- La actualidad del mañana -
- La actualidad del mañana -

Este es tu último artículo gratis este mes. Te queda un artículo gratis este mes. Te quedan unos pocos artículos gratis este mes.
No renuncies a la Verdad, suscríbete

Suscríbete

La función teatral de la guardería «El Osito Feliz» decepciona a la crítica

CARTELERA

Este contenido es posible gracias a las personas que respaldan El Mundo Today con su suscripción. Ayúdanos a seguir siendo el mejor medio de información del país y suscríbete.

Jóvenes talentos que dan la espalda a la tradición dramática

El panorama teatral español es desolador y lo cierto es que cada vez es más difícil encontrar propuestas novedosas. Es por este motivo que, cuando este crítico supo que un teatro del que no había oído hablar hasta la fecha -llamado «La guardería el Osito Feliz»- tenía programada para ayer por la tarde una obra de título tan evocador como «Segunda Representación de Invierno 2013», no se lo pensó dos veces. Un nombre así solo podía esconder puro teatro de vanguardia. ¡Qué ingenuidad! Es difícil precisar qué es peor, si la puesta en escena o la interpretación.

El escenario parece hecho por niños de cuatro años

El reparto es joven. Muy joven. De hecho son todo niños de entre 3 y 6 años. Siempre es interesante encontrar «troupes» jóvenes con ganas de renovar el teatro, pero en escena son falsos, externos, opacos, dispersos. Es imposible empatizar con ellos o interesarse en sus diálogos, apenas balbuceados. Hay una doble o triple barrera entre ellos y el público. Rostros pétreos, inexpresivos, cargados de baba y mocos; braceos espasmódicos, intenciones subrayadas, constantes miradas al público: todo resta, todo se interpone. Y encima uno de los protagonistas se hizo caca en mitad de la obra.

¿El escenario? Feísimo y formado por paneles dibujados como por niños de cuatro años, con manitas de colores y rayotes de la peor tradición vanguardista. El ritmo de la obra es tedioso, sin chispa. ¿Quizá es el montaje lo que más desluce la obra? Sin duda, no está a la altura de lo que cabría esperar: cuando uno acude a una guardería para ver una representación teatral, espera unos mínimos. Si un conjunto de niños no es capaz de poner en marcha un convincente juego de luces, apaga y vámonos.

Pese a todo, la primera impresión es que estamos ante un éxito: el local estaba abarrotado y los primeros aplausos arrancaron con el inicio mismo de la obra, en cuanto los actores subieron al escenario en fila y antes siquiera de que ninguno de ellos abriera la boca. Es descorazonador comprobar que el público español es cada vez más complaciente. De hecho, parece seguro que gran parte de los espectadores eran cercanos a la producción. Quizá incluso familiares de los actores. Y apenas lo disimularon: algunos acudieron con videocámaras o gritaban «Ya verás la yaya María cuando te vea en vídeo», faltando al respeto a la esencia misma del teatro.

El público aplaudió a rabiar: una muestra más de la falta de exigencia del espectador medio

Los actores no convencen pero no puede decirse que no estén a la altura, dado que el texto es flojo y previsible. La profesora Asun, autora del libreto, también merece un toque de atención. El argumento del montaje intenta recordar el cuento clásico de «Caperucita roja» pero no se ahonda en los temas capitales (el miedo terrible a la muerte, a morir solo, a enamorarse) y se evita también la innegable carga sexual que recorre la obra original. El conjunto, en definitiva, parece más bien una sucesión de escenitas sin conexión la una con la otra: ora una canción, ora un baile, ora un poemilla recitado…

El texto no le aguantaría dos asaltos al mejor Shakespeare: mil veces representado pero siempre efectivo, hubiera sido mejor recurrir a un Hamlet y dejarse de experimentos sin sentido, tan del gusto de estos jóvenes talentos sin experiencia, tal y como este crítico les hizo notar lanzando tomates al término de esta bazofia. ¡Qué menos! Gesto, sin embargo, al que el resto del público respondió ofendido con abucheos y patadas.

Objetivamente, podría ser la peor representación de Caperucita que se ha podido presenciar nunca en este país. Esperemos que «El Avaro» de Molière que la Asociación Centro de Día Santa Teresa tiene preparado para la semana que viene remonte este despropósito y salve la temporada teatral. Ya veremos.

Lo mejor: Siempre es animoso descubrir jóvenes talentos… si los hubiera.

Lo peor: La repugnante complicidad y poca exigencia del público.

Valoración El Mundo Today: ★★★★

 

spot_img

Apúntate a nuestro boletín de titulares

Últimas publicaciones

spot_img
spot_imgspot_img