Treinta años después de su primera y fallida incursión en la Tierra, E.T. el extraterrestre ha regresado a nuestro planeta, ya completamente desarrollado y superada su forma larvaria, con la intención de masacrar a todos los humanos completando su misión original.
En estos momentos, periodistas de todo el mundo están narrando cómo el adorable alienígena que llenó de amor nuestros corazones hace más de treinta años está arrasando Manhattan convertido en una araña gigante tras aterrizar con su platillo volante encima de una guardería.
“Está muy cambiado”, ha confirmado un portavoz de la ONU esta mañana a los periodistas mientras, en una pantalla, podían verse las imágenes del alienígena encaramándose a los rascacielos de la ciudad de Nueva York y abriéndolos como si fueran cacahuetes para comerse a los humanos de su interior tras masticarlos con su triple hilera de dientes.
“El gobierno estadounidense siempre sospechó que E.T era una amenaza, quisimos detenerlo en su momento pero se nos escapó en bici. Suena ridículo visto en retrospectiva», ha admitido el jefe del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos. «El puto crío ese que le ayudó nos jodió pero bien”.
“Grrrrrrrauuuuueeerrrggg”, aseguran los testigos que ha dicho el extraterrestre que cautivó a medio mundo a modo de saludo cuando ha salido de su nave espacial.
“Griiiiiiiiiiiiii, griiiiiiieieieiiuuuuuuooorrghhhhh”, ha añadido el niño del espacio que, con sus ojos repletos de bondad, nos hizo entender que es posible la amistad incluso entre seres que proceden literalmente de mundos distintos y que, en pocos días, habrá acabado con todo rastro de vida humana en la Tierra.
En un último y desesperado intento por despertar en E.T. un sentimiento de humanidad para que se apiade de los terrícolas, el gobierno estadounidense ha buscado a Elliott, el niño con el que el alien llegó a establecer estrechos vínculos de amistad superando cualquier barrera. Al verlo, el extraterrestre parece haberlo reconocido pero ha acabado desmembrándolo en seis pedazos distintos.
