Ocurrió, de nuevo, ayer por la tarde cuando tu hermana acudió al domicilio familiar acompañada de su nuevo novio, Paco.
Según confirman todas las fuentes a excepción del propio Paco, que prefiere mantenerse al margen, papá volvió a hacer aquello que hace siempre y avergonzó tanto a tu hermana como al resto de los presentes.
Como es habitual también, ignoró sistemáticamente las miradas de reproche y los avisos en forma de codazo o patadita. «Cuando empieza, no para. Es una actitud absurda que nos deja a todos en evidencia, y él se cree que es todo muy gracioso», lamenta tu hermana.
«Yo ya no sé qué hacer con este hombre», dice mamá
Papá tomó a Paco como cómplice y mamá se fue a la cocina a mirar por la ventana fijamente mientras apretaba los puños, incapaz de ignorar la cháchara procedente del salón. «Habla tú con él porque a mí no me hace caso», pidió mamá a tu hermana, que también entró en la cocina justamente para exigirle a mamá que parara todo aquello. «No puedo hablar con él, mamá, soy su hija. Tienes que decirle que no haga eso», insistió tu hermana. De nuevo, tu madre miró por la ventana y sentenció, lacónica y afectada, «yo ya no sé qué hacer con este hombre».
Y con la edad irá a peor, ya lo verás
«Suerte que no estabas», apunta tu hermana, que define la escenita de ayer como «una puta vergüenza». Mamá cree que hay poco que hacer «porque, a esta edad nuestra, uno ya no aprende. Es más, las cosas van a peor». Frente a este clima de frustración y agotamiento, tu hermano pequeño aseguró que tampoco había para tanto. Tanto tu madre como tu hermana, pero especialmente tu hermana, se le echaron encima diciéndole «y tú qué coño sabes, si a ti te da igual todo».
