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Discuten con la esperanza de que la bronca acabe en sexo

NO SE ATREVIERON A ROMPER LA VAJILLA "PORQUE ES LA QUE REGALA LA CAIXA"

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Una encendida discusión tuvo lugar ayer por la noche en un domicilio de Vic (Barcelona), alertando a los vecinos porque, al parecer, la pareja que gritaba nunca antes había protagonizado una escena similar.

«Son dos chavales muy correctos y educados, nunca les habíamos oído chillar, ni por un enfado ni por lo otro», explica la presidenta de la comunidad de vecinos. Acabada la pelea, la pareja admitió que fue una bronca «impostada y teatral» destinada a provocar «una tórrida reconciliación sexual, porque de esto últimamente andamos escasos».

«Quise romper la vajilla pero es la que regala La Caixa»

Juan Rosales y Antònia Brufau, protagonistas del incidente, admiten que no saben pelearse porque su manera de afrontar las desavenencias es «ahogar la rabia en un silencio gélido para luego expulsarla muy lentamente a lo largo de un mes, en forma de pequeñas pullas que nunca pasan a mayores». En ocasiones, las pullas toman forma de reproche y, según Antònia, «puedo tener un reproche macerándose durante años, esperando la ocasión para ser utilizado y apoyar así un argumento débil o bien neutralizar otro reproche que él me lance a mí».

En este escenario, la manifestación física del enfado o la disconformidad queda reducida «a leves bufidos o miradas desairadas que nunca llegan a alterar el ánimo suficientemente como para que luego sea necesario canalizar la energía liberada en un encuentro apasionado, irracional y memorable», concluye la joven.

La discusión, que no fue más que una colección de gritos que se iban profiriendo al tiempo que se respetaban escrupulosamente los turnos de uno y de otro, empezó porque Antònia propuso arrancar de una vez las pegatinas del nuevo televisor «porque son horteras y no hace falta que nos recuerden que la tele tiene tantos píxeles porque ya la hemos comprado y está pagada tenga los píxeles que tenga». Juan creyó que, negándose a aceptar la sugerencia de su pareja, crearía el clima idóneo para la cópula.

«El problema es que discutimos como en las telenovelas de TV3, usando palabras del catalán muy académicas como ‘penques’ o ‘bocamoll’, que yo creo que no sirven para discutir de manera normal. Y acabar usando el típico ‘puta’ me pareció lamentable viniendo de universitarios como nosotros», admite el chico. Los escrúpulos de ambos hicieron imposible llegar a una bronca genuina y que viniera de dentro. «Ni yo tuve el atrevimiento de romper la vajilla que regalaba La Caixa ni ella quiso proponer que durmiera en el sofá porque acabamos de cambiarle la funda», sentencia Juan.

«La violencia no es la solución si no se sabe ejercer»

El doctor Mauricio Entriabla, experto en conflictos matrimoniales, confirma que «los chicos hicieron un buen intento porque es verdad que las relaciones que ‘guardiolean’ acaban reduciendo el sexo a un mero trámite y, por tanto, hay que buscar el encuentro físico de alguna manera». Lo que el especialista critica es su nula capacidad para la expresión física de las emociones, «que debería fomentarse con el ejercicio regular o la cocaína».

En la misma línea, pero en otros términos, el vecino del cuarto primera, Fermín Rodicio, afirma que «a pegar y a follar se aprende en la calle y estos dos muermos son crías de piscifactoría».

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