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Hacienda sorprende con la audacia de un proyecto sinfónico
El último año ha sido una sangría para Hacienda: miles de españoles se dan de baja del régimen de autónomos cada mes. Tanto es así que la Agencia Tributaria va a intentar poner freno a la situación mostrando la facilidad del proceso para darse de alta como trabajador por cuenta propia. ¿Cómo? De la única manera que Hacienda sabe: cantando.
«Modelo 036, el musical» es la puesta en escena del proceso burocrático que deben llevar a cabo aquellos ciudadanos que quieran formalizar actividades económicas por cuenta propia y pagar, de este modo, el Impuesto de Actividades Económicas (I.A.E.). El protagonista es Pedro Luis K., un joven diseñador gráfico cargado de sueños que quiere dejar de trabajar en negro para empezar a declarar su actividad tramitando la cumplimentación del modelo impreso 036 en el que se opta por el régimen fiscal correspondiente para, posteriormente, darse de alta también en el Régimen Especial de Autónomos de la Seguridad Social.
El espectáculo, sin embargo, no arranca en el escenario. Todos los asistentes nos vimos obligados a cumplimentar varios formularios y a pasear por las taquillas de ventanilla en ventanilla para conseguir compulsar la entrada (por triplicado). Y aquí arranca la tragedia: muchos espectadores se dan por vencidos y vuelven a su casa. Es un acierto. Al llegar a la butaca, cargados de fotocopias y etiquetas con códigos de barras, los espectadores ya tienen los sentimientos latiendo a flor de piel y ya se les han mostrado todas las caras del sufrimiento y del dolor que presenciarán luego en la obra.
Cabría preguntarse: ¿La odisea previa a la que se somete al público forma parte del montaje o es que Hacienda solo sabe hacer las cosas alla sua manera? Probablemente se trate de lo segundo, dado que toda la obra (libreto, partitura e interpretación incluidos) la llevan adelante funcionarios de Hacienda escogidos al azar. El escenario mismo, de una belleza carcelaria, se asemeja a una delegación. ¿La iluminación? Fluorescentes. ¿El acompañamiento instrumental? El pitido que indica que van pasando tandas de la cola.
El alma de la representación viene, en cualquier caso, de la dirección musical. Si Marisa Romigal, funcionaria del fisco desde 1984, destaca en su día a día por su carencia de empatía, su desidia al vocalizar y los mordiscos que puede llegar a propinar a los ciudadanos a los que le toca atender, en la partitura se ha mostrado tierna, delicada y con no pocas dotes para la épica. Hace un trabajo excelente y le sobra maestría adaptando piezas operísticas y de rock (ese fragmento del «The Wall» de Pink Floyd, muy sabiamente escogido).
Impresionante el número a lo «Mayumaná» al sellar fotocopias
La obra parece terminar cuando Fermín sale de la Tesorería General de la Seguridad Social (TGSS) tras hacerse autónomo de pleno derecho. Y aquí baja el telón… ¡Para volver a subir en un epílogo sorpresa! Han pasado tres meses, la actividad de Pedro Luis K. parece prosperar… y en ese momento entona la pieza musical «Modelo 303 Declaración Trimestral del Impuesto sobre el Valor Añadido Autoliquidación», en la que se adapta una pieza de Mozart: «Ah, no, mio bene! Troppo mi spiace allontanarti un ben che lungamente la nostr’alma desia! Ma il mondo, o Dio!» cantará el desdichado al descubrir que debe adelantar a Hacienda el IVA acumulado de los últimos tres meses sin haber cobrado aún de sus clientes.
En definitiva, un musical que permanecerá en la memoria de varias generaciones y que disfrutará por igual toda la familia, con canciones evocadoras e inolvidables pero que no es capaz de acercar al público todo el dolor del día a día de los autónomos de este país, fracasando, pues, en su objetivo principal. Este crítico se queda, eso sí, con ganas de una segunda parte en la que el protagonista intente darse de baja del censo de empresarios.
Lo mejor: descubrir las dotes artísticas de la cuadrilla de funcionarios.
Lo peor: el proceso para rellenar el formulario 036 no queda claro.
Valoración El Mundo Today: ★★★★★
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