIIIIIIIID!!!!».