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Dos ancianos hambrientos se comen a un tercero “porque el autobús tardaba mucho”

DICEN QUE ERA CUESTIÓN DE SUPERVIVENCIA

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Eladio B. y Ginés M., vecinos de Alcantarilla de 64 años de edad, han subido esta mañana a un autobús de línea regular con el rostro ensangrentado y acarreando los restos de un amigo suyo, Fermín Madriga, a quien aseguran que se han tenido que comer «no totalmente, pero sí la mayor parte, para no morir de hambre mientras esperábamos que llegara el autobús».

Antes llamaron a los bomberos pidiendo un taxi

El visionado reciente de la película «Viven», basada en la historia de los supervivientes de un accidente aéreo en Los Andes que comieron carne humana para no morir, «sumado al hecho de que eran las tres de la tarde pasadas», según datos de la Guardia Civil, llevó a los dos ancianos a alimentarse de su compañero, «que se había quedado traspuesto y apenas se enteró de nada porque tenía las piernas entumecidas por problemas de circulación», según explica Ginés M.

El suceso ha conmocionado la localidad murciana, llevando a la gente a protestar en el ayuntamiento «por lo mucho que tarda el autobús».

La familia del fallecido espera que la tragedia ayude a mejorar la red de transportes «porque son muchas las comidas y las cenas que se enfrían en la mesa mientras nuestros maridos o abuelos intentan llegar a casa aguantando esperas de más de media hora», dice uno de los familiares de Fermín Madriga.

Al parecer, Eladio y Ginés decidieron que era Fermín quien tenía que sacrificarse por los demás al ser el mayor de los tres. «Y también porque se había dormido y no votó», apunta Eladio.

Los ancianos insisten en que el canibalismo fue el último recurso desesperado. «Preguntamos primero al conductor de otro autobús que no era el nuestro y nos dijo que no sabía cuánto iba a tardar el otro. Luego, cuando ya nos moríamos literalmente de hambre, llamamos a los bomberos desde una cabina para pedir un taxi urgente, que se negaron a enviar», se queja Ginés.

Cientos de vecinos han acudido hoy a la parada de autobús en la que ocurrió la desgracia para dejar flores en memoria del fallecido, cuyas últimas palabras fueron «Pues sí que tarda el jodido».

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